Anonadado observo el mapa que tengo delante de mí, y en el veo las carreteras que me llevarán hasta Madrid.
Sentado sobre el césped del parque en el que acampé ayer, a unos cien metros de la carretera nacional, espero a que se enfríen los macarrones con tomate que voy a desayunar. Visualizo el momento que tanto me he imaginado este tiempo, el del encuentro con mi familia y amigos, y el recorrer las carreteras después de tantos países visitados, pero que esta vez son las de mi país. Aunque he de decir que mas que nunca me siento de ningún lugar.
Estoy en la provincia de Lugo, y ayer me despedí de mi padre en Cedeira, para dirigirme y terminar esta primera etapa del viaje, que termina en Madrid.
Allí en Madrid me esperan amigos y familia, y un trastero donde guardar la bicicleta hasta que empiecen los meses mas fríos y poder continuar por África atravesando el Sahara dirección al punto mas austral posible: el cabo de Buena Esperanza.
Toca cargar pilas, poner la bici a punto, y encontrar colaboradores que ayuden en esta nueva etapa. Deciros que vosotros también podéis comprando una fotografía.
Ahora, y sin que esto sea la norma, pienso más en llegar que en disfrutar del camino, y aun así me es imposible no apreciar y observar todo lo que me rodea.
Veo mi país con ojos diferentes, con muchas referencias con las que comparar, y con los sentidos bien trabajados como para no dejar escapar nada de lo que veo pasar.
El canto de los pájaros al atardecer, las chicharras en las horas más calientes del día, el viento húmedo de las tormentas de verano…
…
…el aire fino seco y abrasador un medio día en el corazón de Castilla…
… el color amarillento de los campos de cultivo…
Los carteles de las fiestas del pueblo vecino anuncian una orquesta, y los más mayores pasan los días en un banco bajo la sombra de un árbol.
En los bares abarrotados echan partidas de cartas, y al entrar en uno de ellos veo, con pesar, como los paisanos disfrutan de una corrida de toros; es la triste herencia a la que algunos llaman cultura y tradición.
Una estampa muy española, pues en el resto de países europeos vecinos, las calles sin un alma y con las tiendas cerradas a cal y canto parecían ciudades fantasmas que contrastan con la cantidad de vida que fluyen por las calles españolas.
Me paro a tomar un “relaxing cup of café con leche in the plaza mayor” del pueblo, mientras observo a la gente pasar…
No así en los abandonados pueblos del campo en plena decadencia, lejos de los días de gloria que vieron pasar hace no mucho tiempo…
Los últimos montes que hacen ameno el viaje los dejo atrás, en León…
…y me adentro en las inmensidades oceánicas de Castilla escogiendo finalmente las pistas forestales entre pinos…
…hasta que, sin darme cuenta, estoy en Segovia, y delante de mi las montañas que me separan de casa….
En el camino se iban uniendo amigos para acompañarme en los últimos kilómetros, y disfruté en compañía de la última noche en ruta bajo las estrellas.
Tengo una mezcla de sensaciones. Acompañado por mis amigos tengo la sensación de no haberme ido nunca. Son esos lugares antes tan cercanos parte de un recuerdo muy lejano. Tanto, que no tengo la sensación de haber estado en todos los lugares por los que he pasado. Pasan de ser una realidad algo tangible y real, a algo imaginario parte solo del recuerdo.
Cuento batallitas junto al ruido del río en el que hemos acampado. De entre los altos pinos diviso las estrellas….
El cielo, aunque con menos claridad, es el mismo al que observaba, por ejemplo , en Kirguistán.
Por un momento, mi mente viaja lejos, tan lejos como el lugar del que vengo.
Y ahí, en casa, me esperan familia y amigos, y llegamos a ser unas cien personas en bicicleta acompañándome en los últimos kilómetros…
¡¡¡Presumo de amigos!!!
No podía ser mejor el recibimiento y bienvenida, y saber que después de tanto tiempo los amigos no es que sigan ahí, sino que son mas amigos que nunca.
Ahora toca descansar, que África esta a la vuelta de la esquina y va a ser de todo menos fácil.
Muchas gracias por estar ahí, por todo el apoyo que me habéis brindado en estos años, y muy pronto espero teneros de nuevo virtualmente junto a nosotros por muchos kilómetros más. Ha sido un verdadero placer compartir esta aventura con todos vosotros.
No es una despedida, sino un hasta luego… Nos vemos en dos meses por el continente africano, pero hasta entonces atentos al blog porque seguiré subiendo fotografías.
¡¡Un fuerte abrazo!!