Abriendo las puertas para salir de Nigeria
Después de cinco semanas de larga espera en Calabar con la sensación de estar atrapado y con no más de dos días de visado en el pasaporte no tenía otra opción que salir de Nigeria. Y solo podía regresar a Benin.
Me consolaba saber que en 3 días ya no estaría allí, aunque sintiera que la espera hubiera sido en vano, no lo veía como una derrota sino como una etapa diferente.
Volvía a Benin , donde planeé minuciosamente aquella ruta para cruzar Nigeria,con la única intención de cruzar el país lo más rápido posible.Iluso de mi nunca me imaginé que acabaría renovando el visado.
Justo el día antes de mi partida llegaba a mis oídos la noticia que volvían a abrir las fronteras pero solo el espacio aéreo. No cambiaban mucho las cosas porque por estas latitudes el concepto de pronto lleva un significado ambiguo , confuso y bastante amplio, y “pronto” fue lo que me dijeron que tardarían en establecerse los primeros vuelos.
La noche antes de partir en autobús hacia Lagos me llamó un trabajador de la embajada de Camerún con el que después de tanto tiempo llamando a su puerta esperando escuchar buenas noticias me comunica ahora que la frontera terrestre estaba abierta. Me lo confirma.
De todas formas ya no podría hacerlo en bicicleta, ya que ese mismo día zarpaba en barco hacia Camerún mi triste y abandonada bicicleta, poniendo toda mi fe en que días más tarde volvería a juntarme con ella del otro lado de la frontera, y que solitario mi caballo de aluminio navegaría por posiblemente las aguas más peligrosas del mundo: el famoso delta del Niger.
¿Que hago? ¿Voy por tierra? ¿Y si esta cerrada? No tendría tiempo suficiente para salir del país y me encontraría ilegalmente en Nigeria, algo que desde luego no entraba en mis planes.
Mucho que perder y poco que ganar si en vez de subirme en el autobús, intentaba cruzar la frontera por tierra.
Me alegro de la decisión porque a día de hoy la frontera sigue igual de cerrada y no eran más que falsos rumores lo que el ayudante del cónsul me había confirmado.
Si hay algo que haya aprendido después de tantos años viajando es: Fíate de nadie y solo de tu instinto.
Así que junto a Octavi, otro español de Barcelona que días atrás había conocido en mi misma situación, decidimos salir lo antes posible del país y en autobús deshacer el camino dirección Lagos, esa ciudad que a toda costa quería evitar y que muy a mi pesar terminaría en sus calles infernales de hormigón, donde viven más de 20 millones de personas.
El postre final de mi suave, tranquila y agradable estancia en Nigeria. Un destino perfecto para irse de vacaciones con la familia o pasar una romántica luna de miel.
La llegada a Lagos fue como me la imaginaba. Un caótico atasco donde los coches y peatones se peleaban por un pedazo de asfalto.
Las miradas de la gente no mostraban felicidad pero hostilidad.
NO VI UNA SOLA SONRISA.
Por la ventanilla del autobús un hombre mete su mano con la intención de robarle el bolso a la mujer que va sentada detrás de mí. El marido de ésta cierra la ventanilla y el ladrón desde fuera con cara de loco empieza a golpear con fuerza mientras les amenaza.
Miro atónito a Octavi que va sentado delante de mí y su mirada parece mostrar mis mismos pensamientos: Qué lugar más agradable.
Se palpa claramente la agresividad de la gente, y cada vez que paramos el conductor tiene que lidiar con “los chicos del barrio” que golpeando el coche con palos sacan dinero honradamente al conductor.
Una ciudad donde se mezcla la pobreza y la riqueza extrema ,económicamente hablando, siendo la ciudad donde más millonarios viven en el continente.
En ese mismo atasco entre coches destartalados se paseaban coches de lujo y desde sus ventanillas pueden observar más allá del asfalto la miseria en la que vive la gente.
Nada importa con la enfermedad del dinero.
La contaminación de los coches nublaban las luces de la ciudad, alumbradas por los incontables generadores que suplen las grandes carencias energéticas del sexto mayor productor de petróleo del mundo, donde hay escasez de combustible y la gran parte del día no hay electricidad..
Algo aquí no cuadra.
Lo que parece cuadrar son las cuentas bancarias de unos cuantos.
La gente del autobús quieren ayudarnos, seguramente después de visualizar allí solos a dos blancos perfectos en la oscuridad de la noche con todo el equipaje a cuestas. Nos cuentan, y nos avisan, que Lagos es una ciudad muy peligrosa.
Nada más bajarnos del autobús nos subimos a un taxi y directos fuimos a casa de Jaco, un sudafricano residente en Lagos y que esa noche nos acogería en su casa.
No veía el momento de salir de Nigeria pero ya estaba casi hecho. Solo quedaba llegar a la frontera con Benin, el punto y final a este capítulo del viaje.
Y el ultimo capitulo no podía ser de otra manera,pero mejor lo dejo para mañana porque definitivamente la historia no había terminado.
4 thoughts on “Abriendo las puertas para salir de Nigeria”
ánimo campeón!
uffffffffffffffffff que miedoo, que agobioo, siento estar aún en Nigeria, porfa Javi cuenta yaaaaaaaa la salida de Nigeria para quedarme tranquilo, porque parece que el que esta atrapado ahora en Nigeria soy yo después de leer tu historia
…joder como está el patio…menos mal q vas sobradamente preparado y rezumas experiencia…un abrazo
Y pienso : Cómo descansas y dónde, qué comes , cómo te aseas , cómo consigues comunicarte correctamente con la gente en sus dialectos , y etc. Eres un fuera de serie a nivel físico y mental. Gracias por compartir tu experiencia. Cuídate