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Author: Javier Bicicleting

Mi fotografía favorita

Mi fotografía favorita

Ayer en la entrevista en El Larguero , me preguntaban si entre tantas fotos tenía alguna que fuera mi favorita.

La respuesta fue que sí.

De entre todas las fotos, hay una que para mi destaca entre las demás. Seguramente no sea la mas bonita, pero es la historia que veo en la foto.

En el año 2005 viajé por Pakistán, visitando las zonas tribales en el noroeste fronterizo con Afganistán.

Era una ciudad, que desgraciadamente sale demasiado en las noticias, Peshawar.

A las afueras de Peshawar, tras volver de visitar Darra y su mercado de armas (aquí el reportaje que publiqué), me encontré rodeado de pakistaníes curiosos, invitándome a té y preguntándome sobre mí.

Tras el grupo de hombres que me rodeaba, vi a una niña recogiendo botellas de plástico del suelo.

Llevaba semanas sin ver una sola mujer,  ya que las pocas que vi en la calle iban tapadas con el burka.

Estaba atardeciendo pero el color de la luz estaba oculta tras una nube de contaminación y polvo.

La ruta de la amistad. 2ªParte.

La ruta de la amistad. 2ªParte.

Llevaba ya muchos días pedaleando y sin tomarme ninguno de descanso. El cansancio se empezaba a acumular, añadiendo que a estas altas alturas por las que circulo hay la mitad de oxigeno que al nivel del mar y el músculo tarda mucho más en recuperarse.

Los cielos seguían cubiertos, y las nubes al estar tan pegadas al suelo daba la sensación de encontrarse en una tormenta apocalíptica, en las que mi tienda sufrió mas que yo.

Los únicos animales capaces de vivir en estos terrenos tan áridos son cabras y ovejas, que día tras día se mueven de un lado a otro y por la noche duermen en lo que parecen ser pueblos abandonados, en ruinas. Pesebres de adobe de otra era.

El viento, igual que  los últimos meses, siempre me lo he encontrado de cara.

El tiempo empeoro radicalmente, y se veían enormes nubes tras el Himalaya…

que del subcontinente indio venían cargadas con las últimas lluvias del monzón, y a estas alturas, aqui sería en forma de nieve…

Después del último puerto…

comienza el descenso más largo del mundo, dejando atras el Himalaya y bajando por un valle en el que sin avisar la nieve es sutituida por lluvia, los  campos áridos desaparecen y ahora solo veo increibles bosques en las laderas de las montañas en las que el blanco de las cascadas que las salpicaban, dibujaban todo el paisaje…

Parecía encontrarme de repente en otro mundo.

El olor a agua, a humedad, el olor a vida había estado ausente en los últimos meses y ahora el aire ya no era  tan fino y seco.

La carretera serpentea por acantilados…

…en las que cascadas caen a la carretera y paso bajo ellas…

Disfruto como un enano en un día de lluvia corriendo por los charcos de barro hasta arriba, y es entonces cuando veo mi primer camión Tata en muchos años, parado en la carretera y unos nepalies bajo él,  llenos de grasa, reparando esta indestructible máquina.

Atras se queda el Tibet.Casi con lagrimas abandono ese lugar tan misterioso y de naturaleza pura donde su gente me ha dado todo.

Pero teniendo a Nepal a la vuelta de la esquina, poco se tarda en seguir igual de feliz!!

¡¡Muchas gracias!!

¡¡Muchas gracias!!

Al cumplir el primer año en bicicleta, el 30 de septiembre, recibí la increíble noticia de que habíamos ganado el concurso y sus 500 euros en material deportivo.

Ha sido gracias a vosotros, y este invierno cuando esté bien tapado dentro un buen saco, a temperaturas glaciares en el Himalaya, tendré muy en cuenta de que no hubiera sido posible sin vuestra ayuda.

Desde Kathmandú, os agradezco enormemente vuestra ayuda para conseguir este material y poder seguir realizando mis sueños.

Gracias por estar ahí.

La ruta de la amistad. 1ªParte.

La ruta de la amistad. 1ªParte.

¡¡Por fin!!. Ha llegado uno de los momentos más importantes del viaje. Atravesar la cordillera más grande del mundo, donde se encuentran la mayoría de los ocho miles, el Himalaya. Meses de quebraderos de cabeza pensando en como podría atravesarlo, ya que el elevado precio de los permisos disuaden a cualquiera y  era algo con lo que tan solo podía soñar, pero gracias a Currencies Direct y AFL, dos de mis patrocinadores, el único problema que me encontré no fue  mas que subir los puertos de más de 5000 metros de altura. Seis años después vuelvo a cruzar el Himalaya  por la famosa Ruta de la Amistad, que une Lhasa con Kathmandu. Entonces lo hice en 4×4, con cielos muchos más despejados y temperaturas mucho más agradables. Más de 1000 Km de carretera dejando a mi vera lagos sagrados…

…campos de trigo y  gente recogiendo la cosecha…

…imponentes picos en carrera hacia el cielo…

…puertos de más de 5000 metros,y una carretera asfaltada en perfectísimo estado…

…la gente me regala sonrisas…

…y los que antes eran mis grandes enemigos, ahora eran mis amigos…

Por desgracia, el agua de la piscina de mi chalet estaba demasiado fría para darse un chapuzón…

…y si no , el chapuzón ya vendría del cielo…

Sentí la naturaleza en todos sus estados, incluso una noche, recién metido en mi tienda de campaña, viví un terremoto, que más tarde informarían que a tan solo 130km  al sur, había arrasado aldeas en el norte de la India.

Al ver un glaciar, no puedo evitar intentar llegar hasta él.  Aparco la bici, y me dirijo río arriba hasta las paredes de hielo,  que con forma de cascada, parecen estar pegadas en vertical desafiando a la gravedad. El olor del viento , el frío, la nieve….

La naturaleza se hace más grande y a mí me hace sentir pequeño. Disfruto con el frío, el viento, la lluvia, mientras pedaleo en la bici con mi precaria ropa de fabricación china que se cae a cachos día a día. Es el reto de superar una de las barreras geográficas más grandes del planeta. No son las vistas, sino el sentimiento de cruzar una meta, algo que siempre me pareció tan difícil que ahora se me hace fácil. Disfruto más, cuanto más difícil es el camino.

La Ruta de la Amistad, comparada con los caminos de las otras provincias tibetanas en las que he pasado los últimos meses, ha sido sin duda la parte mas fácil y placentera. Tras pasar ya varios meses en las regiones mas intactas del Tíbet, he encontrado esta región mucho menos interesante, donde los niños me saludaban pidiendo dinero, y en vez de ser invitado, me invitaban a que les invitase. Los pastores me pedían dinero por hacerles una foto con su rebaño…

También quería ver el Everest desde el balcón de los Himalayas, pero para entrar a su parque natural tenía que pagar una cantidad enorme de dinero, así que decidí colarme de noche.

Mientras la policia dormía en el puesto de aceso, me salté el control a las dos y media de la madrugada, asustado por perros que me ladraban y se me acercaban. Auxiliado por la luz de mi linterna subí un puerto por un camino de tierra hasta un paso de montaña superior a los 5200metros. El viento era cortante, y caía un suave granizo. Cada  vez que veía venir algún vehículo, me salía fuera del camino y esperaba escondido a que  pasara. Apagaba la linterna y estaba rodeado por la oscuridad y el ruido del viento. Fueron cuatro horas pedaleando en la oscuridad, atravesando algún riachuelo helado en el que a punto estuve de irme al suelo, hasta alcanzar el punto más alto, a 5262m, y durante ese tiempo tan solo pude ver brevemente en el cielo a Orión. Por desgracia, al amanecer las nubes seguían ahí, con los rayos del sol intentando colarse entre las nubes…

Pensé que no tendría suerte, pero poco a poco el cielo se fue despejando…

…y volví a disfrutar 6 años mas tarde  de: El paisaje más bonito del mundo.

Ante mi tenia la cordillera del Himalaya, donde el blanco de la nieve aparecía tras las colinas desérticas. Un muro donde se alojan cuatro ochomiles. Liderado por el Everest (8848m), una mole triangular de roca y nieve, y junto a él, el Lhotse (8516m) ,el Makulu (8463m)  y el Cho Oyu (8201m) .

Ni el frío impidió que disfrutara de ese momento. Feliz y helado, me tocaba bajar ese puerto que había subido a oscuras,  y fue  esto  lo que me encontré…

Soñé con Lhasa.

Soñé con Lhasa.

En el tren de las nubes me dirijo hacia Lhasa, la capital del Tíbet.

Viajo en  la clase más económica, en asiento, rodeado de tíbetanos , mientras en primera clase  solo hay chinos y turistas…

Son 24 horas de viaje por el altiplano, sobrepasando los 5000 metros, entre colinas blancas y pastos de yak.

Han pasado más de 24 horas y finalmente llegamos a la “ciudad prohibida”.La familia  tibetana que venia sentada junto a mi se despiden con pena y me ayudan a sacar mis alforjas.El hijo mayor ,un monje que vive en Daramsala, me da su numero para que le llame cuando llegue a la India.

Me bajo en la estación , un edificio nuevo y moderno que se asemeja a la arquitectura del palacio de Potala , pero como casi toda construcción en china , es puro hormigón y acero.

Desde la última vez que la visité hace 6 años las cosas han cambiado y mucho.

El nuevo tren que la conecta con el resto de China la ha convertido  en un popular destino turístico, y como en el resto de ciudades chinas se ven edificaciones feas de hormigón que crecen como hongos, entre canteras y fabricas.

Centros comerciales, comida rápida y tiendas de electrónica salpican cada rincón de sus calles principales.

Ante el grandioso palacio de Potala, una gran pantalla de televisión muestra anuncios en el edificio del China Post, y tras las revueltas del 2008, la ciudad esta tomada por militares y policías, que hacen guardia en todas las calles.Me recordaba a Jerusalem.

En el centro de la ciudad, lo poco que queda antiguo, esta el mágico templo Jokhang…

…donde miles de tibetanos circunvalan el templo a diario, repitiendo “ohm mani padme hum”, con sus mala (rosarios) en mano.

Algunos se postran ante el templo y hacen reverencias. Muestran su devoción, se arrastran por el suelo y se vuelven a levantar. Así indefinidas veces, ante la mirada  de jóvenes soldados chinos que patrullan la ciudad armados hasta los dientes…

Los turistas armados con cámaras impresionantes, fotografían a los devotos tibetanos como animales de circo…

Muchas veces con falta de respeto.

Grupos de chinos imitan a los  lhasapas y sus rituales religiosos entre carcajadas.

-Ahora te toca a ti!- un chino le dice  su mujer al levantarse del suelo imitando a una familia de tibetanos.

Otro chino, durante largo rato,   a muy poca distancia apunta con un imponente teleobjetivo a la cara de un pequeño, ante la mirada incrédula de sus padres, que aunque parecen incómodos, son incapaces de decirle nada a este molesto intruso.Acaban siendo 5 personas acosando a este pequeño con sus super-camaras que parece mas la banda de un campo de fútbol en partido de Champions que un lugar religioso.

No me he encontrado cómodo haciendo fotos,me daba incluso vergüenza sacar la cámara,y sentirme como esa gente caza instantáneas, sin respetar nada con tal de conseguir una foto.He disfrutado mas dejando a los Lhasapas tranquilos.

A pesar de todo, Lhasa sigue siendo un lugar mágico, con una rica cultura, donde sus mercados siguen siendo tibetanos, con olor a mantequilla de yak  e incienso…

…y algunos de sus templos,siguen siendo  lugares mas religiosos que turisticos…

Música techno tibetana anima las calles, y en algunas tiendas se ven cuadros de Buda junto a retratos de Mao Zedong.

Del Dalai Lama está prohibido, el gobierno chino lo tiene considerado como un peligroso terrorista que amenaza la paz de la gran China.

En el resto de las provincias tibetanas, donde la colonización china es menor,  la mayoría de camiones llevan fotos del Dalai Lama pegadas en la luna frontal.

Su antigua residencia, el palacio de Potala, es un importante lugar de peregrinación, donde monjes y peregrinos circunvalan el edificio…

…y cientos de turistas lo visitan cada día pagando 100 Yuanes (mas de 10 euros), por visitar hoy en día, un enclave que en parte es militar.

Días de frío y soledad.

Días de frío y soledad.

De un día para otro el sol dejó de calentar. A pesar de ser medio día y  estar el sol en lo mas alto del cielo, era imposible quitarse los guantes y la cazadora, ya que un frío glaciar se había quedado después de las ultimas tormentas.
Estaba recorriendo las zonas tibetanas mas remotas del noroeste de Sichuan, tierra de nómadas y perros agresivos que saltaban sobre  mi y la bicicleta en cuanto me despistaba un poco, y la única solución para mantenerlos alejados era ir cargado con piedras y en cuanto algún perro se acercaba rabioso con ganas de guerra, esperaba a tenerles a una distancia adecuada para lanzarles lo mas fuerte posible una piedra, y aunque fallara, que fue en raras ocasiones, salían corriendo  llorando con las orejas bajas y el rabo entre las piernas. A pesar de esto, en una ocasión, a punto estuvo uno de llevarse mi pierna, aunque una de mis alforjas no salio tan bien parada y hoy luce la marca de la dentadura de un perro agresivo. Ahora ya no es tan impermeable como antes.
El camino era mas suave y fácil, pero las rectas se me hacían interminables y es una de las pocas veces en las que he sentido soledad. Son muchas semanas pedaleando fuera de la civilización, sin encontrarme con nadie, falto de conversación, y mentalmente empezaba a estar mas agotado que físicamente.
Todavía me quedaban casi 1000 kilómetros para llegar a Xining, donde tenía que renovar mi visado para China e intentar tramitar permisos para entrar a la Región Autónoma del Tibet, y si fuera posible, conseguir los permisos necesarios para poder cruzar el Himalaya hasta Nepal en bicicleta. Es mi último mes en China, y ya hay que pensar en el siguiente destino. Un cambio me vendrá bien para seguir manteniéndome igual de ilusionado y volver a cargar las pilas.
Pero todavía me quedaba llegar a Xining, me encontraba muy lejos y el camino se me hacia eterno. Además tenia el tiempo justo antes de que se me acabara el visado, el calor no me acompañaba y el viento tampoco.

La carretera era mas monótona, y el frío glaciar no me dejaba dormir por las noches, en las que me mantenía despierto intentando darme calor en los pies dentro de el saco, contando las horas que quedaban hasta el amanecer, con la esperanza de que el sol me diera un poco de calor, y en las noches mas extremas, buscaba una casa de nómadas y un buen fuego donde refugiarme.
Por las mañanas el suelo se volvía blanco con una enorme capa de hielo…

…y el viento era tan seco y frío que parecía cortar la piel.

La bicicleta parecía pesar más, y me costaba sacar fuerzas para seguir. Estaba agotado físicamente y mentalmente. Echaba de menos a mi familia y amigos. Su compania me parecía tan lejana que me era difícil imaginármela.

En el fondo sabia que era algo temporal, que me hacia falta descansar y que días mejores llegarían.

Seguía en el altiplano en tierras elevadas a mas de 4000 metros sobre el nivel del mar, y las nubes estaban tan cerca del suelo que parecía posible tocarlas…

En estas tierras tan solo hay pasto para los yaks, y como combustible usan las boñigas secas de estos animales, que arden constantemente dentro de las tiendas, calentando el té de manteca, o fermentando la leche para hacer un rico yogur.
Durante semanas mi dieta se limitaba a Tsampa y yogur, y ya deseaba llegar a Xining para poder comer un buen plato de arroz con algo de vegetales, algo inexistente en estas tierras tibetanas.
La gente, como siempre, hospitalaria y amable, que a pesar de existir una enorme barrera cultural y de lenguaje entre nosotros, se esforzaban por ayudarme y entenderse conmigo…

…algo que los chinos deberían aprender de sus vecinos tibetanos.

A tan solo 300Km de Xining los días que me quedaban legalmente en China eran tan pocos que decidí parar, y buscar a algún camión en los que recorrer los últimos kilómetros. En vez de 3 días tarde 4 horas, cómodamente sentado en un asiento, escuchando música tibetana a todo volumen bajo la atenta mirada del Dalai Lama en una foto, y yo rezando en cada curva para que no apareciera otro camión a la misma velocidad que nosotros. Esta vez el ruido de la bocina lo escuchaba desde dentro de la cabina, y no desde el arcén de la carretera sobre la bicicleta.

Hoy, desde Xining, entre una densa nube de contaminación, marca típica de ciudad china, ya con el visado renovado, me vuelvo a las montañas hasta el día 12, donde tendré que volver para coger un tren hasta a Lhasa, ya con los permisos tramitados y las estúpidas exigencias del régimen chino, pero lo he conseguido, y el Himalaya lo voy a cruzar en bicicleta.
Esta vez va a ser diferente, ya que no viajere solo, sino con Marco y Piedad, una pareja española que viaja en bici desde Mongolia hasta Nepal en un proyecto  para recaudar fondos para una escuela, y que afortunadamente nos hemos encontrado en esta ciudad (www.viajamundeando.com)

Les conozco desde hace unos días y es como si les conociera de toda la vida.

Los tres, vamos a tener la suerte de cruzar el Himalaya en bicicleta, a traves del camino que se llama: “La Ruta de la Amistad”;  siendo amistad algo que el régimen chino parece desconocer.

De izquierda a derecha: Yo, Piedad y Marco (con su camiseta de los domingos)

Acariciando las nubes.Parte II.

Acariciando las nubes.Parte II.

Después de tanto bajar y subir valles, y romperme las piernas con tanta subida, casi sin darme cuenta me encontré en un altiplano…

…y lo único malo fue tener el viento en contra casi todo el día, aunque al atardecer el viento parecía amainar y podía disfrutar de un merecido descanso al acabar el día…

Atardeceres los ví todos, pero al amanecer prefería quedarme dentro de mi saco de dormir esperando a que llegaran las horas en las que más calentaba  el sol.

En los altiplanos tan solo habitan nómadas, y en sus prados pastan sus rebaños…

…que usan como medio de transporte, o que luego nos dan de comer…

Antes de llegar a Manigango me quedaba bajar al valle del río Yangtze…

…por un terrible camino de piedras aunque con preciosas aldeas tibetanas…

…y al final sólo queda superar el puerto Tro La, de 5050m …

…con una carretera tan precaria, pidiendo a Buda en cada curva que no aparezca ningun conductor psicópata, que tanto abunda por estas tierras…

Ya sólo tocaba bajar, disfrutar de las vistas de la montaña Chola de 6128m…

y mi primera ducha en más de 10 días!!!

Acariciando las nubes.Parte I.

Acariciando las nubes.Parte I.

Después de hacer oidos sordos a la policia en Litang , y de pasar varios dias descansando y recuperándome, tocaba continuar hacia el norte, con mas ilusión que nunca ya que poco a poco me iba a ir adentrando mas en el Tíbet.
Por fin la norma era que hicera sol, a más de 4000 metros se agradece  mucho, y con días tan soleados los colores eran más vivos, y más en esta época cuando las flores inundan los prados…

…y los colores de los atardeceres convierten los paisajes en algo mágico…

Las colinas parecían de terciopelo…

…y mirase a donde mirase, la naturaleza siempre me recompensaba …

Decidí tomar una carretera que no salía ni en mi mapa, y que para llegar a mi destino, Manigango , tendria que recorrer 400 kilometros por caminos de tierra, pasando días enteros sin ver un solo pueblo, teniendo que parar a comer y a descansar  en algunos de los monasterios que encontraba por el camino, con la gran hospitalidad de sus monjes, lamas, que me ofrecían todo aquello que podían …

Tuve la suerte de encontrarme con varios lamas que huyeron a la India durante la invasión china en 1950, y gracias a ello pudimos comunicarnos en hindú, el cual me manejo mucho mejor que en tibetano.

Me explicaron las babaridades que el ejército rojo cometió contra la cultura y el pueblo tibetano, y me mostraban orgullosos fotos del Dalai Lama, su líder religioso que todavía se encuentra exiliado en la India.

Mostraban su asombro cuando les explicaba mi viaje en bicicleta…

..y sobre todo se extrañaban al verme viajar solo,  ya que estar solo es algo mal visto en su sociedad, además de verlo como algo peligroso.

Mi camino continuaba por caminos de tierra a mas de 4500 metros de altura, y  mi GPS me indicaba que me encontraría con una carretera asfaltada en unos pocos kilómetros. Al llegar a este cruce, que seguía siendo camino de tierra pero con algunas partes asfaltadas, miro a mi derecha y veo como un camino sube acariciando la cima de una montaña…

…algo demasiado tentador, así que decidí subir este puerto, aunque no estuviera camino de mi destino, y a pesar de tardar tres horas en recorrer poco más de quince Km. hasta llegar a su punto más alto,  el paisaje del que pude disfrutar compensó todo el esfuerzo…

…pero antes tuve que pasar por esto…

Cuando los sueños se hacen realidad

Cuando los sueños se hacen realidad

Siempre fue mi sueño alcanzar la meseta tibetana en bicicleta, y en parte mi viaje por Asia estaba condicionado a ello.

He de reconocer que en estos meses pasados, siempre me imaginaba el día que alcanzaría la meseta tibetana , y por fin , uno de mis sueños se ha hecho realidad.

Encontrarse entre tan grandes espacios, rodeados de imponentes montañas y sabiendo que desde el espacio no soy mas que un pequeño punto sobre esa masa elevada a miles de metros sobre el nivel del mar, empujado hacia el cielo por la placa del subcontinente indio.

Va mucho mas allá de la geografía, pues el techo del mundo ha mantenido y sigue manteniendo bastante intacta la cultura tibetana.

El paisaje de ensuenio empieza al dejar la carretera principal, desde la garganta del salto del tigre a Shangri-la…

…pero a diferencia de muchos sueños , no todo ha sido ni fácil ni bonito, y seguramente ese sufrimiento al coronar puertos de mas de 4700 metros de altura, bajo una tormenta de nieve azotándome en la cara…

…y calado hasta los huesos , han hecho de este reto algo todavía mas inolvidable.Hasta los yaks parecían pasar frío.

A medida que iba superando puertos y pasando sistemas montañosos, el paisaje iba cambiando de bosques frondosos…

…a mares de piedras…

El verde seguía en el paisaje pero la vegetación iba desapareciendo poco a poco…

A lo lejos he podido ver pueblos tibetanos en las laderas de las montañas, y escalofríos me daba ver el camino que llevaba hacia ellos…

La carretera tenía poco tráfico,casi inexistente,aunque fue la única vez que disfruté al estar en un atasco…

…lo bueno es que no tenía prisa en llegar a ningún lado , pues mi destino no era mas que estar ahí.

Tras 7 días acampando o durmiendo en cabañas de familias nómadas,sin ducharme, ni verme la cara, llegue a Litang …

…un pueblo tibetano con fuerte sentimiento hacia su cultura…

…donde nada mas llegar fui invitado por la policía a abandonar el pueblo al día siguiente,al igual que a todos los extranjeros.Algo se traen entre manos.

Aunque Litang también me regaló algo que echaba mucho de menos.Ver la luz  de una puesta de sol…

En esta gráfica muestro la elevación de la carretera ,o camino,que me ha traído desde Shangri-la hasta Litang…

Quiero agradecer a Giulio , un italiano que al verme subir un puerto de 4700 metros bajo la lluvia y un fuerte viento ,con camisetas atadas en mis manos para protegerme del viento y del frío , me regaló unos guantes que de verdad me han dado la vida.Unos guantes Invicta , por supuesto!