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¡Por fin, un baño con agua caliente!

¡Por fin, un baño con agua caliente!

Llevamos más de dos semanas sin ducharnos, sólo hemos encontrado agua helada y unas temperaturas que no invitan a quitarse la ropa ni un solo instante. La  idea de darnos una ducha con agua caliente era como un sueño.

En nuestro camino a Khorog unos paisanos nos hablaron de unos baños de aguas termales en las proximidades de Vrang, a la orilla del río Panj que hace frontera natural con Afganistán.

Existe una leyenda que dice que Fátima, la hija del profeta Mahoma, se baño allí y se quedó embarazada. Hoy en día son muchas las mujeres que se acercan a Ostoni Bibi Fotimai Zakhro, que así se llaman los baños, con la intención de cumplir con este ritual para quedarse embarazadas. Nuestra intención no es comprobar si esas aguas están relacionadas con la fertilidad, lo que nos empuja a visitar “el balneario” es la idea de que nos diera relax y un poquito de  higiene personal.

Para llegar a estas aguas termales, nos tuvimos que desviar 8 Km de la carretera que transcurre en paralelo al río y subir por una pendiente constante del 10%.

Cuando llegamos nos advierten que queda poco tiempo para cerrar y que no nos dará tiempo para disfrutar del deseado baño.

No nos dimos por vencidos, y con pocas fuerzas y ganas para volver a deshacer el camino, decidimos que montaríamos la tienda allí mismo, en medio del camino, enfrente de la misma puerta del muro  por el que aceden los peregrinos. Es el único sitio llano donde poder acampar.

Nuestro plan era que una vez que hubiesen cerrado, saltaríamos el muro, y podríamos disfrutar de las aguas termales para nosotros solos.

Vemos como los encargados del lugar se van después de haber cerrado la puerta, nosotros vigilamos desde fuera. Una vez que les hemos perdido de vista bajamos hasta la explanada que hay frente al edificio y montamos la tienda.

Cuando comienza a ponerse el sol nos decidimos saltar el muro. Llevamos una bolsa con ropa limpia y buen olor, pero una vez dentro vimos como un coche se acercaba.

¡Natalia: vámonos!

Y saltamos el muro, pero ahora  hacia fuera. Nos pusimos cerca de la tienda haciéndonos los despistados, y vimos como tres hombres y dos mujeres se dirigían hacia el edifico; nos miran y vemos en sus caras un gesto de sorpresa. Dan unos cuantos pasos más y vuelven a mirarnos, están extrañados de nuestra presencia y de ver nuestra tienda allí en medio del camino.

Sin ningún reparo empujan y forcejean con la puerta hasta que logran abrirla y entran en las termas, después de ellos apareció más gente.

Nosotros nos quedamos fuera esperando a que se fueran todos. Estábamos impacientes, nos dimos cuenta que no eramos los únicos que queríamos disfrutar   de los baños fuera del horario establecido y eso nos impacientaba.

Se nos hizo eterno el tiempo que estuvimos esperando por nuestro deseado baño. Pasó más de media hora hasta que el último usuario salió y cerró la puerta.

Cuando dejamos de verles y oírles intentamos abrir la puerta, pero no fuimos lo suficientemente hábiles  y no conseguimos abrirla. Tuvimos que saltar el muro de nuevo, era el último obstáculo hacia nuestra tan deseado baño.

Cuando entramos y nos metimos en la pequeña poza nos dimos cuenta que la espera mereció mucho la pena.

A la mañana siguiente, nos despertó el bocinazo de un coche. Eran los primeros bañistas del día y nuestra tienda en medio del camino les estorbaba.

En busca del rio Whakan

En busca del rio Whakan

Después de abandonar Murghab continuamos nuestro camino hacia Khorog.
La temperatura era un poco más agradable. Ahora acampábamos a tan solo -20ºC, lo que nos permitía disfrutar de las noches estrelladas…

Los valles por los que transcurre la carretera me traían recuerdos de otros lugares. Un “déjà vu” de sensaciones, especialmente al ver los colores…

Estamos en una zona desértica donde las precipitaciones son escasas, excepto en las zonas donde el agua mana directamente de la tierra…

Aquí la carretera no se cierra por la acumulación de nieve, son las temperaturas gélidas de los meses fríos de invierno, que llegan a alcanzar los -60ºC, los que hacen que estos caminos no sean transitables.
Recuerdo  antes de emprender este viaje,hace ya mas de dos años  ver en las noticias en aquel  invierno de 2010 ,como fue uno de los mas duros por sus extremas temperaturas, y por grandes tormentas de nieve.Queda para el recuerdo de los habitantes de esta inhóspita y casi virgen región.
Muy bien lo recordaba un pastor que nos ofreció refugio en su casa una de las frías noches.
Cuando le preguntamos por aquel invierno, nos respondió con cara de resignación: – Fue muy duro. Normalmente no suele haber más de 10 cm de nieve, pero aquel invierno fue diferente. Se murieron 50 de mis yaks por culpa del frio-.
La tormenta  bloqueó la carretera durante varias semanas y le fue imposible vender la carne de esos animales en los pueblos más cercanos. Una gran perdida para una familia tan humilde.
Después de pasar esa noche bajo techo, y en muy buena compañía, seguimos dirección oeste por la carretera de los pamires. La hospitalidad de la gente de esta región sobrepasa a cualquiera de mis experiencias anteriores.
Será seguramente eso, que hace que le de mayor encanto a esta región. Y eso es mucho decir.
De nuevo en el camino que nos lleva hacia el oeste nos encontramos con dos opciones para llegar a Khorog. La carretera de los pamires es la opción más fácil,y la unica con asfalto, o una carretera secundaria,por llamarlo de alguna manera,que después de atravesar un puerto de montaña nos llevaría hacia el sur  del Alto Badajshán, y que nos dejará en un corredor por el que discurre el río Wakhan que da nombre al valle y que hace de frontera natural con Afganistán.
La primera opción nos llevaría muchos menos días ya que entre otras cosas esta asfaltada. La segunda, según nos habían dicho, las condiciones serían terribles y mucho más duras.
Elegimos la opción mas dura,a mas remota y sin duda la mas bella.

Aquí nos despedimos de Aitor y Laura que seguirían por la principal.Fue una bonita experiencia compartir con esta gran pareja casi dos semanas de viaje.
Dejamos el confort del asfalto y nos adentramos de nuevo en un mundo sin transformar por el ser humano…

El primer puerto con sus enormes pendientes nos llevo todo el día coronarlo. Las bicicletas se quedaban atascadas en la arena…

 

…cruzamos por ríos helados…

…y al coronar la cima, a casi 4400 metros, nos encontramos con la gran cordillera del Pamir afgano, una bella cordillera con cimas onduladas cubiertas de nieve,  que llevábamos un buen rato viendo detrás de unas colinas que nos tapaban las vistas…

 

Arriba nos encontramos con dos lagos completamente helados y un pesebre abandonado no muy lejos de la orilla. Quedaba menos de una hora de luz y no podíamos dejar pasar la oportunidad de disfrutar de este hospedaje gratuito, así que decidimos plantar la tienda en su interior. Era primordial tener un lugar para protegerse del frío antes de que se pusiese el sol y que las temperaturas bajasen aun más.
Esa noche, el termómetro antes del amanecer marcaba casi los -40ºC.
Fue un día triste. Pensábamos que esa noche sería la ultima en altura que nos daba una última oportunidad de deleitarnos con esos paisajes majestuosos que nos llenaban de sensaciones inexplicables.

Antes de meternos en la tienda, las vistas ante nosotros nos arrancaban una sonrisa y nos hacía mas difícil el retirarnos a nuestra tienda de campaña…

Una vez montada la tienda dentro del establo y después de cocinar, nos metimos directamente en los sacos.
– ¿Escuchas eso?, le pregunto a Natalia.
Escuchamos un ruido acompañado de vibraciones. Sentíamos que no era muy lejos, lo que nos hizo pensar que cerca pasaba algún coche, pero por allí no pasó nadie y la única forma de vida que hay por allí somos nosotros dos.
El suelo seguía vibrando, y no sabíamos de donde podía venir.
Por la mañana, me fui a hacer unas fotos de los lagos helados y entonces me di cuenta de donde venían el ruido y lo que provocaba las vibraciones.

Una gruesa capa de hielo cubría el lago, pero debajo de la gruesa capa de hielo el agua seguía agitándose y formaba olas que chocaban con la capa de hielo que las encerraba y provocaban un fuerte sonido parecido al de un tambor acompañado con vibraciones. A un par de kilómetros de donde habíamos dormido hacía retumbar el suelo.
Y con pena llegaba el momento de despedirse de las alturas. Teníamos que bajar el puerto, y a medida que bajábamos por fin veíamos como se formaban pequeños regueros y arroyos que llevaban agua.El agua ya no estaba helada y daba vida al paisaje.
Por un camino muy vertical, de arena y piedras, descendimos hasta encontrarnos con el río Pamir, y al otro lado de ese río, todavía estrecho, estaba Afganistán.
A unos pocos cientos de metros, en el lado afgano, vimos una caravana de camellos…

La otra orilla pertenece a Afganistán, pero su visita queda para otra ocasión. A unos pocos metros está un sueño, yo ya lo he acariciado en un par de ocasiones y me quedo con la sensación indefinible que me produce el pensar que no podremos disfrutar del código de hospitalidad pastún; pero esto es por lo de ahora.
Tocaba bajar por el valle del río, que descendía con sus aguas remansadas.

Un subir y bajar constante, grandes repechos alfombrados con una arena tan fina que las ruedas se clavaban en ella y nos machacaban las piernas.

La erosión del río formó un angosto cañón…

…que a cada metro nos alejaba  más de la carretera. Nosotros seguimos subiendo pero el río bajaba sin parar…

Al otro lado, el Pamir parecía más majestuoso que nunca por la impresión que da ver la pared casi en vertical de la montaña bajar desde la cima hasta el río, casi 4000 metros más abajo…

Estábamos cansados ya que llevábamos mas de dos semanas pedaleando y sólo habíamos descansado un día, pero aquellas vistas nos hacían disfrutar. Parar a descansar y apreciar el paisaje era como un sueño.

El segundo día por aquel camino, mientras empujábamos las bicis por una pendiente, y tres días sin ver un solo coche, vimos aparecer un SEAT blanco.
Se paran junto a nosotros y de él baja nuestro amigo Stefano, al que venimos encontrando desde China y por el mismo camino él se dirigía a Afganistán.
Un par de horas más tarde, nos esperaban con la comida hecha.
Tenían preparado un exquisito plato con cerdo que acompañamos con vodka.
– ¡Tenemos que comerlo antes de cruzar a Afganistán!, nos dice Stefano sonriendo
Y comimos ese delicioso plato a la vez que disfrutamos de una vista espléndida…


Después tocó descender más de 1000 metros de desnivel para encontrarnos con el valle que forma el río Wakhan que viene de Afganistán, y que a partir de ahí, será ese río el que marque la frontera. Detrás pudimos divisar la cordillera del Hindu Kush,en Pakistán. Estamos en el extremo más occidental de los  Pamires,y detrás de ellos se esconde la cordillera del Hindu Kush, el comienzo del Himalaya. Aquí será la última vez que divise el Himalaya en este viaje…

Dejamos atrás el invierno y nos encontramos con pequeños pueblos que nos dan la bienvenida con el otoño…

…valles abiertos…

…y volvemos a pasar por lugares habitados, donde la gente nos saluda a nuestro paso…

…y después de compartir tiempo junto a ellos, nos cautivan con verdaderas muestras de humanidad…

Sus gentes hacen gala de una hospitalidad extraordinaria y nos invitan constantemente a tomar té en sus casas. Aquí tomar té significa que te van a sacar todo tipo de dulces para que se te abra el estómago antes de sacar algún plato enorme de comida…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bienvenidos a los pamires

Bienvenidos a los pamires

Os presentamos a los pamires…

Después de encontrarnos con otra pareja de ciclistas, Aitor y Laura (aqui su blog)y recibir los cuatro la buena noticia de que los pamires volvían a estar abiertos, decidimos embarcarnos en esta locura/aventura juntos.

Nos esperaba  esta remota e inhóspita región de Asia central donde se encuentran las cimas más altas del mundo  fuera del gran Himalaya.

La carretera por la que vamos a transitar fue construida por el ejercito soviético hace apenas 80 años, con la intención de facilitar el transporte de soldados y de mercancías a esta remota parte del imperio.

La encaramos de frente, desde  Sary Tash, el último pueblo que veríamos en Kirguistán.

Ante nosotros tenemos las imponentes paredes de las montañas por las que cuesta creer que alguien haya sido capaz de construir una carretera. A nuestra izquierda vemos el pico Lenin, y por detrás tímidamente se asoma el pico comunismo.

Bajo esas imponentes montañas los pastos se han secado y los prados donde hace unos meses los nómadas apacentaban sus ganados y montaban sus yurtas están deshabitados.

A medida que vamos avanzando se ve mas claro el valle por el que ascendemos. El seco lecho de un río baja directamente de un glaciar, aparentemente desde la misma dirección en la que vemos el pico Lenin.

En esta árida y seca región la forma de precipitación mas común  -única diría yo- es la nieve…

…donde la temperatura  no suele superar los 0ºC en el tramo más caluroso del día, el deshielo de la nieve o de los glaciares desaparece y los ríos se secan completamente. No hay que dejar volar mucho la imaginación para imaginar  que toda la nieve acumulada durante el invierno se funde y alimenta a estos cauces ahora secos y que bajaron con enormes caudales de agua en la época del deshielo formando torrenteras henchidas de agua bajando con rapidez y anegando los prados.

Sabemos que si nos pilla una gran tormenta de nieve, esa nieve no desaparecerá hasta la próxima primavera, por lo que es indispensable que nos carguemos de comida, no solo para aguantar los muchos días que pasarán hasta que volvamos a encontrar un pueblo, sino para ponernos en el peor de los escenarios posibles en los que tengamos que esperar a que se despeje la carretera de nuevo después de alguna tormenta.

Cruzo los dedos para que, aunque parezca muy raro,  nos pille por lo menos una gran ventisca.

El asfalto desaparece y de frente vemos  la lengua de un glaciar. Nos encontramos con fuerte viento de cara…

…y como estamos a 4000 m, notamos como los músculos se vuelven más pesados y tardamos más en recuperarnos. Es una extraña sensación que la provoca la falta de oxigeno y que nos obliga a controlar la respiración  mientras el corazón sube de pulsaciones de forma casi desbocada.

El paisaje es sencillamente impresionante…

El día se había levantado ventoso y nublado, al mismo tiempo que por el valle empezaba a aparecer nieve sobre el camino, a lo lejos comenzaban a mostrarse ente las finas nubes las primeras manchas de azul celeste, y que finalmente nos dejaron un cielo completamente limpio.

El viento antes  embravecido parecía estar tranquilizándose.

Llegamos a la cima del primer puerto, y por el que abandonábamos Kirguistán para entrar a Tayikistán.

Todo estaba nevado, y el sol en el oeste empezaba a esconderse detrás de las montañas, por lo que intentamos descender un poco por la carretera ya completamente cubierta de nieve. Nos apresuramos en buscar un sitio donde montar la tienda antes de que el sol se despidiera hasta el día siguiente y la temperatura bajara radicalmente.

Después de un pequeño descenso, nos encontramos con el puesto fronterizo de Tayikistán  donde un soldado tayiko, con su traje militar de apariencia soviética, con un kalashnikov colgado del hombro y un gorro con pinta de ser muy cálido  nos levantó una destartalada barrera y nos pidió los pasaportes.

Tuvimos que registrarnos y rellenar formularios en los tres controles de la frontera. Se nos hizo de noche pero en el control de inmigración  nos dejaron un container para que pudiésemos dormir protegidos del frío extremo que hacia fuera. Acababa de ponerse el sol y el termómetro ya marcaba -13ºC.

Al día siguiente todavía nos tocaba bajar lo que habíamos subido en el día anterior, y nos encontramos por primera vez con los increíbles paisajes del Pamir…

…que parecían mantos cubiertos de blanco, con sus ríos helados…

…y la carretera parecía dirigirnos siempre a lugares incluso más bellos…

Cualquier sitio era bueno para acampar. Nuestros días terminaban una vez  dentro de la tienda de campaña,  cuando el termómetro llegó a marcar -30ºC, y la idea de salir fuera nos daba mucha pereza…

Aunque el hambre apretó y en ocasiones  nos obligó a pasar frío mientras cocinábamos…

Era imposible encontrar agua y por las noches teníamos que derretir nieve para poder beber o buscar bajo la capa de hielo…

…de algún río helado…

…pero la naturaleza gracias a sus manantiales a veces nos regalaba el agua que brotaba de la tierra, donde no se congelaba…

Los colores del invierno se nos han quedado grabados en la retina. Significaban frío cuando las nubes heladas parecían desmoronarse sobre el horizonte…

…pero !Qué gusto volver a notar el cambio de estaciones cuanto más nos alejamos del ecuador!…

…y contemplar estos paisajes tan hermosos y salvajes que nos hacen sentir la naturaleza en su estado más puro.

A medida que cruzábamos puertos todo se volvía mas árido, y aun haciendo el mismo frío no había rastro de nieve por ninguna parte…

En esta inhóspita y remota región de Tayikistán, el país más pobre de las antiguas repúblicas soviéticas,  no disponen de electricidad.

A la hora de la llamada al rezo en las mezquitas el almuédano llamaba a los fieles igual que siglos atrás…

Hemos llegado ya a Murgab  y en el mercado…

…toca reponer provisiones porque todavía no hemos hecho ni la mitad del camino.

¿Venís con nosotros?

¿Quién se atreve?

Os aseguramos, que lo mejor está  por llegar.

 

 

 

 

 

Si se cierra un camino… ¡entonces se va por otro!

Si se cierra un camino… ¡entonces se va por otro!

Con tristeza leo en las noticias que los pamires en Tayikistán están cerrados.

Son escasas las noticias pero después de producirse enfrentamientos entre el ejercito tayiko y la población oprimida de la región de los pamires, el gobierno ha decidido cerrarlo a los extranjeros, ya que al igual que otros muchos lugares del planeta, lo primero a evitar  es que se conozcan fuera las atrocidades que se cometen y así seguir actuando impunemente, y nada mejor que no tener testigos, que puedan dar a conocer al mundo lo que allí está sucediendo.Y así el gobierno tayiko no concede mas permisos para visitar la región de los pamires.

Muchos de vosotros os preguntareis: ¿Qué son los Pamires? ¿Dónde están?

Los pamires es una región montañosa que aunque pueda parecer una continuación del Himalaya, no pertenece a esta. Se encuentra justo al norte, en Tayikistán, y fuera de la gran cordillera del Himalaya es donde se encuentran las montañas más altas del mundo.

Y seguramente muchos os preguntaréis: ¿Dónde esta Tayikistán?

Tayikistán es un pequeño país que hasta hace no mucho perteneció a la URSS, y hace mucho más, siglos atrás, por él transitaron algunas de las rutas de la seda más importantes, en su camino desde China hacia el oeste.

Y para que finalmente lo podáis situar en el mapa, nada mejor que decir que esta al norte de Afganistán, mucho más conocido por todos nosotros.

Teníamos planeado pedalear por esta preciosa y remota región, que al encontrarse en altura es una de las regiones mas frías de toda Asia, donde en invierno las temperaturas llegan a alcanzar los -60ºC.

Como no sabíamos cuando iban a levantar la prohibición decidimos cambiar el rumbo para calmar las ganas de montaña y nos dirigimos hacia el norte de Kyrgyzstan, donde  nos encontrábamos, para atravesar todas sus cordilleras de sur a norte, por carreteras secundarias, pues veníamos con ganas de guerra, de sufrimiento y de despedirnos de las montañas por un tiempo.

Y como guerra queríamos, guerra nos encontramos…

…pero que más da, si mires a donde mires el paisaje te hace olvidar  lo duro que es todo…

Puertos…

.. más puertos…

…más puertos…

…y con ellos llegaban los cambios de estaciones.

El fin del verano traía la temporada seca, las cosechas,…

…y a medida que nos acercábamos al norte, casi sin darnos cuenta, ya estaba aquí el  otoño acompañado  del frío …

…con multitud de colores…

…aunque no tan vivos como hacía tan solo unas semanas atrás…

Cuanto más subíamos hacia el norte, el otoño desaparecía para dar paso al invierno que nos ofreció las primeras nevadas del año…

…que nos obligaron a empujar las bicis por caminos cubiertos de nieve…

… y sobre esa nieve podíamos distinguir  marcas  que bien podrían ser de algún felino, o  de lobos.

Y para compensar el esfuerzo la naturaleza nos agasajó con espléndidos paisajes. Más duro es el camino, más dulce su destino, y por muy raro que suene, es de las pocas veces que me ha costado más bajar un puerto, que subirlo…

Estuvimos dos semanas por caminos de tierra en nuestro empeño de llegar al lago Song Kol, y cuando llegamos, a más de tres mil metros de altura, la luz se desvanecíó por completo  en cuanto se puso el sol y dejándonos inmersos en la más absoluta oscuridad, y la temperatura llegó a los -20ºC…

Agotados, oliendo a rayos y con ganas de descansar, llegamos a la capital de Kyrgyzstan, Bishkek, posiblemente la ciudad con los habitantes más antipáticos de todo el mundo, pero allí recibimos con alegría la buena noticia de que habían levantado la prohibición de transitar por los pamires y que podríamos visitarlos.

Era casi noviembre,  las temperaturas allí serán extremas, posiblemente nos encontremos con ventiscas, pero nada mejor que recorrerlos en invierno para así despedirse como es debido de la alta montaña. Se lo merece.

Para allí vamos.

¿Te animas?

 

Bienvenido a los ‘stans’…. ahora Kyrgyzstan

Bienvenido a los ‘stans’…. ahora Kyrgyzstan

Después de entrar en China descubrimos que el cónsul de Kyrgyzstan en Islamabad nos sableó y que nos dio un visado que no era necesario para entrar en Kyrgyzstan, el muy corrupto nos había estafado.

Abandonamos la ciudad de Kashgar camino de Kyrgyzstan con unos cuantos euros menos y con el deseo de que el cónsul se los tenga que gastar en medicinas para almorranas.

En Kashgar pudimos comprobar, de nuevo, que el huracán chino había pasado por esta ciudad y que nada le queda a esta ciudad de histórica, y se asemeja tanto a cualquier ciudad china con sus luces de neón y calles comerciales que al igual que la mayoría de lugares históricos de China parecía un parque temático. Apenas queda nada de la ciudad en la que divergían las caravanas en su camino hacía oriente para bordear  el desierto de Taklamakán.

Nos pudimos dar una vuelta por el mercado de animales…

…y pudimos comprobar que después de pasar mucho tiempo en la India y Pakistán, las cosas más extrañas …

llamaban nuestra atención…

Al igual que cuando entramos en China no se nos permitió hacerlo en bicicleta, al salir del país nos sucedió lo mismo. En inmigración, a 150Km de la frontera, nos obligaron a subir las bicis en un camión hasta el control militar en la línea divisoria entre las dos naciones. Lo agradecimos porque la carretera estaba en construcción y estaba hecha ruinas. En China cuando se construye algo, antes, lo destruyen  completamente.

Cruzar a Kyrgyzstan nos hizo viajar en el tiempo y nos encontramos con algunas escenas que nos hicieron recordar películas de la época soviética. No fue tan solo el uniforme militar de un soldado de Kyrgyzstan, sino los rastros de una época bélica, la decadencia de un imperio…

… y de demasiadas películas de hombre bueno americano y hombre soviético malvado, recreadas en algún lugar de la antigua URSS, como por ejemplo Kyrgyzstan…

Dos polos opuestos. Mundos antagónicos

Dos polos opuestos. Mundos antagónicos

Ya iba siendo hora.

Casi un año después de entrar en el subcontinente indio y después de cruzar el Himalaya desde el Tíbet y de haber recorrido Nepal, Bangladesh, la India de este a oeste y al final Pakistán, mi cuerpo venía pidiéndome grandes cambios.

Podríamos haber abandonado el subcontinente por el histórico paso de Khyber, que une Pakistán con Afganistán. Uno de los puntos estratégicos más importantes del mundo, el famoso paso que ha visto pasar grandes ejércitos, como el de Alejandro Magno o los del gran imperio británico, y que hoy es el paso de abastecimiento para los ejércitos de la coalición en Afganistán.

Aunque menos conocido e importante, por el norte, el  paso de Khunjerab no une tan solo dos países, sino dos mundos completamente diferentes. China un país ateo con Pakistán un país donde el pilar fundamental de la sociedad es la religión.

China, ocupó en 1958 el Turkestán oriental, hoy llamado Xinjiang, se encuentra al otro lado del Karakorum.

Pero no han sido solo los drásticos los cambios políticos los que percibimos, sino también los geográficos y demográficos.

A un lado de la frontera paisaje alpino …

…y al otro, de altiplano…

Fueron  unos pocos metros de distancia los que nos separaron de  la amabilidad que habíamos disfrutado y de la hostilidad que empezábamos a percibir. Los pakistaníes, amables y de aspecto informal  casi nos  abrazaban para despedirnos lo que contrastaba con la bienvenida que nos dieron en el país chino, donde fuimos recibidos por  jóvenes soldados chinos -no uigures- , todavía con visible acné en la cara y dando órdenes a gritos -en mandarín- los procedimientos muy estrictos que tuvímos que seguir, primero en un control militar y más tarde en inmigración.

Este tramo está prohibido hacerlo en bicicleta y nos obligaron a subir en un autobús desde su límite con Pakistán, siguiendo el riguroso control del régimen chino sobre sus fronteras, alimentado por su paranoia de extrema seguridad y control.

Cuando crucé desde Vietnam a China el control fue ya exhaustivo, y viniendo de Pakistán este control prometía ser todavía más. Y no me equivoqué.

Milímetro a milímetro casi desmontan el autobús, nos miraron cada partícula de las alforjas y bicicleta, y nos mostraron su autoridad para dejarnos bien claro quien mandaba, aunque el que parecía que mandaba todavía no  se le veían indicios de que le hubiera salido el más mínimo vello en ninguna parte de su cuerpo.

¡Bienvenidos al estado policial chino!

Y a pesar de esto, el contraste fue incluso mas geográfico que político.

Las frías e inhóspitas tierras altas del altiplano son hogar tan solo para animales capaces de sobrevivir las condiciones mas extremas…

A lo largo de las impecables  carreteras (si no está en obras, por supuesto) se abrían extensiones enormes. Ya no eran valles cerrados como en Pakistán…

…ahora eran espacios abiertos …

…inmensos…

…donde las montañas se podían ver desde sus pies hasta sus cimas.

Volver a China no despertaba ningún interés, aunque esta vez fuera a la famosa ciudad de Kashgar, ya que en China si has visto una ciudad has visto todas. La revolución cultural de Mao Zedong se encargó de borrar todas las señas de identidad, y hoy en día, son solo edificios modernos de acero, hormigón y cristal los que sustituyen a los que no hace mucho fueron los edificios de una ciudad milenaria, una herencia de la humanidad.

Muy triste, pero en China solo vale lo rentable y lo que más dinero da. Y aquí hay petróleo y gas y a la población autóctona, los uigures, los están desplazando o diluyéndolos en medio de una población cada vez más numerosa de etnia ‘han’, mayoritaria en China, y que el poder promueve para engullir, contrarrestar y aislar a los uigures y neutralizarlos sin que opongan resistencia como ya ocurrió en el verano del 2009.

La diáspora uigur se refugia en los países fronterizos y los intentos de Pekín son grandes para que los países que los acogen  controlen sus actividades. Aquí también ha llegado la lucha contra el terrorismo, el extremismo y el separatismo, así es como Pekín se refiere  al activismo uigur.

 

 

 

 

Islam, ramadán, Pakistán

Islam, ramadán, Pakistán

No es que en la India traten a la mujer de una manera más justa, pero no deja de impactar que nada mas cruzar la frontera la mitad de la población ande escondida en sus casas o esté bajo burkas…

La religión es la excusa perfecta para someter al más débil, en este caso la mujer…

El constatar de nuevo esta realidad ha sido la parte más triste del viaje.

Pakistán, como país islámico, lo considero un auténtico paraíso para viajar, ya que su religión predica la hospitalidad, y aquí se toman la religión de una manera muy seria.

Cruzamos desde la India en el ecuador del ramadán, cuando las noches estaban alumbradas por la luna llena, lo que significaba que todavía quedaban dos semanas para que se acabase ese infierno, y más si viajas en bicicleta en época de verano, cuando los días son más largos y el calor aprieta más fuerte y nos toca hacer la dieta del ramadán.

Beber en público no está bien visto, y al atardecer cuando las familias se reúnen para rezar…

 …

…y celebrar el fin de otro día, en el que se ha cumplido el compromiso con Dios de hacer ayuno desde el amanecer hasta el atardecer, algo tan simple como beber un poco de agua se convertía en un autentico placer…

El mes del ramadán no consiste tan solo en ayunar, sino también en mostrar generosidad. Se reza por los demás, se ayuda al que más lo necesita, y toda esa espiritualidad se se siente durante todo el día, y más cuando eres un invitado en su país.

Aun así, lo mejor de todo fue celebrar el fin del ramadán con la fiesta de Eid Mubarak, un día festivo donde las familias se reúnen en las mezquitas…

…y por nuestra parte celebramos que ya no tocaba comer a escondidas, y que podíamos pegarle un buen trago a la botella de agua cuando el sol estaba justo encima de nuestras cabezas.

Desgraciadamente en Pakistán hemos perdido demasiados días tramitando visados, lo que nos ha mermado mucho el tiempo que queríamos dedicar a recorrer el país. Finalmente, el norte y sus montañas ha sido el lugar elegido en nuestro camino a China.

En Pakistán se encuentran posiblemente las montañas más bellas del mundo y donde puedes ver que sus glaciares bajan casi hasta la carretera…..

 

…pero siguen estando llenos de colores…

La carretera del Karakorum, que teníamos que recorrer para atravesar de nuevo el Himalaya, hasta llegar a China, no sería un camino de rosas. Nos acompañó el mal tiempo que nos privó de las vistas de las cimas de las montañas…

La carretera discurre por uno de los márgenes del río, pero en el 2010 un desprendimiento lo bloqueó y se formó un lago que hoy sepulta la carretera bajo sus aguas a lo largo de más de 20Km…

…y ahora el único modo de salvar ese obstáculo es atravesarlo en barca…

 

Con escolta de camino a Gilgit

Con escolta de camino a Gilgit

Mientras esperábamos a conseguir, en Islamabad, los visados de China, Kyrgyzstan y Tajikistan, justo 5 días antes de Eid Mubarak, el día que los musulmanes celebran el fin del ramadán, un grupo de hombres armados bajaron de un autobús a 25 chiítas y los fusilaron a plena luz del día. Unas horas más tarde los talibanes de Pakistán se hacían responsables de los hechos.

Esto ocurría en la carretera del Karakorum, a pocos kilómetros de Gilgit, de mayoría chiíta.

Y a Gilgit nos dirigíamos nosotros en nuestro camino hacia China, pero el ejército pakistaní cortó la carretera y declaró un toque de queda para evitar mayores derramamientos de sangre.

En su gran mayoría la población de Pakistán pertenecen a la rama sufí, aunque hay regiones donde los chiítas y otras ramas del islam son mayoría, como por ejemplo Gilgit, que pertenece a la región de Gilgit-Baltistan.

La  carretera estuvo cortada mas de 10 días, lo que alargó nuestra espera en Islamabad.

Finalmente, el día 24 de septiembre, el ejército tras garantizar la seguridad de la carretera, volvió a abrir el tráfico, pero ahora todos los vehículos viajarían con extrema precaución.

A la ya tensa situación, en la que por la noche los vehículos estaban obligados a viajar en convoy, escoltados por el ejército, ahora en cada vehículo, ya fuera de día o de noche, viajaría con un soldado, además de la escolta con patrullas permanentes que proporcionaban desde las afueras de Islamabad, en el distrito donde supuestamente asesinaron a Bin Laden, hasta la entrada en Gilgit, 600 Km más adelante.

Se notaba tensión, y lo pudimos comprobar cuando al autobús, en el que nos obligaron a viajar,  le reventó  una rueda  y la expresión de las caras de los viajeros mostraban algo más que sorpresa. Se asomaban por la ventana y al comprobar que la explosión era provocada por el reventón de un neumático empezaron a decirnos que no pasaba nada y todo el mundo nos decía que nos nos preocupáramos.

Cada vez que bajábamos nos acompañaba un soldado, que era nuestra escolta…

 

Tras varios pinchazos, infinitos controles y largas esperas por los convoyes, llegamos después de 24 horas de viaje a Gilgit.

Eran las once de la noche y la ciudad estaba completamente a oscuras y con la sola presencia de las fuerzas de seguridad.

El autobús nos dejó en las afueras, y en hostal donde queríamos alojarnos estaba a 6 Km, en pleno centro, y los militares no nos dejaron continuar.

Insistimos en que nos dieran alguna opción, por si nos pudieran escoltar por las oscuras calles de la ciudad, pero nos dijeron que no era posible.

Como siempre, tan hospitalarios y preocupados por satisfacer siempre al invitado, nos buscaron una solución.

Nos subieron en un autobús lleno de soldados , en la que en cada asiento se asomaba la mira de un kalashnikov.

Entre varios soldados y yo empujamos rápidamente la bicicleta de Natalia por la puerta, un soldado le dio su fusil a Natalia para que lo sujetara.

Como si se hubiera olvidado de él, ya sentados en el autobús, Natalia estaba sentada con la ametralladora sobre sus piernas.

Nos dicen que ahora estamos completamente a salvo. Solo hace falta mirar a nuestro alrededor donde con cada cabeza se asoma una metralleta.

El autobús paraba a recoger a los soldados que hacían guardia en las calles lo que hacía que después de cada parada quedase menos sitio en el autobús.

De repente, nos indican  que tenemos que bajarnos,que ya estamos en el hostal donde nos queremos alojar.

La calle esta totalmente oscura y solo la alumbra las luces del autobús.

Con prisas bajamos las bicicleta y las alforjas. Se despiden rápidamente y con el autobús ya en marcha tirando la ultima alforja nos señalan un callejón en la oscuridad, donde supuestamente esta nuestro hostal.

El autobús se aleja y nos quedamos solos  en medio de la más plena oscuridad.Sin negar que estábamos un poco acojonados.

Hemos pasado de sentirnos las personas más protegidas del planeta, a las más desamparadas. Los prejuicios y la imagen que los medios de comunicación hacen de este país están haciendo sus efectos.

Empujamos las bicicletas y con la luz de ellas nos dirigimos, entre ladridos de perros, hacia el callejón. Nos abren un portalón y en medio de la oscuridad alguien nos invita a entrar en lo que será nuestro refugio. Nos dan de cenar y comprobamos que los lugares no son tan peligrosos como nos hacen ver.

Al día siguiente y ya con la luz del sol pudimos pasear por sus calles desiertas y con todos los comercios cerrados…

Sin la presencia militar, que era más que notoria, la impresión que tuvimos era la de estar paseando por un pueblo deshabitado, pero había algo que nos hacía sentir la presencia de la gente.

Al día siguiente por la noche mientras cocinábamos en el jardín del hostal, escuchábamos ráfagas de tiros que sonaban no muy lejos.

Bienvenido a Pakistán

Bienvenido a Pakistán

A pesar de que fue hace poco más de 60 años que la India y el Pakistán dejaron de ser un mismo país, hoy son dos grandes enemigos con varias guerras entre ellos.
El único paso fronterizo entre la India y Pakistán está en Whaga, a medio camino entre Amritsar y Lahore, en pleno corazón del Punjab,  el que  ha sido el camino que más refugiados y desplazados por una guerra  jamás ha visto pasar.
Hoy en día, al cerrar la frontera cada tarde,  se realiza una extraña celebración, en el que cientos o miles de personas, se reúnen para animar cada uno a su equipo: su país.
Soldados de cada país se enzarzan en un ridícula ceremonia en la que al bajar la bandera y cerrarse de un portazo los portalones que separan las dos naciones, se dan la mano, y así se despiden hasta el día siguiente que harán exactamente lo mismo. Es difícil saber si están de broma o demasiado en serio.
Los espectadores del lado indio gritan: ¡Vida la India!, en el lado pakistaní solo se ven hombres y gritan: – ¡Larga vida a Pakistán! ¡Alá es grande!
En el lado indio la afluencia es mucho mayor. Hay puestos de comida rápida y refrescos,  vendedores ambulantes que intentan vender banderas de la India, DVD,s de la ceremonia, palomitas y cualquier cosa a la que alcance tu imaginación.
Luego,para volver a Amritsar hay que sufrir un atasco por las miles de personas que allí se han desplazado. Y si en la India hacen falta dos indios para crear atasco, imaginaros cuando hay miles.
Al día siguiente tuvimos que regresar a la frontera, esta vez con las bicicletas, pero no para ver la ceremonia, sino para cruzar a Pakistán.
Costaba reconocer el paso fronterizo ya que ahora estaba desierto, solo se veían las caras de los pocos soldados que allí había, los de inmigración, y la gran fotografía de Gandhi que te daba la bienvenida en la India.
Al otro lado, en Pakistán ,era la foto de su fundador, Muhammad Ali Jinnah.
En el lado pakistaní nos reciben con los brazos abiertos, nos hacen sentir bienvenidos, y nos miman por ser de los pocos extranjeros que se aventuran  a entrar en su increíble y maravilloso  país, además de practicar uno de los pilares de su religión,  el islam, que es la hospitalidad.
Saben que la reputación de Pakistán es fatídica gracias a los medios de comunicación, pero por estadística, por ejemplo, los Estados Unidos son un país mucho mas peligroso donde viajar, en el que las muertes por armas de fuego son 5 veces más que las muertes relacionadas por terrorismo en Pakistán, aun así, los medios de comunicación  nos hacen creer todo lo contrario.
Y así es , una vez en Pakistán todo el mundo para a saludarnos, a invitarnos a sus casas y a darnos la bienvenida a Pakistán.