¡Por fin, un baño con agua caliente!
Llevamos más de dos semanas sin ducharnos, sólo hemos encontrado agua helada y unas temperaturas que no invitan a quitarse la ropa ni un solo instante. La idea de darnos una ducha con agua caliente era como un sueño.
En nuestro camino a Khorog unos paisanos nos hablaron de unos baños de aguas termales en las proximidades de Vrang, a la orilla del río Panj que hace frontera natural con Afganistán.
Existe una leyenda que dice que Fátima, la hija del profeta Mahoma, se baño allí y se quedó embarazada. Hoy en día son muchas las mujeres que se acercan a Ostoni Bibi Fotimai Zakhro, que así se llaman los baños, con la intención de cumplir con este ritual para quedarse embarazadas. Nuestra intención no es comprobar si esas aguas están relacionadas con la fertilidad, lo que nos empuja a visitar “el balneario” es la idea de que nos diera relax y un poquito de higiene personal.
Para llegar a estas aguas termales, nos tuvimos que desviar 8 Km de la carretera que transcurre en paralelo al río y subir por una pendiente constante del 10%.
Cuando llegamos nos advierten que queda poco tiempo para cerrar y que no nos dará tiempo para disfrutar del deseado baño.
No nos dimos por vencidos, y con pocas fuerzas y ganas para volver a deshacer el camino, decidimos que montaríamos la tienda allí mismo, en medio del camino, enfrente de la misma puerta del muro por el que aceden los peregrinos. Es el único sitio llano donde poder acampar.
Nuestro plan era que una vez que hubiesen cerrado, saltaríamos el muro, y podríamos disfrutar de las aguas termales para nosotros solos.
Vemos como los encargados del lugar se van después de haber cerrado la puerta, nosotros vigilamos desde fuera. Una vez que les hemos perdido de vista bajamos hasta la explanada que hay frente al edificio y montamos la tienda.
Cuando comienza a ponerse el sol nos decidimos saltar el muro. Llevamos una bolsa con ropa limpia y buen olor, pero una vez dentro vimos como un coche se acercaba.
¡Natalia: vámonos!
Y saltamos el muro, pero ahora hacia fuera. Nos pusimos cerca de la tienda haciéndonos los despistados, y vimos como tres hombres y dos mujeres se dirigían hacia el edifico; nos miran y vemos en sus caras un gesto de sorpresa. Dan unos cuantos pasos más y vuelven a mirarnos, están extrañados de nuestra presencia y de ver nuestra tienda allí en medio del camino.
Sin ningún reparo empujan y forcejean con la puerta hasta que logran abrirla y entran en las termas, después de ellos apareció más gente.
Nosotros nos quedamos fuera esperando a que se fueran todos. Estábamos impacientes, nos dimos cuenta que no eramos los únicos que queríamos disfrutar de los baños fuera del horario establecido y eso nos impacientaba.
Se nos hizo eterno el tiempo que estuvimos esperando por nuestro deseado baño. Pasó más de media hora hasta que el último usuario salió y cerró la puerta.
Cuando dejamos de verles y oírles intentamos abrir la puerta, pero no fuimos lo suficientemente hábiles y no conseguimos abrirla. Tuvimos que saltar el muro de nuevo, era el último obstáculo hacia nuestra tan deseado baño.
Cuando entramos y nos metimos en la pequeña poza nos dimos cuenta que la espera mereció mucho la pena.
A la mañana siguiente, nos despertó el bocinazo de un coche. Eran los primeros bañistas del día y nuestra tienda en medio del camino les estorbaba.