Más duro es el camino, más dulce su destino
Comparado con el día anterior, la jornada hasta el lago Pangong tenía pinta de ser un camino de rosas… El esfuerzo sufrido pasó factura y Kiko estuvo vomitando todo el día, además de tener los tres las piernas agarrotadas y el culo resentido. Y una vez más llegamos a nuestro destino, el lago Pangong, después de anochecer. Montamos la tienda y durante la noche el fuerte y frío viento no dejó de azotarla, pero al levantarnos pudimos disfrutar de las increíbles vistas y nos vimos recompensados…