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Category: Nigeria

Bye bye Nigeria

Bye bye Nigeria

 

A la mañana siguiente cogimos un coche que nos acercaba directos hasta la frontera. Ese tramo es malamente conocido por tener a la policía más descaradamente corrupta del país.

Veo Lagos de día y me parece más feo que de noche pero el ambiente parece menos hostil. Al pasar un puente se pueden observar unas fabelas sobre el agua.Lo  llaman la Venecia africana.

Como un bebé en una mecedora se me cierran los ojos y los vuelvo a abrir cuando un policía de malas maneras golpea la ventanilla.

-¡Documentación!

Maldito cabrón, -pienso para mis adentros deseando que me hubiera despertado con un zumo de naranja recién exprimido

Le enseño el pasaporte y al ver que ha caducado mi visado se le iluminan los ojos.

-Estás en un serio problema. Tu visado ha caducado.

-No, en la página de atrás esta la extensión -digo con toda serenidad mientras noto su desilusión.

-Bueno, ¿no tienes un regalo para mi?

Mientras,  ordena parar al conductor que tenía ya intenciones de seguir.

Parece que ha sido fácil pero 20 metros después otro policía al ver a dos blancos dentro del coche parece abalanzarse sobre nosotros para darnos el alto.

No somos  los únicos y hay muchos coches parados con sus conductores fuera negociando con alguno de los policías detrás de un camión.

Ven que tenemos todo en orden pero han encontrado algo que el conductor no tiene en regla.

Lo bajan del coche mientras un policía que hace de bueno nos dice que no tiene los papeles en orden y es peligroso. Están ejerciendo su labor.

Se sienta un policía al volante y se pone a conducir. Estamos completamente asombrados al ver que ha dado media vuelta y estamos volviendo hacia Lagos.

¡¡¡Noooooooo!!!¡¡Esto una pesadilla!! ¡¡Nigeria es como un agujero negro imposible salir de él!!

-No os preocupéis, vamos a comisaría y en un rato vuelve vuestro conductor  y podréis continuar.

En frente de la comisaria buscamos otro coche que nos acercara de nuevo a la frontera.

Tendríamos que volver a re-negociar precios desorbitados

Pero nos paró una persona normal. Era honrado.

Nos dijo el precio justo y parecía imposible que fuera todo tan fácil.

Volvimos a pasar el mismo control y saludamos al policía como si fuéramos amigos del “cole”.

Ahora la mayoría de controles parecían estar en la otra dirección. Suerte que nuestro viaje era solo de ida para no regresar jamás.

Pasamos otro control y parecía que no nos iban a dar el alto hasta que en el último momento uno de los policías nos ve a dos blancos sentados dentro del coche, y en un movimiento torpe levantando su kalashnikov mientras parece que baila la jota, nos da el alto en el último momento.

Comprueba todos los papeles del coche y parecen estar en orden.Comprueba el numero de serie del motor y los parabrisas no sea que no vayan a funcionar.

Abre el maletero y me hace abrir la caja donde tengo metidas las alforjas, las cuales me hace vaciar.

Al ver mi ordenador me pide el recibo.

-No lo tengo  -digo confundido por no entender muy bien la situación-.Lo compré hace ya mucho en España.

Se echa el portátil bajo el brazo mientras se aleja.

-Tampoco tengo el recibo de mi camiseta -digo en tono humorístico para intentar negociar.

-Ya, pero sin el recibo no te puedo dar el ordenador.

Entonces, saco LA CARTA DEL OBISPO, que esta vez parece no funcionar.

Octavi sale del coche y otro policía barrigón le pregunta en un inglés poco entendible por qué los católicos rezan a la Virgen María y que Jesús tiene que estar enfadado.

De repente veo a Octavi rezando en catalán el Padre nuestro.

La situación es del todo surrealista.

Estamos a tan solo 10 km de la frontera pero da la sensación que está el atlántico de por medio.

Saco el móvil.-Un segundo, que llamo a la embajada y ellos mandan alguien para que vengan a solucionar esto.

-No, no hace falta. Os dejamos ir porque somos buenos cristianos.

Subidos en el coche el conductor muestra su indignación.

-Son unos ladrones -dice.

Siento pena por los pobres ciudadanos que tienen que lidiar con esto cada día y digo:-Tienen que ser ricos con todo el dinero que roban a la  gente.

-Esa gente nunca será rica. Nunca verán el verdadero valor de las cosas  cuando se lo ganan de esta manera. Una persona rica es aquella que con su propio sudor se gana honradamente la vida y conocen el verdadero valor del dinero. Ellos nunca estarán satisfechos ni felices.

Estas son las palabras de la última persona que iba a conocer en Nigeria. Algo que hizo acordarme de toda la gente maravillosa que me he cruzado en este país, donde lo más bonito ha sido sin duda haberlos conocido. Desgraciadamente no todos fueron buenos, pero si la gran mayoría.

Finalmente llegamos a la frontera mientras se abalanzan todo tipo de personas sobre nosotros para llevar nuestro equipaje.

No quería saber nada de nadie y salir de esta pesadilla que se estaba haciendo demasiado larga.

Me echo la caja de cartón sobre la cabeza y con bastante menos estilo y equilibrio que los africanos, camino los últimos dos cientos metros ante la atenta mirada de los allí presentes, que parecen no entender muy bien la estampa de un hombre blanco pasando la frontera  a pie mientras carga con una caja sobre la cabeza.

Fue cruzar a Benín y todo había cambiado. El aire parecía ser diferente y el ambiente más relajado y agradable.

Cambié las últimas Nairas a un hombre que tenía cara de tan buena gente que me dieron ganas de darle un abrazo.

Algo había cambiado drásticamente de un lado a otro de la frontera.

De nuevo en un coche y al pasar el primer control en Benin fuimos recibidos por un policía normal que tan solo comprobó nuestros pasaportes y nos los devolvió sin más.

Entonces pude resoplar fuerte y  disfrutar de esa hermosa sensación al quitarte un gran peso de encima.

Disfrutaba  al mirar atrás y ver que acababa de pasar la última página de este  capítulo que  en algún momento, reconozco, se me hizo interminable.

Bye bye Nigeria.

 

 

Dar las GRACIAS a toda la gente que me ha ayudado en Nigeria.Desde el obispo a los sacerdotes que me acogieron en las parroquias, la gente que me invitó a sus casas,a los que me ofrecieron agua,al policía que me salvó de la paranoica muchedumbre, y a todos aquellos que  sintieron la obligación de protegerme y así lo hicieron.

Especialmente a mi gran amigo Babson, que sin conocerme me acogió en su casa  más de un mes durante mis estancia en Calabar y desde el primer día me hizo sentir como en casa.

Y por supuesto dar las gracias Ambro,qué desde Jaén(ahora en Colombia) y  desde que se encontró con mi blog no ha dejado de mostrarme siempre su apoyo y ha sido gracias a su empujoncito que  el billete de avión de Benin a Camerún no ha sido un problema.

 

 

¡¡Que paz!!

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Abriendo las puertas para salir de Nigeria

Abriendo las puertas para salir de Nigeria

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Después de cinco semanas de larga espera en Calabar con la sensación de estar atrapado y con no más de dos días de visado en el pasaporte no tenía otra opción que salir de Nigeria. Y solo podía regresar a Benin.

Me consolaba saber que en 3 días ya no estaría allí, aunque sintiera que la espera hubiera sido en vano,  no lo veía como una derrota sino como una etapa diferente.

Volvía a Benin , donde planeé minuciosamente  aquella  ruta para cruzar Nigeria,con la única intención de cruzar el país lo más rápido posible.Iluso de mi nunca me imaginé que acabaría renovando el visado.

Justo el día antes de mi partida llegaba a mis oídos la noticia que volvían a abrir las fronteras pero solo el espacio aéreo. No cambiaban mucho las cosas porque por estas latitudes el concepto de pronto lleva un significado ambiguo , confuso y bastante amplio, y “pronto” fue lo que me dijeron que tardarían en establecerse los primeros vuelos.

La noche antes de partir en autobús hacia Lagos me llamó un trabajador de la embajada de Camerún con el que después de tanto tiempo llamando a su puerta esperando escuchar buenas noticias  me comunica ahora que la frontera terrestre estaba abierta. Me lo confirma.

De todas formas ya no podría hacerlo en bicicleta, ya que ese mismo día zarpaba en barco hacia Camerún mi triste y abandonada bicicleta, poniendo toda mi fe en que días más tarde volvería a juntarme con ella del otro lado de la frontera, y que solitario mi caballo de aluminio navegaría por posiblemente las aguas más peligrosas del mundo: el famoso delta del Niger.

¿Que hago? ¿Voy por tierra? ¿Y si esta cerrada? No tendría tiempo suficiente para salir del país y me encontraría ilegalmente en Nigeria, algo que desde luego no entraba en mis planes.

Mucho que perder y poco que ganar si en vez de subirme en el autobús, intentaba cruzar la frontera por tierra.

Me alegro de la decisión porque a día de hoy la frontera sigue igual de cerrada y no eran más que falsos rumores lo que el ayudante del cónsul me había confirmado.

Si hay algo que haya aprendido después de tantos años viajando  es: Fíate de nadie y solo de tu instinto.

Así que junto a Octavi, otro español de Barcelona que días atrás había conocido en mi misma situación, decidimos salir lo antes posible del país y en autobús deshacer el camino  dirección Lagos, esa ciudad que a toda costa quería evitar  y  que muy a mi pesar terminaría en sus calles infernales de hormigón, donde viven más de 20 millones de personas.

El postre final de mi suave, tranquila  y agradable estancia en Nigeria. Un destino perfecto para irse de vacaciones con la familia o pasar una romántica luna de miel.

La llegada a Lagos fue como me la imaginaba. Un caótico atasco donde los coches y peatones se peleaban por un pedazo de asfalto.

Las miradas de la gente no mostraban felicidad pero hostilidad.

NO VI UNA SOLA SONRISA.

Por la ventanilla del autobús un hombre mete su mano con la intención de robarle el bolso a la mujer que va sentada detrás de mí. El marido de ésta  cierra la ventanilla y el ladrón desde fuera con cara de loco empieza a golpear  con fuerza mientras les amenaza.

Miro atónito a Octavi que va sentado delante de mí y su mirada parece mostrar mis mismos pensamientos: Qué lugar más agradable.

Se palpa claramente la agresividad de la gente, y cada vez que paramos el conductor tiene que lidiar con “los chicos del barrio” que golpeando el coche con palos sacan dinero honradamente al conductor.

Una ciudad donde se mezcla la pobreza y la riqueza extrema ,económicamente hablando, siendo la ciudad donde más millonarios viven en el continente.

En ese mismo atasco entre coches destartalados se paseaban coches de lujo y desde sus ventanillas pueden observar más allá del asfalto  la miseria en la que vive la gente.

Nada importa con la enfermedad del dinero.

La contaminación de los coches nublaban las luces de la ciudad, alumbradas  por los incontables generadores que suplen las grandes carencias energéticas del sexto mayor productor de petróleo del mundo, donde hay escasez de combustible y la gran parte del día no hay electricidad..

Algo aquí no cuadra.

Lo que parece cuadrar son las cuentas bancarias de unos cuantos.

La gente del autobús quieren ayudarnos, seguramente después de visualizar  allí solos a dos blancos perfectos en la oscuridad de la noche  con todo el equipaje a cuestas. Nos cuentan, y nos avisan, que Lagos es una ciudad muy peligrosa.

Nada más bajarnos del autobús nos subimos a un taxi y directos fuimos a casa de Jaco, un sudafricano residente en Lagos y que esa noche nos acogería en su casa.

No veía el momento de salir de Nigeria pero ya estaba casi hecho. Solo quedaba llegar a la frontera con Benin, el punto y final a este capítulo del viaje.

Y el ultimo capitulo no podía ser de otra manera,pero mejor lo dejo para mañana porque definitivamente la historia no había terminado.

Después de la tormenta viene la calma

Después de la tormenta viene la calma

Una vez cruzado el río Níger…

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… entraba en la que fuera conocida como la república de Biafra, una palabra que hoy en día evoca la hambruna que sufrió la población de esta región africana y la falta de reacción y la profunda “deshumanización” del llamado primer mundo en aquel momento. La situación hoy habla por si sola porque el primer mundo puede dejar que cientos o miles de personas mueran por falta de comida o por falta de vacunas o medicamentos, pero la realidad cambia y se pone en guardia porque el virus del Ébola les puede afectar y se puede propagar en sus territorios.

Después de haber sufrido dos intensos días donde en más de una ocasión me vi en ambientes comprometidos y difíciles, ahora llevaba un día sin sufrir ningún altercado.

Me encontraba con la “gente normal” de Nigeria y la sentía amable y atenta…

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Tan solo en una ocasión un hombre salió corriendo detrás de mí mientras gritaba: ¡ Boko Haram! ¡Boko Haram!

El asunto se me hacia pesado y me resultaba muy enojoso y lo único que hice fue darme la vuelta para hacerle el gesto de que estaba loco.

Aun así, aunque no me encontrara con mayores problemas  al llegar a una parroquia para pedir cobijo, me encontré con con una iglesia atestada de gente.Estaba tan llena que había gente rezando fuera.Al verme llegar un joven salió corriendo asustado y a otro se le cortó la respiración pensando que esa bicicleta iba a explotar en cualquier instante.Fue un momento de mucha tensión pero que conseguí solucionar gracias a la carta del obispo.

Pude sin problemas esa noche  dormir en un lugar seguro…

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Continué mi camino dirección al río Cross, el río que da nombre al ultimo estado antes de cruzar a Camerún.

No estaba acostumbrado a tanta tranquilidad y quietud. De repente me pareció que estaba en un país normal. La gente me saludaba sonriendo, e incluso me invitaron a algún refresco, y una extraña invitación por parte de un hombre de ir a ducharme con el.

Decidí abandonar el asfalto para transitar caminos de tierra…

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…y atravesar una zona frondosa que me llevaba a un pueblo a la orilla del río en el que esperaba encontrar a algún pescador que me llevase en su barca para cruzar el río.

En un cruce me paré a llenar mi botella de agua y fue en ese momento que se me aparecieron dos policías que me obligaron a abandonar la zona y me pidieron que les siguiese hasta su comisaría.

– Esta es una zona muy peligrosa. La gente de estos pueblos se está matando por unos trozos de tierra. No tienen educación, son unos salvajes.

Una vez que llegamos al cuartelillo me explican que estoy en una “zona de crisis” y que no puedo continuar ya que ni la policía se atreve, a día de hoy, a patrullar por esos caminos.

El capitán me da la impresión, o él quiere darla, que está irritado, me quiere dar “la charla” pero tiene mucha prisa y me dice que tiene una reunión con el comandante de la región, y que llega tarde.

– No puedes volver hacia atrás. Es muy peligroso.

– Te vamos a llevar nosotros y te dejamos en una zona más tranquila.

Pide dos hombres armados y una pistola que inmediatamente después de cargarla se pone a la cintura.

Subo la bicicleta en la parte de atrás del coche …

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…y me siento en el asiento trasero, entre dos policías, van armados con fusiles de asalto AK-47 (los famosos kalashnikov) que no entran en la cabina y las bocachas de los fusiles se asoman por las ventanillas.

Durante el trayecto el capitán no dejaba de hablar.

– No sé si será bueno el poder que le han dado a los vigilantes-, dice al pasar por un control de estos grupos paramilitares que controlan las zonas rurales.

Sigue hablando con el conductor y se da la vuelta para decirme.

-Ahora cuando vuelvas a España tienes que decirle a tu gente lo seguro que es este país.Por lo que tengo entendido todo el mundo piensa que es un país muy peligroso.

No se preocupe que lo haré- digo con la boca pequeña.

Ahora el capitán se pone al teléfono con el comandante con el que se va a reunir y le habla de mi.

-El comandante quiere conocerte.

Después de haber conocido a todos los jefes de policía de la región, continué mi camino por una carretera atestada, y percibo con agrado que ahora la gente no me ve como un terrorista. ¡Que gozada!.

Sólo en una ocasión, al parar en un pueblo, un borracho se acercó a importunarme, pero poco tardaron los aldeanos en sacarlo de mi lado, lo amenazaron con darle de palos si no se alejaba de mí.

– ¡¡Un turista que vemos y el gilipollas este viene a molestarlo!!- dice un hombre mayor mientras me pide perdón por las molestias.

Así sin darme cuenta parecía que estaba en un lugar normal, donde el color de mi piel no se asociaba con un peligroso terrorista.

Afortunadamente llegué sano y salvo a río Cross…

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…y al cruzarlo me encontré por fin en el estado que recibía su nombre del río:”Cross river state”

Me podían las ganas de llegar cuanto antes a Calabar. Sería mi punto de partida hacia mi siguiente país:Camerún

Sentía una enorme satisfacción al recorrer mis últimos kilómetros.Había llegado a ese punto  que cuando observaba el mapa desde Benin veía tan lejos y casi imposible.

Era como las muelas de juicio. Cuanto antes te las quitas de en medio, mejor.

Pero si pensaba que Nigeria se había acabado estaba muy equivocado.Me quedaba la parte más dura por pasar.Una larga e interminable espera.

Las fronteras estaban cerradas con la intención de contener el brote del ébola.

De eso hace un mes y estas letras las escribo todavía desde Calabar.

Y al terrorista se le apareció…… ¡El obispo!

Y al terrorista se le apareció…… ¡El obispo!

Llego a la iglesia donde me espera el sacerdote y los feligreses. Después de un exhaustivo control el sacerdote ve finalmente buenos propósitos en mi persona.Accede a alojarme esa noche en la casa de la parroquia,donde de nuevo escoltado bajo la luz de su coche y dos motos más, llegamos bien entrada la noche.

Una vez se fueron todos, el sacerdote me confiesa que piensa que la parroquia no sea un lugar seguro para mi, y que estaba esperando a que se fueran todos para llevarme a un lugar seguro.Nadie sabría donde encontrarme.

Volvemos a poner  rumbo de nuevo ahora tan solo alumbrado por las luces de su coche sin sentir fatiga en el cuerpo gracias a la tensión y nervios del momento.Esquivando charcos y zonas embarradas volvemos al pueblo.

Al verme pasar en la oscuridad pude escuchar algún grito de: ¡Boko Haram! ¡Boko Haram!

Llegamos por fin a un modesto hotel, donde la dueña dice ser una buena católica,y que esa noche puedo pasar ahí la noche sin correr riesgo.

Tumbado ya en la cama peleándome con algunos mosquito al escribir en mi diario “tercer día en Nigeria” tengo la extraña sensación de llevar semanas en este extraño y surrealista país.

Me levanto por la mañana como si el día anterior hubiera sido un sueño, pero al abrir la puerta me encuentro con la dura realidad: Seguía siendo Nigeria.

Afuera uno de los policías que me escoltó la noche anterior,el cual no dejaba de decirme lo seguro que era Nigeria, estaba fuera vigilando con unos prismáticos…

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El sacerdote vino en mi busca  con algo de fruta y me comenta que el obispo ha oído hablar de de mí y quiere conocerme personalmente. Vive en Auchi, y el sacerdote se ofrece a acercarme en coche.

Llegamos a toda velocidad a la ciudad de Auchi, y nos encontramos de frente con una enorme mezquita.

Intento encontrar el porque en esta región de Nigeria, y no en las anteriores, la gente piensa con certeza que soy un terrorista.

Veo posible que hay una visible y no tan minoritaria población musulmana, y eso puede causar temor entre los cristianos.

En la calle principal de Auchi una moto despistada se acerca demasiado y choca contra nuestro coche por la puerta en la que estoy sentado.Puedo ver como la moto se cae al suelo.

El sacerdote no parece inmutarse y sigue de largo. Y al cabo de unos minutos dice: – ¿He sido yo?¿Se ha chocado contra mi coche?

Llegamos finalmente a la casa del obispo donde estaba reunido con otros sacerdotes.

Me invitan a pasar en medio de la reunión y tras darme la bendición, regalarme una Biblia y un rosario, me comenta que me sienta bienvenido, y que me van a ayudar en todo lo posible: ”Porque en esta vida todo es sacrificio hijo, y eso es lo que tú estas haciendo

Conocen de mis problemas cuando me confunden con un militante de Boko Haram, y a todos parece hacerle gracia y justifican los actos de la gente por el miedo.

– Ya, pero uno no puedo tomarse la justicia por su mano, para eso esta la policía , o el ejército, y son ellos justo los que me protegen de la gente”

Me dan el contacto de la parroquia donde tenía pensado hacer noche y me quedo tranquilo al saber que al llegar a Egenedobe no tendré problemas.

Cuando el sol empezaba a dar un respiro y desde el oeste solo me daba en la espalda, al paso por los pueblos intentaba saludar lo máximo posible y sonreír. Si paraba, siempre se acercaba la gente para pedir mi identificación y que mostrara mis alforjas.

– ¿Dónde llevas la pistola?¿Tienes otras armas?¿No tendrás un misil en esa bolsa grande?¡Enséñamela!

Llevaba el crucifijo bien a la vista y el rosario lo llevaba colgado del manillar. No quería pasar ni por árabe ni musulmán…

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Después de haber sido interrogado en un pueblo y habiéndome despedido con sonrisas, tardo poco en ver como el ruido de unas motos se acercan hacia mí.

Un hombre que conduce de forma agresiva me intenta cerrar el paso y me lleva hacia la cuneta. Se coloca delante de mi y derrapa a la vez  con aire provocador me dice que frene.

Vienen armados con palos,y no me extrañaría que estuvieran armados.

Miro a mi alrededor y solo estoy yo con estos cuatro “salvajes” y que por el color y brillo que despiden los ojos de uno de ellos intuyo que va bastante borracho.

Vacío las alforjas mientras les menciono al Obispo y les comento que voy a la Parroquia del Sagrado Corazón.

– ¿Quién te ha dado este mapa? ¿Por qué estas en esta carretera? ¿Cómo la conoces?

Me esta costando más de la cuenta explicarles que soy un turista, un viajero y les digo que estoy en una misión que es llegar en bici a Sudáfrica.

– ¿Eres misionero entonces?

– ¡Sí!. ¡Soy misionero!

Logro salir de esta después de una hora de charla y me alejo lo más rápido posible e intento llegar a Egedonobe, en el banco del río Níger.

No pasan mas de 5 minutos cuando otro número indeterminado de motos se dirigen hacia mí y me hacen parar de nuevo. Ahora son muchos más y empiezan a llegar motos de todos lados. Estoy completamente acorralado ya que en los pueblos cercanos han escuchado que hay un infiltrado de Boko Haram.

Les enseño la Biblia, el rosario, el crucifijo y vuelvo a abrir todas las alforjas. Empiezo primero donde llevo la ropa sucia, el hornillo de cocina (el cual despertó mucha curiosidad).

Al final se presentó un policía, o eso decía ser, y a través de el transmití mi indignación por ser tratado como un terrorista.

Cuando llegué finalmente a Egenodobe ya habían oído hablar de mi y tenían mis referencias.

– Si veis un hombre en bicicleta no es de Boko Haram, ¡Es un misionero!

Pregunto a la entrada del pueblo por la parroquia que me habían indicado, y en el transcurso del recorrido (me iban escoltando dos hombres en moto) iban pregonando a los viandantes que no era de Boko Haram.

Al llegar a la misión tenía mi habitación preparada, y una carta del obispo sobre una hoja en la que mostraba una imagen de Jesucristo explicando mi situación de viajero y buen cristiano y que me ayudasen en todo lo posible…

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Esto, facilitó mucho las cosas a partir de entonces cada vez que me paraban, y aun así, no dejé nunca de sentirme discriminado y no dejé de encontrarme en situaciones delicadas.

El sacerdote me había pedido que fuera a misa,a las 6 de la mañana, y luego me escoltarían a la orilla del río Níger, donde podría coger una barca y atravesar, por fin,el río que meses atrás, en Guinea, había visto por primera vez.

El ciclista terrorista yihadista.

El ciclista terrorista yihadista.

Abandonaba, por fin, la carretera principal.

El día anterior había dormido en un pequeño hotel, su dueño, Pete, me había invitado.

Típico hotel barato africano, con un salón donde una mujer pone cervezas y una bola de discoteca brilla en la oscuridad al son de una música que sale distorsionada de los altavoces. En los sofás del fondo están sentados unos hombres que beben unas botellas de cerveza y mientras fuman, y unas mujeres entran y salen cada cierto rato.

Decido coger un pequeño atajo que me muestra mi GPS, y ahora en vez de dirigirme hacia el este me desvío hacia el norte. Ya he llegado a lo más cerca que quería llegar de la región del delta del Níger.

El asfalto esta impecable y la vegetación poco a poco ha empezado a abrirse camino, convirtiendo esta vieja, pero bien mantenida, carretera en lo más parecido a un carril bici…

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Es la primera vez en Nigeria que voy por caminos solitarios, y mi sentidos me piden estar alerta.

Obviamente no pasa nada, mas que tener que bajarme de la bicicleta en un par de ocasiones para pasar unas zonas pantanosas entre plantaciones de aceite de palma.

El día transcurre con normalidad, siempre por carreteras con poco o inexistente trafico y un asfalto casi solo para mi, con unos pocos pueblo esparcidos a lo largo de los casi 100 Km. que recorro casi sin pausa.

En mitad del camino la única manera de cruzar un río es en piragua, pues el único puente que unía las orillas está destruido. He aquí la razón por la que llevaba horas sin ver un coche…

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En el margen del río la gente que esperaba para cruzar a la otra orilla se  acercaba y muestra a su admiración y curiosidad cuando les digo que vengo desde España en bicicleta.

¿Con esta bicicleta?

¿Tu gobierno te paga cuando llegues a Sudáfrica?

¿Cual es tu misión?

¿Estas haciendo un experimento, un estudio?

Con el móvil bien arraigado en el continente, todos quieren hacerse una foto conmigo…

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Del otro lado un grupo de hombre grita:

– ¡Boko Haram ,Boko Haram! Cuando me ven llegar en la piragua.

No se si tomármelo a risa o tirarme al río y echarme a nadar al ver uno de los que grita tiene una escopeta…

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No me fue difícil hacerles ver que no era más que un inofensivo turista.

– ¿Terrorista?

– ¡No!, ¡No! ..¡¡Turista!!

A pesar de este incidente el día estaba siendo precioso. El camino me sorprendía por el poco tráfico y con la vegetación que llenaba de vida a cada pedalada…

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Algunos pueblos tenían un aspecto colonial decadente …

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Llego por fin a un cruce de carreteras y tengo que pasar por el centro del pueblo.

Un hombre se interpone en mi camino y me da el alto con un enorme palo de madera con clavos en la punta.

– ¡Alto!

– ¡No! ¡No! Tengo que seguir- digo sonriendo como si me tomase a broma a aquel hombre.

Veo en su gesto que no hay nada de broma en el asunto y finalmente paro.

Me dicen que abra las alforjas y le pregunto si es policía, y si es así que se identifique.No es, pero dice ser el guardian del pueblo.Un amigo suyo, con barba y el brazo tatuado, se acerca mientras se bebe una botella de cerveza.

Decenas de personas se empiezan a agrupar a mi alrededor, y escucho mucho la palabra Boko Haram.

– ¡No soy de Boko Haram! Pero si los de Boko Haram son nigerianos, son negros y yo ¡soy blanco!

– Ya pero mira Bin Laden, también es blanco como tú.

Entonces veo la similitud, contando que en más de una ocasión me han confundido con un chino.

Se presenta por fin un policía y me siento un poquito más seguro y tranquilo.

Muestro el crucifijo que desde que entré en Nigeria solo me quito para dormir, pero la gente sigue tensa.

Me hacen abrir la bolsa donde llevo la tienda y la esterilla, y al abrirla, un grupo de personas asustadas se echan para atrás como si llevara una bomba que fuera a explotar.

Al final, después de pasar un momento muy tenso, y ya con el ambiente relajado, me despido con alguna risa y chocando las cinco con el tipo que minutos antes me había hecho parar amenazándome.Quiero dejar la máxima constancia de que soy un tipo inofensivo, incluso gracioso.Les hago una foto antes de continuar que para nada refleja el ambiente vivido…

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Me alejo y mi corazón sigue a mil.

Desaparece de nuevo el asfalto y me encuentro con barro…

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La gente que me encuentro en el camino es increíblemente amable y atenta…

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El problema es cuando paso por los pueblos.

Empezaba a anochecer y quería buscar una iglesia donde dormir.

Me paro a hablar con un grupo de hombres al llegar a un pueblo y les comento de donde vengo y a donde voy para evitar confusiones, y les comento, en tono humorístico, que muchos me confunden con un miembro de Boko Haram.

Una mujer mayor que allí estaba sentada exclama mientras da una palmada entre carcajadas.

– ¡Yo pensé al verte llegar que eras de Boko Haram!

Me indican donde esta la iglesia, no muy lejos de allí, y cuando entro por la puerta del recinto un grupo de hombres viene por detras en moto hacia mí casi derrapando y me detienen.No son ni policías ni traen buenos modales.

Quieren que vaya a la policía, y me escoltan hasta el cuartel.

Al entrar en el cuartel, la cara de los policías cambia completamente al verme llegar con la bicicleta tan cargada.

– ¡No puedes pasar! ¡Para ahí!

Me costó mucho menos hacerles ver mi situación, y tras apuntar mis datos en una hoja de papel, mientras el oficial miraba una película de Nollybood a todo volumen, me dejaron ir, pero para mi seguridad me irían a escoltar hasta la iglesia, por dos motos y un coche que a la vez me alumbraban.

Lo peor estaba aun por llegar.

 

 

 

 

Autopista nigeriana

Autopista nigeriana

Me despido del joven de seguridad, Godswill,que traducido al castellano significa “voluntad de dios”.

Hasta el momento los nigerianos que había conocido estaban siendo gente muy atenta y en comparación con el resto de países africanos, gente con un nivel cultural mucho más alto.

De vuelta sobre el sillín me encontraba con una colina tras otra.Despues de tan solo 12 Km. notaba  las piernas  cargadas.

En el arcén de la carretera pude ver unos casquillos de bala, y me preparo ante el inminente encuentro con la temida autopista.

Llego a una gran rotonda donde unos policías paran a unos coches mientras a mi me saludan, y casi sin darme cuenta estaba ya subiendo una cuesta compartiendo un cachito del trozo de asfalto de “mi primera autopista en África”…

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Sin arcén alguno, cada vez que me adelantaba un tráiler o un coche cerraba los ojos y apretaba los dientes pensando: “por favor que no me pille, por favor que no me pille”

El retrovisor estaba siendo mi mejor aliado, y siempre que veía como por los dos carriles venían dos coches a toda velocidad, y obviamente que no queda sitio para mí, saltaba a la cuneta frenado por la no tan verde vegetación. En muy poco tiempo repetí la misma operación varias veces.

Noté detrás de mí el ruido de una moto que circulaba a la misma velocidad que yo, y  como el hombre de la moto que me sigue no tiene intención de adelantarme. Desconfío. Intento bajar el ritmo y le indico que me adelante, pero el sigue detrás.

Aprovecho una bajada para coger velocidad y dejarlo atrás, pero veo como acelera y sigue pegado a mi rueda.

Me giro y un poco nervioso le sonrío y le saludo.

No me gusta su mirada, y me pregunta qué a dónde voy. Le respondo que allí adelante.

– Where you go? Where you go?

No quiero decirle a donde voy y justo cuando empezaba a preocuparme paso por una explanada donde paran los camiones para arreglar los neumáticos rotos…

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Me paro junto a un grupo de hombres y me pongo a beber agua, hasta que veo como el hombre,después de parar y mirar hacia mi, sigue de largo.

No me ha dado buena sensación y tengo que tener en cuenta que estoy en un transitado cruce de carreteras que une dos de las ciudades más grandes de Nigeria.

Repito: Nigeria.

Sigo por la autopista y mi instinto me dice que debo tener mucho cuidado, no solo por el trafico, que hasta ahora esta siendo la parte mas peligrosa del viaje, sino por evitar un encuentro con gente capaz de arruinarte el viaje.

Al pasar Shagamu decido parar a desayunar un plato de arroz bien aceitoso y picante. La elección es perfecta, la comida me repite a lo largo de todo el día.

Quizás así mantengo alejado a “los malos”.

La mujer sirve la comida bajo una lona que se sujeta con cuatro palos al nivel de la autopista. Se escucha el estridente ruido de los coches que pasan excesivamente acelerados y las bocinas de los trailer que avisan de su llegada.

Me pregunto que hago aquí, y tengo en cuenta que un imprevisto en el viaje por un estúpido accidente sería la peor  manera por la que arrepentirse de haber hecho algo.

Medito la posibilidad de coger un coche y avanzar hasta el pueblo de Ore, a 120 Km. de distancia, donde según tengo entendido la autopista es nueva y no solo hay menos tráfico, sino que existe un perfecto arcén por el que podré circular tranquilamente.

Un grupo de hombres se acerca hacia mi bicicleta y observan el mapa. Justo detrás de ellos en la autopista veo como un coche se incorpora sin mirar.

Una furgoneta cargada de gente viene por el carril lento a toda velocidad.

De repente se oye el estridente ruido del frenazo. El olor a quemado de la goma sobre el asfalto, y el ruido metálico del impacto de la furgoneta contra el coche, que sale disparado por la mediana al otro sentido de la autopista. Un tráiler viene pitando a lo lejos y consigue esquivar a la furgoneta, de donde baja la gente lamentándose y gritando al conductor del otro coche.

Mejor me busco un coche para que me lleve a Ore.

Los hombres que observaban el mapa que llevo en la bicicleta me preguntan:

– ¿De dónde eres?

– Soy de Madrid, y vengo desde España en Bicicleta.

– ¿Con esta bicicleta?

Mientras un hombre comprueba que tengo las ruedas hinchadas.

– ¿Como haces cuando hay mar?

– Cojo un barco.

– Y tu gobierno te paga. ¿No?

– Que va, es personal, nadie me paga nada.

– ¡Ah! ¿Estás haciendo un experimento?

– ¡No, no!, Es un viaje en bicicleta. Turismo.

– ¡Ah! ¿Un safari?

Los hombres resultan ser muy agradables y atentos, y en todo momento se preocupan y me dan consejos de como llegar a Ore…

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“Esta carretera es muy peligrosa. No te preocupes que te ayudamos a buscar un coche seguro con el que llegar”

Los coches no paran. Richard intenta hacerme creer que es un policía secreta, aunque más tarde me confiesa que es un reverendo.

Finalmente una ranchera se para y acepta llevarme a Ore. Esperamos a que lleguen más pasajeros y cuando parece que ya no queda sitio ni para un mosquito en la ranchera, arrancamos. Empieza la aventura.

Antes de irme Richard apunta la matricula del coche y me dice que por favor le avise cuando llegue a Ore. Que hasta entonces estará preocupado,

Da la sensación que el conductor esta conduciendo en un videojuego, y no en la vida real.

Esta en la primera pantalla del juego, en el nivel más fácil.

Nivel I

Esquiva un agujero. Volantazo a la derecha. Volantazo a la izquierda.

Esquiva a un camión, adelante por la derecha, pega otro volantazo para esquivar otro agujero.

Otro coche que circula a la misma velocidad que nosotros (a 130 Km/h), tiene los mismos puntos que nosotros.

Se van adelantando.

Llegamos a un control de policía y paran a nuestro conductor.

No tiene carné de conducir.

La policía le indica que se baje del coche mientras otro policía ocupa su lugar y avanza el coche unos 100metros.

Yo no me entero de nada pero los demás pasajeros parecen no alarmarse. Todo es normal.

Al final nuestro conductor vuelve enfadado gritando algunas palabras que no llego a entender.

¡¡A la policía en Nigeria les encanta el dinero!!

Y así pasamos de pantalla a un nivel más avanzado.

Nivel II

Sigue conduciendo como un temerario y al comenzar un repecho se puede ver como el tráfico es lento.

Por un hueco en la mediana decide conducir en sentido contrario por la autopista. No es el único ya que justo antes de nosotros una furgoneta ha hecho lo mismo.

Ya en dirección contraria por la autopista veo como los coches de frente vienen a gran velocidad dando “la larga” y pitando.

Desde luego vamos más rápido que por nuestro sentido, donde los coches parecen avanzar muy lentamente.

Entonces se pone a llover y la visibilidad se reduce mucho.

Al chico que esta sentado a mi lado, el cual tiene el manillar de mi bicicleta molestándole la cabeza, le pregunto anonadado que qué pasa, si es normal ir en dirección contraria por la autopista.

Me mira y hace un gesto como si no me entendiera, como si fuera todo normal.

Pasamos así a la última pantalla del videojuego.

El embotellamiento había sido por la colisión de dos camiones que ahora están empotrados y volcados fuera de la carretera.

Nivel III

Parece que el tráfico ahora es mas fluido al otro lado de la autopista, en la que tendría que ser nuestra dirección, pero nuestro conductor y la furgoneta de adelante piensan que mejor seguir en dirección contraria.

Nuestro conductor decide que aprovechando que justo ahora no vienen muchos coches de frente, mejor adelantar a la furgoneta que teníamos delante, y así, adelantando en dirección contraria por la autopista, tardamos poco en incorporarnos de nuevo a nuestros carriles de la autopista, donde algunos coches en la otra dirección parecen hacer lo mismo que nuestro conductor.

Finalmente, sano y salvo, llego a Ore, donde la autopista ahora parece estar en perfecto estado y parece un sueño pedalear por ella.

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Ahora solo quedaba buscar un lugar donde pasar la noche.

Welcome to Nigeria

Welcome to Nigeria

Es el gran día.

Por la mañana me levanto muy pronto; he dormido en un aula de una escuela.

Ante la pizarra y en medio los pupitres voy recogiendo la tienda…

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El suelo ha sido un excelente somier, y me dispongo a recorrer los últimos kilómetros que me dirigen hacia la frontera con Nigeria.

En el patio del colegio un grupo de mujeres barre desde el amanecer y me despido del director que sin ningún problema me cedió el aula el día anterior.

En la carretera, todavía asfaltada, veo el cartel que indica: Nigeria..

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La ilusión y la desconfianza acuden a la vez a mi cabeza. Aunque sé con lo que me voy a encontrar, es difícil no sentir un poco de aprensión y recelo después de tantas experiencias escuchadas y que le dan su merecida reputación.

El camino se convierte en una pista de barro con trozos de asfalto, que me cuestan mucho menos esquivarlos que a los destartalados coches que circulan a la misma velocidad que mi caballo de hierro.

En la frontera con Benin, decido guardar mi cámara de fotos en el fondo de una alforja, y durante mi paso por Nigeria no haré más fotos que con la Gopro, mucho más pequeña y discreta que la otra. Desgraciadamente la calidad de las fotos no será la misma.

El último policía en Benin me desea buena suerte y me advierte de los peligros de Nigeria, pero aunque ya voy advertido no le hago mucho caso porque ha sido en cada país que me avisaban de los peligros del siguiente país, y si preguntara en Nigeria, me dirían que de donde vengo, Benin, es un país muy peligroso.

Veo por fin la barrera que hace de frontera y el cartel que me da la bienvenida a Nigeria.

Unos policías me indican una caseta donde después de buscar el visado en mi pasaporte, me preguntan cuantos días me quiero quedar en Nigeria.

Nunca antes, en ninguna frontera, me habían dado el honor de elegir el tiempo que me quiero quedar en un país.

Gente muy educada y amable, con una especie de pistolita me hacen “las pruebas a ver si tengo ébola”

– Estás sano, puedes pasar- me dice el oficial de inmigración mientras me da el pasaporte y me pide mi contacto en Facebook.

Estaba ya en Nigeria, y de momento era como cumplir años.  No hay diferencia de un año a otro.

La diferencia vendría en los próximos kilómetros, con controles policiales cada 2 Km ó 3 Km, donde me paraban para hacerme fotos con los policías mientras los otros conductores soltaban dinero para que no les hicieran perder tiempo.

En algunos controles los policías iban bien armados, en otros no llevaban más que un palo de golf, un bate de béisbol o un paraguas.

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A mi paso por los pueblos alguna gente gritaba: ¡Boko Haram, Boko Haram!

Se me iba a hacer de noche y  quería avanzar rápido, así que tuve que rechazar la invitación de un policía a comer “el plato típico nigeriano”, y comentarles mis intenciones para que me dejara ir antes.

– ¡Espera! ¡Una foto más!

Al final  ni  dándome el alto paraba en los controles, y con la mano les indicaba que iba lejos y que tenía prisa.

Al llegar a un cruce  desapareció el asfalto  al igual que la tranquilidad. Por el sur se llega a Lagos, al norte a Abeokuta, y por el camino que voy yo sé que llega a la autopista que está, todavía, a unos 60 Km.

Paro a comerme un plato de “fufú”, el legendario plato africano hecho a base de mandioca, en un modesto restaurante de carretera…

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En el cruce hay un camión blindado  y un policía me da el alto.

Se acerca hacia mí con un chupito en la mano y le pregunto si le puedo hacer una foto.

-¡Por supuesto!- y se bebe el chupito mientras posa junto al furgón y su kalashnikov.

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Me desean buen viaje y me vuelven a preguntar por mi contacto de Facebook.

Camiones por todos lados sorteando los agujeros en lo que queda  de “carretera” me hacen ahora compañía, y no se ven más controles policiales. No sé qué prefiero yo.

Estoy justo al norte de Lagos, bordeando la ciudad por el norte, y me empiezo a preocupar porque la noche pronto se me echará encima y sigo sin ver un buen sitio donde dormir.

Una de las cosas que me había propuesto para Nigeria era: por la noche nada de bici.

A ambos lados de la carretera veo carteles que anuncian nuevas urbanizaciones y parcelas en construcción.

En una de las entradas veo la caseta de un vigilante, y en la puerta tres pintores que terminan su jornada.

Al principio parecen asustados pero tardan poco en ver que soy un inofensivo viajero, y al preguntarle por un lugar “seguro” donde dormir, no tarda en darme las llaves de una oficina para que pase allí la noche…

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Más tarde me confiesa que al principio pensó que podía ser uno de los de  Boko Haram.

Por la noche, justo hacia el sur, el cielo estaba completamente iluminado. Eran las luces de una de las ciudades más grandes del mundo y que a toda costa quería evitar.

Ahora mejor irse a descansar que mañana empezaría la aventura de verdad.

 

Si Nigeria esta a la vuelta de la esquina…

Si Nigeria esta a la vuelta de la esquina…

…mejor hacer bien los deberes.

En los largos días de espera en Cotonou, mientras intento conseguir el visado para Nigeria, es inevitable no escuchar historias de terror de gente que ya ha estado en Nigeria.Historias de primera mano las cuales suman a la imagen ya de por si deteriorada de mi siguiente país.

No son solo las noticias de Boko Haram, ese grupo terrorista que no hace mucho secuestró 200 niñas y que días más tarde confirmó que muchas de ellas ya estaban vendidas, o la peligrosa región del delta del Niger donde se crean millones de petrodolares diarios que no revierten en la zona, sino todo lo contrario, y que el negocio más rentable para los habitantes de esa zona es el robo y secuestro de trabajadores extranjeros de los pozos petrolíferos, por no mencionar que las aguas del golfo de Guinea, que son las que bañan las costas de Nigeria, hay más piratería que en la mismísima Somalia, y que  Lagos es una de las ciudades más grandes del mundo y peligrosas.

A la vez también he escuchado de la amabilidad de los nigerianos, un país de gente curiosa y con la tercera industria de cine más grande del mundo.

Y haciendo estos deberes mientras busco información lo más actualizada posible doy a parar con la página del ministerio de asuntos exteriores francés, y me encuentro con un mapa en la que las zonas a evitar están ya dibujadas de color rojo…

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Inocente de mi se me ocurre escribir a la embajada española en Nigeria y preguntar por la situación del país a la vez que les expongo mi idea de atravesar el país en bicicleta, y en su respuesta el punto más importante es:  

ANTE LA INCIDENCIA DE LA EPIDEMIA DE FIEBRE HEMORRÁGICA DE TIPO ÉBOLA EN LA ZONA, SE DESACONSEJA EL VIAJE SALVO POR RAZONES DE EXTREMA NECESIDAD. EN TODO CASO, SE DEBERÁN EVITAR DETERMINADAS ZONAS”

-Se refieren a que hay 18 casos en un país de 170 millones de habitantes-

Viene a ser más o menos como si ante una inminente visita a Irak, les expones que vas a atravesar el país en bicicleta , y te contestan que es importante que lleves gorra y crema solar porque en esta época del año hay riesgo de sufrir una insolación.

Y así, buscando  información de fuentes más serias que aquellas que la embajada española llega a ofrecer, llego a estas conclusiones:

Que sí existe un riesgo real que va más allá de nuestra suerte o mala suerte, y que habrá que extremar las precauciones entre otras cosas evitando acampar y montar en bicicleta de noche.

Pero lo mas importante es saber a donde no se debe ir:

  • El norte, no solo por el calor sino porque el grupo terrorista Boko Haram controla ya demasiadas áreas del norte.
  • Lagos con sus más de 20 millones de habitantes puede ser un infierno circular por ella,ademas de ser considerada una de las ciudades más peligrosas del mundo.He de añadir que me considero una persona bastante miedosa a la hora de ir a ciudadesy las intento evitar siempre que puedo.Solo os digo que a mi paso por Castilla y León  evité la ciudad de Zamora.
  • El delta del Niger. Muchos de vosotros estaréis más familiarizados con la antigua Biafra, ese estado que duró pocos años y que acabó con una trágica guerra. Actualmente, la mayor riqueza del país se encuentran en esa zona gracias a sus ricas reservas de petroleo,que son explotados por grandes multinacionales y son sus trabajadores el gran objetivo de muchos de los grupos rebeldes, o simplemente bandidos, que actúan por esas zonas.

Y superado el primer obstáculo con el visado en mano nunca imaginé que celebraría tanto ese trozo de papel que me permite entrar en el que posiblemente sea mi país más temido.

Pero voy con la intención de quitarme esos prejuicios.

El camino lo dirá.

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