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Hasta luego Himalaya

Hasta luego Himalaya

Subes una montaña, bajas hacia un río, cruzas un puente  y de nuevo a subir otra montaña por terroríficos caminos…

…solitarias carreteras…

… interminables cuestas…

…hasta bajar a otro río y repetir la misma historia.

Así día tras día, hasta que una parte del cuadro de la bici dijo basta y se partió la patilla que sujeta los cambios traseros.

Pasaron  más de 4 horas esperando en la cuneta de una vieja carretera hasta que pasó un vehículo y pude montar mi bicicleta hasta el pueblo más cercano,  donde me avisaron de que en Sikkim me iba a ser imposible soldar aluminio. ¡Perfecto!

Me dicen que el lugar mas cercano es Siliguri, en la India auténtica, a tan solo 150km de distancia, fuera del Himalaya y sumergida en el auténtico caos de la India. Un mundo aparte.

Rodeado de ruido y contaminación, pero alegre de estar en la increíble India, con su gente…

…tráfico…

…rickshaws…

…y por supuesto, miseria…

Hoy, sin saber a donde ir, tan solo sé que necesito una nueva patilla para la lisiada de mi bicicleta, ya que en vez de soldarla me la han fundido y ahora es irremediable.

Mientras tanto a sobrevivir sin poder cambiar de marchas, así que mejor coger caminos llanos y desgraciadamente olvidarme del Himalaya por un tiempo.

El camino ya lo decidiré mañana. Al fin y al cabo no es el destino lo que me importa, sino el camino.

Y a la vuelta de la esquina: ¡India!

Y a la vuelta de la esquina: ¡India!

Atrás dejaba Kathmandu, sus comodidades y a los grandes amigos que había conocido en las últimas semanas.

Después de dos meses sin bicicleta, me quedaban por recorrer los 600 Km que me separaban de la frontera con el noreste de la India.

Ya pedaleando para buscar la salida de la ciudad hacia el este, a mi izquierda podia ver el Himalaya detrás de una nube marrón que cubria el cielo.

Autobuses peleándose para buscar clientes como si de una carrera se tratase, entre los maldítos camiones Ta Ta, motocicletas y peatones,me hacían sentir como uno mas en la jungla.

Al final llegué a Baktapur y por fin la carretera se empezo a tranquilizar. Me acordaba de los increíbles momentos de las últimas semanas, pero sabía a donde me dirigía…

…y sabía que me esperan muchos y grandes momentos por disfrutar.

Muy pensativo en la bicicleta acabé montando la tienda en un lugar tranquilo detrás una enorme piedra cercana a un río, pero no tardaron en aparecer unos niños.

– Mister, aquí es peligroso dormir. Aquí viven unos fantasmas.

– No te preocupes. Como no soy de aquí a mí me tienen miedo.

Sin darme cuenta estaba rodeado de niños curioseando todas las alforjas y todo aquello que veían. Y escucho como no paran de cambiar las marchas de la bici, algo que se repite en todos los lugares del mundo.

¡Huy!, se está haciendo de noche y los fantasmas cazan niños por la noche, les digo mientras coloco todo aquello que me han descolocado.

A la mañana siguiente allí estaban los niños a las 6 de la mañana, pero ahora con todos sus compañeros de clase, hermanos y alguna que otra madre.

Y otra vez más me tocaba ir contra reloj hacia la frontera. Hace dos días, por asegurarme, decidí mirar mi pasaporte para confirmar la fecha en la que mi visado vencía y me dí cuenta de que estaba  equivocado. Tan solo me quedaba un día y tenia 300 Km por delante. Malas noticias.

Me fue imposible recorrerlos a tiempo y llegue a la frontera un día tarde.  Salí del país sin pasar por inmigracion, hasta que ya en el edificio de control de inmigración de la India, al que habia llegado por un camino sorteando a dos vacas que descansaban tumbadas,  un oficial de me hizo volver a Nepal para que sellara mi pasaporte.

– No me hagas volver a cruzar el puente. ¡Por favor!. ¿Has visto la cantidad de camiones que hay? – Le suplicaba al oficial.

De vuelta a Nepal, usé mis armas de negociador para que me perdonaran la multa.

Sin darme cuenta ya estaba en la India, rodeado de indios y de rickshaws…

…y el aire más puro del mundo…

Olía a especias y a fritanga pero también a ese olor de incienso tan típico de la India. Me tragaba todo el humo de los camiones y disfrutaba leyendo los versos dibujados en ellos: ”Love is foreverer”

Mirase a donde mirase veía  gente, y el aviso de  autobuses y  camiones con sus sirenas de feria eran demasiado estresantes después de tantos meses rodeado de silencio.

No tardé en encontrar la carretera que me llevaría hasta Darjeelling, entre plantaciones de té, sin tráfico y  sin nadie a la vista…

Era otro mundo. No muy lejos podia ver el Kanchenjunga, la tercera montaña más alta del mundo.

Y después de tres días, que es lo que tardé en recorrer la subida de 80 Km, con mucha calma “shanti, shanti”, y disfrutando de la gente y de los increíbles paisajes de colinas pintadas de verde con infinitas plantaciones de té…

Detrás de ellas, la planicie india y su nube marrón de continaminación que ya parecía quedar muy lejos.

La primera noche dormí en una antigua fábrica de té…

…pero no el resto…

…donde por la noche podía disfrutar de un cielo estrellado con una tímida luna…

Caminando por los Himalayas

Caminando por los Himalayas

Dejé la bicicleta en Kathmandu para perderme varias semanas por el Himalaya. Necesitaba unas vacaciones sin ella, su sillín y su pesada carga.

En el circuito de los Annapurnas me he encontrado con gran variedad de paisajes cada cual mas espectacular.

Bosques tropicales, nieblas y densos bosques…

… paisajes alpinos…

…tundra…

…ártico…

…desértico…

…lagos…

…pueblos tibetanos…

En cada vuelta, en cada valle, el paisaje cambiaba…

A veces daba la sensación de estar por encima de las nubes…

…mientras caminábamos por estrechos senderos, cargados de adrenalina…

El primer día del trekking nos juntamos 3 americanos, un escocés y yo, con los que he compartido momentos increíbles y harán que la vuelta a la bicicleta  sea más dura todavía, aunque ya me muero de ganas de encontrarme de nuevo acampando no muy lejos del asfalto, ducharme en los ríos y escuchar tan sólo el ruido de las cubiertas sobre el asfalto.

Tras dar la vuelta a los Annapurnas, me dirigí hacia el campamento base del Annapurna, todos los días bajo una densa niebla ocultando las montañas e incluso los árboles por los que transcurría el camino…

Llegando al campamento base, a más de 4000 metros de altura, rodeados por la niebla, se puso a nevar durante horas, cubriendo el paisaje de blanco igualando las nubes con el suelo.

– ¡Ojalá por la mañana despeje!

Al abrir los ojos al alba la niebla seguía ahí, frustrando mis deseos de ver las cimas con todo el paisaje nevado. Sabía que trás las nubes se escondía el Annapurna I (8092m), Machapuchare, y muchas cimas más.

Finalmente  el cielo se abrió, apareciendo primero Annapurna Sur con la luna al fondo…

, Machapuchare  tras el valle por el que subían las nubes…

…y mirase a donde mirase, las vistas eran tan increíbles que  parecía encontrarme en un cuadro…

Yo, turista del primer mundo, cargado con tan sólo 15 Kg sobre mis espaldas, termino cuando quiero para volver a la civilización, sus comodidades, la oportunidad de elegir, mientras que en los senderos del Himalaya, seguirán toda la vida con grandes cargas sobre sus espaldas, los porteadores, una casta baja condenada a vivir como mulas el resto de sus días…

Explícales a ellos la crísis que tanto pánico provoca en los países ricos.

¡¡Bienvenido a Nepal!!

¡¡Bienvenido a Nepal!!

Me levanto con una enorme nevada, y la pobre de mi tienda no la ha soportado. Una de las varilla se ha roto y  ha rajado la tela impermeable de la tienda. ¡¡Perfecto!!, es lo que me faltaba.

Lo bueno es que Nepal esta a la vuelta de la esquina, porque  si esto me hubiera pasado hace unas semanas en la provincia de Amdo mientras me moría de frío, o  dentro de unos  meses en el Himalaya indio en pleno invierno, no me hubiera hecho la misma gracia.

Después de cruzar el Himalaya,  bajo una tormenta de nieve, aparece el verde que tanto echaba de menos.

La carretera baja por un valle rodeado de cascadas, muchas de ellas caen sobre la carretera.

En el pueblo próximo a la frontera empiezan a aparecer los famosos camiones Tata,  y ese olor a incienso típico de Nepal y vuelvo a ver, tras muchos meses,  hombres con bigote, algo que no veía desde que salí de España.

En las calles empinadas del pueblo, decenas de camiones maniobran casi sin espacio. Todo el mundo se lo toma con calma mientras las calles están totalmente bloqueadas y todo el mundo usa su bocina.

Todavía pertenece a China pero ya huele a Nepal.

Para salir de China hay que pasar entre dos militares chinos que hacen guardia, firmes ellos agarrando sus armas. Al otro lado del puente ya es Nepal, y aquí los militares van armados con varas de bambú, poniendo orden entre tanto porteador que esperan para cruzar al otro lado, pero me regalan una sonrisa y un “namaste”

Noto un trato más formal que con los dos militares chinos que estaban  firmes como un tronco y que no me habían ni dirigido la mirada.

El asfalto se acaba, y me encuentro con precios realmente bajos comparado con el resto de países.

Lo mejor de todo es que la vida sucede a lo largo de la carretera. Niños jugando, mujeres lavando o cocinando, gente duchándose en las fuentes, hombres tomando té,…..

He pasado de uno de los lugares menos densamente poblados del mundo, a uno de los que más…

A medida que me iba acercando a Kathmandú la carretera se volvía más interesante…

…y más…

…y todavía más…

Mi fotografía favorita

Mi fotografía favorita

Ayer en la entrevista en El Larguero , me preguntaban si entre tantas fotos tenía alguna que fuera mi favorita.

La respuesta fue que sí.

De entre todas las fotos, hay una que para mi destaca entre las demás. Seguramente no sea la mas bonita, pero es la historia que veo en la foto.

En el año 2005 viajé por Pakistán, visitando las zonas tribales en el noroeste fronterizo con Afganistán.

Era una ciudad, que desgraciadamente sale demasiado en las noticias, Peshawar.

A las afueras de Peshawar, tras volver de visitar Darra y su mercado de armas (aquí el reportaje que publiqué), me encontré rodeado de pakistaníes curiosos, invitándome a té y preguntándome sobre mí.

Tras el grupo de hombres que me rodeaba, vi a una niña recogiendo botellas de plástico del suelo.

Llevaba semanas sin ver una sola mujer,  ya que las pocas que vi en la calle iban tapadas con el burka.

Estaba atardeciendo pero el color de la luz estaba oculta tras una nube de contaminación y polvo.

La ruta de la amistad. 2ªParte.

La ruta de la amistad. 2ªParte.

Llevaba ya muchos días pedaleando y sin tomarme ninguno de descanso. El cansancio se empezaba a acumular, añadiendo que a estas altas alturas por las que circulo hay la mitad de oxigeno que al nivel del mar y el músculo tarda mucho más en recuperarse.

Los cielos seguían cubiertos, y las nubes al estar tan pegadas al suelo daba la sensación de encontrarse en una tormenta apocalíptica, en las que mi tienda sufrió mas que yo.

Los únicos animales capaces de vivir en estos terrenos tan áridos son cabras y ovejas, que día tras día se mueven de un lado a otro y por la noche duermen en lo que parecen ser pueblos abandonados, en ruinas. Pesebres de adobe de otra era.

El viento, igual que  los últimos meses, siempre me lo he encontrado de cara.

El tiempo empeoro radicalmente, y se veían enormes nubes tras el Himalaya…

que del subcontinente indio venían cargadas con las últimas lluvias del monzón, y a estas alturas, aqui sería en forma de nieve…

Después del último puerto…

comienza el descenso más largo del mundo, dejando atras el Himalaya y bajando por un valle en el que sin avisar la nieve es sutituida por lluvia, los  campos áridos desaparecen y ahora solo veo increibles bosques en las laderas de las montañas en las que el blanco de las cascadas que las salpicaban, dibujaban todo el paisaje…

Parecía encontrarme de repente en otro mundo.

El olor a agua, a humedad, el olor a vida había estado ausente en los últimos meses y ahora el aire ya no era  tan fino y seco.

La carretera serpentea por acantilados…

…en las que cascadas caen a la carretera y paso bajo ellas…

Disfruto como un enano en un día de lluvia corriendo por los charcos de barro hasta arriba, y es entonces cuando veo mi primer camión Tata en muchos años, parado en la carretera y unos nepalies bajo él,  llenos de grasa, reparando esta indestructible máquina.

Atras se queda el Tibet.Casi con lagrimas abandono ese lugar tan misterioso y de naturaleza pura donde su gente me ha dado todo.

Pero teniendo a Nepal a la vuelta de la esquina, poco se tarda en seguir igual de feliz!!

¡¡Muchas gracias!!

¡¡Muchas gracias!!

Al cumplir el primer año en bicicleta, el 30 de septiembre, recibí la increíble noticia de que habíamos ganado el concurso y sus 500 euros en material deportivo.

Ha sido gracias a vosotros, y este invierno cuando esté bien tapado dentro un buen saco, a temperaturas glaciares en el Himalaya, tendré muy en cuenta de que no hubiera sido posible sin vuestra ayuda.

Desde Kathmandú, os agradezco enormemente vuestra ayuda para conseguir este material y poder seguir realizando mis sueños.

Gracias por estar ahí.

La ruta de la amistad. 1ªParte.

La ruta de la amistad. 1ªParte.

¡¡Por fin!!. Ha llegado uno de los momentos más importantes del viaje. Atravesar la cordillera más grande del mundo, donde se encuentran la mayoría de los ocho miles, el Himalaya. Meses de quebraderos de cabeza pensando en como podría atravesarlo, ya que el elevado precio de los permisos disuaden a cualquiera y  era algo con lo que tan solo podía soñar, pero gracias a Currencies Direct y AFL, dos de mis patrocinadores, el único problema que me encontré no fue  mas que subir los puertos de más de 5000 metros de altura. Seis años después vuelvo a cruzar el Himalaya  por la famosa Ruta de la Amistad, que une Lhasa con Kathmandu. Entonces lo hice en 4×4, con cielos muchos más despejados y temperaturas mucho más agradables. Más de 1000 Km de carretera dejando a mi vera lagos sagrados…

…campos de trigo y  gente recogiendo la cosecha…

…imponentes picos en carrera hacia el cielo…

…puertos de más de 5000 metros,y una carretera asfaltada en perfectísimo estado…

…la gente me regala sonrisas…

…y los que antes eran mis grandes enemigos, ahora eran mis amigos…

Por desgracia, el agua de la piscina de mi chalet estaba demasiado fría para darse un chapuzón…

…y si no , el chapuzón ya vendría del cielo…

Sentí la naturaleza en todos sus estados, incluso una noche, recién metido en mi tienda de campaña, viví un terremoto, que más tarde informarían que a tan solo 130km  al sur, había arrasado aldeas en el norte de la India.

Al ver un glaciar, no puedo evitar intentar llegar hasta él.  Aparco la bici, y me dirijo río arriba hasta las paredes de hielo,  que con forma de cascada, parecen estar pegadas en vertical desafiando a la gravedad. El olor del viento , el frío, la nieve….

La naturaleza se hace más grande y a mí me hace sentir pequeño. Disfruto con el frío, el viento, la lluvia, mientras pedaleo en la bici con mi precaria ropa de fabricación china que se cae a cachos día a día. Es el reto de superar una de las barreras geográficas más grandes del planeta. No son las vistas, sino el sentimiento de cruzar una meta, algo que siempre me pareció tan difícil que ahora se me hace fácil. Disfruto más, cuanto más difícil es el camino.

La Ruta de la Amistad, comparada con los caminos de las otras provincias tibetanas en las que he pasado los últimos meses, ha sido sin duda la parte mas fácil y placentera. Tras pasar ya varios meses en las regiones mas intactas del Tíbet, he encontrado esta región mucho menos interesante, donde los niños me saludaban pidiendo dinero, y en vez de ser invitado, me invitaban a que les invitase. Los pastores me pedían dinero por hacerles una foto con su rebaño…

También quería ver el Everest desde el balcón de los Himalayas, pero para entrar a su parque natural tenía que pagar una cantidad enorme de dinero, así que decidí colarme de noche.

Mientras la policia dormía en el puesto de aceso, me salté el control a las dos y media de la madrugada, asustado por perros que me ladraban y se me acercaban. Auxiliado por la luz de mi linterna subí un puerto por un camino de tierra hasta un paso de montaña superior a los 5200metros. El viento era cortante, y caía un suave granizo. Cada  vez que veía venir algún vehículo, me salía fuera del camino y esperaba escondido a que  pasara. Apagaba la linterna y estaba rodeado por la oscuridad y el ruido del viento. Fueron cuatro horas pedaleando en la oscuridad, atravesando algún riachuelo helado en el que a punto estuve de irme al suelo, hasta alcanzar el punto más alto, a 5262m, y durante ese tiempo tan solo pude ver brevemente en el cielo a Orión. Por desgracia, al amanecer las nubes seguían ahí, con los rayos del sol intentando colarse entre las nubes…

Pensé que no tendría suerte, pero poco a poco el cielo se fue despejando…

…y volví a disfrutar 6 años mas tarde  de: El paisaje más bonito del mundo.

Ante mi tenia la cordillera del Himalaya, donde el blanco de la nieve aparecía tras las colinas desérticas. Un muro donde se alojan cuatro ochomiles. Liderado por el Everest (8848m), una mole triangular de roca y nieve, y junto a él, el Lhotse (8516m) ,el Makulu (8463m)  y el Cho Oyu (8201m) .

Ni el frío impidió que disfrutara de ese momento. Feliz y helado, me tocaba bajar ese puerto que había subido a oscuras,  y fue  esto  lo que me encontré…