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Author: Javier Bicicleting

Phnom Penh, ciudad vibrante a cámara lenta.

Phnom Penh, ciudad vibrante a cámara lenta.

Como muchas de las capitales de Asia, las ciudades no se corresponden con el resto del país.

Mi primera visita, imprescindible, fue el museo del genocidio, un paseo por la historia más reciente de una época oscura en Camboya.

Uno de los genocidios mas recientes, del cual solo se ha hecho borrón y cuenta nueva, aunque cierto es que en España de transiciones tampoco podemos dar mucho ejemplo.

No voy a entrar en detalles históricos pues en este blog quiero mostrar lo que veo a través de mis ojos, y no por los libros de historia.

Una ciudad que aunque poco moderna, es ordenada pero a la vez caótica…

El tráfico, simplemente terrorífico, donde el factor que mas influye es la suerte, y así lo avisaba este cartel que me daba la bienvenida…

(por favor pasajero buena suerte)

Mercados vibrantes…

…y una vida muy estresante…

Muchos años después de pasar por una triste y sangrienta guerra civil, a día de hoy muy pocos edificios viejos quedan en pie, pero cerca de un barrio próspero, no muy lejos del palacio real, se haya un edificio sin lugar a duda extraordinario.

Con mas de 200 metros de largo y 5 plantas de alto…

…la mayoría de sus escaleras están inutilizadas por seguridad, sus infinitos pasillos a oscuras, no hay casi ventilación y la mayoría de sus ocupantes hacen vida en los espacios comunes…

La ciudad, que descansa muy pronto, sirve de dormitorio para miles de personas que dormitan en sus calles…

…y por el día el caos ordenado vuelve a reinar…

Con sus Tuk-tuks, coches, motos, peatones, elefantes…

Una ciudad que enamora por su ritmo de vida, su gente, su gastronomía…

Lo mejor de todo ha sido la hospitalidad de Cova, Patri e Irene, que me han hecho sentir como en casa y por toda la gente maravillosa que he conocido.

Si quieres darte un paseo por Phnom Penh , sus mercados y su gente,

pincha AQUI.

Unos viven en chalets de lujo, otros entre basura.

Unos viven en chalets de lujo, otros entre basura.

A 6 kilómetros del centro de Phnom Penh, donde se encuentran muchas de las oficinas de agencias de la ONU lucen grandes coches, pero que no llegan a lucir tanto como los sueldos de sus trabajadores, se encuentra el barrio  de Stung Meanchey.

Un barrio pobre donde cerca de 2000 personas se ganan la vida en el basurero municipal, malviviendo con menos de un dólar diario.

¿Cómo es posible que los trabajadores de la ONU, incluidos los de la agencia para el desarrollo, lleguen a ganar mas de 10000 dólares mensuales en un país donde la mayoría de la gente vive bajo el umbral de la pobreza?

La mayoría de esas personas son niños…

…buscando entre la basura todo aquello que pueda ser utilizado para reciclar…

Viviendo rodeados de basura…

¿Es normal que haya gente capaz de gastarse una millonada en un coche…

…mientras hay gente que casi no tiene ni para vivir??

Si quieres darte un paseo por el basurero , pincha aquí.

Por suerte , el olor no queda grabado en las fotos.

Los templos de Angkor

Los templos de Angkor

Cuando el llegar a un lugar te ha costado tanto pero a la vez has disfrutado tanto , el destino pierde protagonismo , aunque esta vez fue diferente.

Encontrar una carretera asfaltada después de varios días por la selva y caminos de arena roja…

…puede ser casi igual de satisfactorio que llegar al lugar mas bonito del mundo, pero hay pocas cosas que puedan igualar a los templos de Angkor

Una maravilla construida por el hombre hace 9 siglos pero moldeada por la naturaleza hasta hoy  día…


…los arboles se hacen hueco en perfecta armonia entre los templos…

…Angkor es un lugar único en el mundo…

Los templos mas grandes pueden llegar a estar llenos de turistas,obsesionados por tener fotos suyas…

Si quieres ver mas fotos de los templos de Angkor, pincha aqui.

El culot: ¿Arma de seducción?

El culot: ¿Arma de seducción?

Al anochecer fui a parar a una aldea, y por fin la selva y sus moscas  se quedaban atrás.

Un hombre me ofreció dormir en su casa, donde vivía con su mujer e hija de 5 años.

Después de cenar me acerqué a una tienda donde la gente se congregaba para ver por la televisión una telenovela tailandesa.

Mientras hacía fotos, se me acercó el padre de familia que me había ofrecido su casa para pasar la noche.

Hablaba un inglés suficiente para llegar a entendernos.

Me dice:
-Te quiero y quiero dormir contigo esta noche.

No daba crédito a la situación en la que me encontraba sentado junto a su mujer que no hablaba nada de inglés y su hija viendo la telenovela.

Le contesto que no, que muchas gracias, pero intenta convencerme y me pregunta extrañado si me gusta dormir solo.

Para escaparme de esta situación tan bizarra, digo que me voy a dormir que estoy muy cansado. Le digo buenas noches a la pequeña y a la madre, que están verdaderamente atrapadas viendo la telenovela, y el padre se ofrece a acompañarme al cuarto donde iba a dormir a lo que amablemente le digo que no se preocupe y me voy a la habitación.

Eran las 8 de la tarde y ya estaba encerrado en la mosquitera.
Mientras leía, a lo lejos  podía escuchar la  telenovela, con sus sonidos tan dramáticos, organillo y tambores acompañados de gritos y llantos.
Tarde muy poco en quedarme dormido y no fue hasta las 5 que me levanté, para aprovechar las horas frescas de la mañana e intentar llegar esa noche a Siem Reap.

¿Por la selva?. ¡¡Nunca más!!

¿Por la selva?. ¡¡Nunca más!!

Cansado de tanto llano y monótonos paisajes, decidí cruzar Camboya de este a oeste por caminos de tierra atravesando la selva.

Desde Stung Treng cruce el río Mekong en barca…

…y sin poder encontrar a alguien que pudiera explicarme la dirección que tenia que seguir, o por lo menos el camino por el que debiera empezar, me puse a pedalear por un camino que poco a poco empezó a dirigirse hacia el norte, así que en el primer camino que salio hacia el oeste, me desvié y tuve la suerte de que fuera uno de los tres caminos que podía elegir, desgraciadamente  el más difícil.

Los primeros 40 kilómetros fueron fáciles y placenteros, por un camino decente atravesando humildes aldeas y la gente que talando árboles se gana la vida con la madera y carbón vegetal…

De repente el camino parecía que quería desaparecer, pero pude ver un pequeño sendero que seguía la misma direccion. Al principio parecia inofensivo…

…pero tardó poco en convertirse en selva…

Aquí es cuando posiblemente empiezan las peores cuatro horas de mi vida.

Sin darme cuenta me encontraba atravesando una selva espesa rodeado de cientos de moscas que picaban y parecían girar alrededor de mí (más tarde averigüé que esas moscas en inglés se llama “horse-fly” y en gallego “ladras”).

Aunque estuviera nublado y hubiera poca luz  tuve que ponerme las gafas para evitar que estos estúpidos y desagradables animalillos fueran a chocar contra mis ojos una y otra vez. Aaunque parecían entretenerse con mis orificios nasales y orejas,  os aseguro que cuando esto se repite cada segundo durante más de 4 horas, mientras pedaleas, empujas la bici por barrizales que te cubren hasta las rodillas, puede convertirse  en una pesadilla. Y se convirtió.

Perdí la cuenta de las veces que me caí, muchas de ellas intentando aplastar a estas moscas endiabladas mientras me picaban, dejando tan solo una mano en el manillar.

A pesar de este infierno pude disfrutar, una pequeñísima parte, de la belleza que una selva ofrece con sus cantos de pájaros que llegan de entre los árboles, en armonía con los ruidos de miles de insectos o  atravesar una nube de mariposas volando.

El bosque tenia un olor ácido por la fermentación de las frutas que caían de los arboles.

La temperatura era perfecta,  pero a lo lejos se escuchaban truenos. Lo único que faltaba era que se pusiera a llover.

Y así fue.

Al pasar entre la zona del bosque mas virgen y tupida fui a parar a un pequeño claro cubierto de hierba, desde donde pude observar una gran nube gris que se iluminaba con un gran rayo. El cielo se estaba cubriendo con nubes más oscuras.

Empezó a correr un aire más fresco, el viento empezó a soplar  y a levantar las hojas de los árboles. En un brevísimo momento comenzó a diluviar.

Los charcos se habían convertido en riachuelos y tuve que recorrer mas de 20Km bajo la lluvia que provocaron que, al final de estos, las zapatas de los frenos se hubieran consumido y yo tuviera que frenar con las sandalias.

El transportin delantero se me soltó y gracias a que me robaron las llaves de allen en Laos, no pude arreglarlo hasta que llegué a la siguiente aldea que estaba a 40Km de la última que había dejado atrás.

Sin frenos, lloviendo, atacado y mordido por las moscas, con una alforja delantera suelta y sin saber cuando encontraría la ansiada aldea, sí es  que existía,  y yo seguía pedaleando encima de mí bicicleta, que con las alforjas pesa 65kilos.

¿Que más me podía pasar?…..

Por lo menos no pise ninguna mina de las muchas que quedan de después de la guerra …

Al final, sobre las 5 de la tarde, fui a parar a una pequeña aldea. Un extranjero que llega en bicicleta, lleno de barro, por un camino que llega de la selva mientras está lloviendo. La bicicleta va cargada de cosas. Encima no habla ni una palabra de khemer. ¿¿¿¿ ????? ¡¡¡¡ !!!!

Sorpresa e  incredulidad, eso era lo que reflejaban las caras de los paisanos.

Afortunadamente en esa aldea había un grupo de 4 geólogos chinos, que llevaban 2 meses  explorando la zona en busca de metales, concretamente hierro.

Yong, el mayor de los 4, hablaba bien inglés, y me ofreció cenar con ellos y dormir en su casa.

El día no podía acabar mejor…

…pero al día siguiente tuve que empezar con un radio roto…

Sabia que el esfuerzo iba a tener una muy buena recompensa. Ya estaba más cerca de los templos de Angkor Wat.

Meseta de Bolaven. El mejor regalo después de 5 días de sufrimiento.

Meseta de Bolaven. El mejor regalo después de 5 días de sufrimiento.

Dejamos atrás  la cuenca baja del Mekong, su humedad, el calor extremo y el cielo achicharrado por el sol, no muy lejos de Pakse  donde se encuentra la meseta de Bolaven, sobre un antiguo cráter a más de 1000 metros sobre el nivel del mar, donde nos encontramos con grandes extensiones de terreno dedicadas al cultivo del café.

Alquilamos unas motos y recorrimos la meseta de cascada en cascada…

…disfrutando de su agradable temperatura…

…de su fauna…

…de su vegetación…

…de sus colores, de sus humildes aldeas …

…de sus paisajes, …

… de su gente…

…y desgraciadamente fueron los últimos días con Pedro, un compañero de viaje increíble.

Vang Vieng-Pakse.5 días y 800km.

Vang Vieng-Pakse.5 días y 800km.

Era el primero  de mayo y nos quedaban sólo 13 días para que se acabaran nuestros visados de Laos.
Todavía estábamos en el norte, en Vang Vieng, a más de 1000km del sur, por donde teníamos planeado entrar a Camboya, nuestro siguiente país.
13 días y demasiadas cosas que ver en el sur de Laos, así que decidimos hacer lo más rápido posible los 800km que nos separaban de Pakse.
Muy ilusionados con este nuevo reto, físico y mental, de pasar días eternos pedaleando de sol a sol, por paisajes llanos y aburridos en la cuenca del Mekong , donde hemos sufrido días extremadamente calurosos bajo un sol que picaba hasta  la sombra, donde rara vez tuvimos la suerte de ver increíbles paisajes……

El primer día, habíamos empezado a pedalear ya avanzada la mañana, pero al llegar la noche el cuenta kilómetros marcaba 198km, 60 de los cuales fueron atajando por caminos de tierra roja  y piedras…
Al llegar la noche nuestros cuerpos nos pedían un respiro y fuimos a parar a un antiguo y precioso templo budista…

…donde los monjes  nos ofrecieron mosquitera, agua fría y algunos dulces y , lo mejor de todo, un suelo donde dormir y descansar para reponer fuerzas para el día siguiente.
Muy pronto, de madrugada, ya estábamos encima de las bicicletas, con las piernas tiesas y cara de angustia cuando vimos el  cielo azul y despejado.
El terreno era llano y fácil, hasta que el viento empezó a soplar de cara.
Los kilómetros eran cada vez más largos, y el sol a cada minuto que pasaba parecía más grande y caluroso, aunque la brisa sobre la bicicleta lo hacia soportable, excepto las horas del mediodía que aprovechábamos para dar una cabezadita a la sombra.
La mente puesta en todo menos en la bicicleta, imaginándonos los días de descanso que llegarían tras recorrer los 500Km que nos quedaban. Todavía era mediodía y nos quedaban 6 horas de luz, que aprovechamos para pedalear.

A medida que los días iban pasando los kilómetros que hacíamos cada día iban bajando, aunque el esfuerzo era mayor.

El sol parecía darnos tregua y nos deleitamos con preciosos colores y luces, sobre las 4 y media de la tarde…..

El quinto día fue una etapa increíble, donde tan sólo nos quedaban 160Km hasta llegar a Pakse, de los cuales 30 los hice agarrado al remolque de un tractor, atrás se quedaban 4 días duros y aburridos…

… nos moríamos de ganas por llegar a Pakse, de comer bien y de tener algo mas de variedad y probar algún plato diferente a la sopa de fideos o…

Lo mejor del camino, la gente que nos regalaba sonrisas cada segundo y su amabilidad. Seguramente, uno de los pueblos más increíbles que jamas he conocido.

Parte 3: Asfalto!

Parte 3: Asfalto!

Tras tres días sin ver el asfalto, y de estar rodeados de un paisaje árido, de sufrir otra vez el calor infernal del sol  y de aspirar el humo de tantos incendios…

al atardecer y después de quince kilómetros de bajada, fuimos a parar a la carretera asfaltada…

Por las noches una gran luna nos iluminaba…

…que nos permitía encontrar lugares donde acampar cuando llegaba el atardecer, como bajo estos tejados en el mercado de un pueblo…

Desde entonces, en nuestro camino a Luang Prabang, el paisaje ha ido cambiando poco a poco…

…los rasgos de la gente…

…el clima…

…incluso los animales…

El buscar y encontrar un lugar para comer se convertía en una pesadilla, ya que lo único que encontrábamos era arroz al vapor, aunque alguna vez nos encontramos con platos bien apetitosos…

Por fin llegamos a Luang Prabang y después de 10 días pedaleando ahora nos tocaba descansar y disfrutar…