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Odisea

Odisea

Al final de este relato, muchos os preguntaréis como fui capaz de meterme en tal berenjenal, pero ni yo mismo os lo sabría decir.  Sea seguramente porque al mirar un mapa son las carreteras que me parecen mas bonitas, y casi siempre mas duras, las que hacen que vuele mi imaginación y sean esos trayectos, los que nunca dejan de depararme sorpresas. Y esto fue lo que me encontré. Una gran sorpresa.

Había perdido el miedo a los puertos cerrados al trafico debido a la nieve,y no tan solo eso, ya que causaban en mi gran interés  Libre de trafico y los peligros que eso conlleva, te encuentras de repente en un mundo inhóspito lejos del ser humano y tan solo rodeado por la naturaleza. Y ha sido esa naturaleza en su estado más salvaje la que había conseguido que ni las máquinas más potentes osaran a adentrarse en ese mundo.

Lo bueno que tiene una bicicleta es que allí donde sea intransitable, puedes levantarla, cargar con ella y seguir avanzando. Aunque esta pese unos 75 Kg con todo el material.

Escuchando a los lugareños de Yeghenadzorl, algunos me dijeron: “casi no hay nieve”. Hay un poco de hielo me dijo otro. Otros me aseguraban que como máximo me encontraría con 4 Km. intransitables debido a la nevadas de los últimos días.

Fue una gran tormenta la del 16 de enero, que dejó sepultada está carretera junto con una decena de todo tipo de vehículos que están bloqueados por la nieve a día de hoy.

Contando con mis anteriores experiencias con este tipo de cosas, eso de hacer lo que te dicen (lo que no debes de hacer), calculaba que me llevaría subir el puerto de Selim un día, y bajarlo otro. Natalia mas lista ella, y cansada del eterno invierno en el que estamos, se negó a hacerlo y quedamos en encontrarnos en otro lugar. Volvía a viajar en solitario.

Día 1

La jornada anterior intenté apurar lo máximo posible para dormir lo más cerca del puerto, para alcanzar la parte cerrada por nieve cuanto antes al día   siguiente, y así tomarme con calma el día evitando posibles imprevistos. En un puerto con nieve mejor no ser muy confiado, mas todavía estando a finales de invierno en esta región montañosa de Armenia, conocida como la pequeña Siberia. El cielo estaba completamente despejado y el sol apretaba más que nunca, lo que provocó que mi reserva de agua disminuyese antes de lo previsto. El día anterior, sin darme cuenta, se me debió caer la botella donde guardo la gasolina para cocinar, por lo que me iba a ser imposible derretir nieve.

De comida llevaba cosas ligeras que no requerían el hornillo. Manzanas, pan y queso en suficiente cantidad como para aguantar dos días, ya que no quería cargar con mucho peso.

En un momento de la subida, casi sin darme cuenta, al tomar una curva cuando todavía estaba a 1700m, la nieve escondía de repente y completamente el asfalto creando formas parecidas a olas blancas formadas por el viento.

Dependiendo de lo protegida que estaba la carretera del viento, me encontraba con más o menos cantidad de nieve, a esta altura era nieve en polvo donde la bicicleta se quedaba completamente clavada.

Desmonté las alforjas delanteras y la más grande trasera, y en dos turnos cargaba con todo. Primero estas alforjas, y luego volvía a por la bicicleta ahora un poco más ligera, ya que si no me sería completamente imposible empujarla sobre la nieve.

Verdaderamente agotador. En cada zancada mis piernas se hundían hasta las rodillas. Para avanzar escasos 500 metros me llevaba cerca de una hora. Primero llevaba unas alforjas, luego volvía a por la bici y  la cargaba  a mi espalda…

Era el primer día y  yo estaba lleno de energía y me daba todo igual. Ni me paraba a pensar lo que tenía por delante.

A medida que iba subiendo de altura, la nieve se  congelaba y formaba capas gruesas de hielo. Yo buscaba las partes más expuestas al viento porque eran más sólidas al estar libres de nieve en polvo.aun así requería de un gran esfuerzo y cada poco tenia que parar a descansar…

…y más descansar…

Un factor importante estaba a  mi favor. El tiempo. El cielo era azul oscuro y apenas había pequeñas nubes de formación asomando sobre las cimas de las montañas, que ante mí, majestuosamente se perfilaban en el horizonte.

Cuando el sol empezaba a esconderse detrás de las montañas en el oeste, iba siendo hora de buscar un sitio para dormir. A lo lejos vi un cartel que me indicaba que un poco más adelante me encontraría con un caravasar construido a comienzo del siglo XIV para prestar a refugio a las caravanas de este tramo de la ruta de la seda. ¡Perfecto! Esta noche duermo protegido.

El problema es que las puertas del caravasar estaban completamente sepultadas por la nieve y era imposible entrar,además de la gran cantidad de pisadas de lobo visibles  no incitaban mucho a quedarse ahí…

..así que decidí seguir un poco más.

Ya a 2.300m de altitud,  apenas me quedaban 130m de ascensión, veo en la última recta de la carreta para alcanzar el paso  lo que a lo lejos parece un quita nieves. ¡Genial!- pienso que seguramente están trabajando para despejar por completo la carretera de la gran tormenta que fue la razón de que este cerrada, desde el 16 de enero, y que tal vez tenga la suerte de encontrarme con la carretera despejada en la cima.

Dejo para mañana el ultimo tramo de ascensión ya que estoy fatigado. La última recta me ha llevado casi 2 horas para completar apenas unos 800 metros.

El cielo tiene aires amenazadores, pero aun así puedo disfrutar de una maravillosa vista del camino que he recorrido hasta el momento…

Monto la tienda en un lugar protegido, y descanso después de una increíblemente dura jornada. Un día más y todo habrá terminado.

 

Día 2

He dormido fatal debido al fuerte viento, y antes del amanecer escuchaba como los copos de nieve caían sobre mi tienda. Me asomo y el cielo azul del día anterior había sido sustituido por nubes bajas de color gris, y copos blancos transportados por el viento.

No me preocupo porque me queda casi nada para llegar al paso, y soy optimista de encontrarme con el quita nieves y la carretera despejada para la bajada.

No tengo las misma fuerzas del día anterior. Me duelen los brazos de levantar tanto peso. La primera curva cubierta de nieve en polvo me ha llevado más de lo previsto, y avanzando un poco más me encuentro con lo que pensaba sería el quita nieves y la carretera despejada…

¡Empieza la marcha!

No deja de nevar, sopla un fuerte viento racheado. La carretera ha desaparecido completamente y consumo la poca fuerza que me queda levantando la bicicleta. Me cuesta avanzar más que nunca…

Llego  finalmente  a lo que pensaba sería la cima, y que ya solo sería bajada.

El la cima me encuentro dos camiones del ejército atrapados entre la nieve…

A pesar de la que esta cayendo, puedo divisar a lo lejos que no es una bajada. Delante de mí tengo una altiplanicie que está llena de colinas y por las torres de electricidad puedo ver que la carretera vuelve a ascender muy a lo lejos. Solo veo el blanco en el horizonte. !Tierra trágame!! ¡Nieve trágame!

Pienso que tiene que haber algo que no está bien. En el pueblo anterior, Aghnjadzor, me dijeron que como mucho tendría 4 Km de nieve, y aunque solo en el día anterior hice 8 Km. ¡El siguiente paso que diviso a lo lejos debe de estar por lo menos a 20 Km! ¡En el caso de que pueda hacerlo, me llevará una eternidad!

Decido continuar como hasta entonces. Avanzo primero con las alforjas unos 200m, buscando la nieve más dura, y luego regreso para llevar la bicicleta…

Ha dejado de nevar, y no soy capaz de ver de donde vienen las nubes, pero mire a donde mire solo veo nubes negras.

El fuerte viento, aunque está a mi favor, crea un ambiente estresante e infernal. Un zumbido constante.

Me empiezo a sentir un poco vulnerable. Estoy en medio de la nada, y cuanto más avanzo más parece que me adentro en algo sin salida, sin saber muy bien si seré capaz de llegar a ningún lado.

El esfuerzo requerido para avanzar con la bicicleta y el equipaje sobre la nieve es sobrehumano, pero sin saber como saco las fuerzas de donde no las tengo.

Tengo la mente en modo robot. No pienso más que en los puntos que fijo para dejar la tanda de las alforjas para luego volver a por la bicicleta.

El cansancio es más mental que físico, por el mero de hecho de no saber cuando llegará el fin de esta pesadilla. No sé si serán 5 días o tan solo 2.

Escaso de comida y agua. Los botellines los dejo en una cornisa de nieve para que se llenen con el goteo, y en alguno de los coches abandonados tras la tormenta, que no tendrían tiempo ni para cerrarlo con llave, busco agua pero que suele estar helada. Lo que hay es vodka, que no me interesa, y tomo prestado algo para comer. En el camión militar un bote helado con una especie de pisto, el cual lo devoro como si llevara meses sin comer, en el siguiente coche una botella de agua helada, la cual  me meto en un bolsillo interior para que se derrita, no sin antes haberme asegurado que no es vodka.

Llevo ya 8 horas empujando la bicicleta y mi GPS me indica que he avanzado 4 kilómetros, lo que hace una media de 0,5 Km/h.

Llevo horas viendo a lo lejos un pueblo abandonado y sepultado bajo la nieve pero que nunca parece estar más cerca.

Me doy cuenta que no es solo que las nubes sean oscuras, sino que está anocheciendo y mejor montar la tienda como es debido.

En la mismísima ‘’carretera’’ …

…anclo la tienda sobre la nieve mientras ahora el granizo me azota la cara.

Por la noche no puedo conciliar el sueño. ¿Y si no puedo? Ya he pasado el punto de no retorno.

No sé los kilómetros que me quedan en esas condiciones y mientras desde dentro de la tienda, calentito en mi saco, escucho como se ha levantado ventisca y los copos de nieve se amontonan sobre el techo de la tienda, me entra la angustia porque con mas nieve la cosas se ponen mas difíciles, y existe la gran posibilidad de que no pueda avanzar, quedándome igual de atrapado que los vehículos. En el peor de los casos, podría dejar la bicicleta y coger solo las cosas mas esenciales.

¿Qué coño estaba haciendo yo allí? ¿Por qué me metí en este berenjenal?

Día 3

Casi no he pegado ojo y estoy muerto de hambre. Estoy agotado. Después del esfuerzo del día anterior en el que encima no tuve nada para cenar y hoy tampoco tenía nada para desayunar.

Antes del amanecer, mientras sigue nevando, desmonto la tienda, que está calada y que hace que pese mucho más.

Hay niebla, pero al rato las nubes parecen levantarse un poco, pero no sin dejar de nevar.

Mirase a donde mirase solo veía que todo a mi alrededor estaba cubierto por un grueso manto blanco…

Es precioso estar rodeado de ese paisaje, aunque preferiría estar tomándome una cerveza en una playita del Mediterráneo.

Es el tercer día sin dirigir palabra a nadie. Sin ver a nadie. La única señal que me indica que no soy la única forma de vida, son las grandes cantidades de pisadas de lobo sobre la nieve, y de algún gran felino…

Al igual que ayer, pongo mi mente en modo robot y desempeño mi labor de cargar alforjas, dejar alforjas, volver a por bici, cargar con bici. Cargar alforjas, volver a por bici… así desde las 7 de la mañana hasta las 7 de la tarde que es cuando anochece.

Me imagino un buen plato de pasta caliente, y un vaso de agua fría en vaso de pinta, porque es lo único que puedo hacer: ¡Imaginármelo!

No tengo ni agua, y tengo que masticar nieve.

A lo largo del camino me sigo encontrando con vehículos atrapados por la nieve…

…incluso quita nieves atrapados por la nieve…

Parece que donde no te lleva un camión militar, un coche o un quita nieves, te lleva una simple bicicleta…

Eso para los que ponen excusas para no ir en bici a trabajar.

Sigo exhausto, con el estómago vacío desde hace más de un día, y solo ingiero agua masticando nieve.¡Delicioso!

Cada vez que alcanzo la cima de una colina frente a mí solo veo más colinas, todas igual de cargadas con nieve.

He decidido dormir el algún vehículo atrapado por la nieve, ya que la tienda esta completamente empapada de la noche anterior.

Quedan dos horas para anochecer y a lo lejos veo otro camión atrapado por la nieve, y decido que cuando llegue allí, seguramente en un par de horas, lo tomaré prestado para pasar la noche.

Llego primero con las alforjas, arrastrándolas sobre la nieve y cayéndome cada vez que una de mis piernas se hundía un poco mas.

Veo que ese camión no esta atrapado por la nieve, sino que es un quita nieves y que detrás de el la carretera esta despejada !Me cuesta creerlo!…

Agotado y sin fuerzas rompo a llorar no sé si de alivio o de alegría, o porque acabo de superar uno de momentos mas difíciles de mi vida.

Gracias al fuerte viento que hoy ha soplado a mi favor, me ha sido posible recorrer estos últimos 7 Km. Mejor tener a la naturaleza de tu lado.

En los tramos que tenia que volver a por la bicicleta, la nieve arrastrada por el viento golpeaba mi cara con tal fuerza que me era imposible mirar de frente.

Nunca me había encontrado en una situación así, en el que en cualquier momento si las cosas se complican un poco, puede ser tu despedida.

Pero allí estaba yo, y solo tenía que regresar a por la bicicleta, y levantarla los últimos 200 m. A partir de ahí todo sería mucho más fácil, y de nuevo volvía a estar entre humanos.

Era ya casi de noche. Enciendo las luces y mi intención era alejarme lo máximo posible de allí, y si fuera posible llegar a Martuni en la orilla del lago Sevan.

Ahora en llano podía ir sobre la bicicleta…

Con la noche ya encima, nevando, todavía muerto de sed y de hambre, al pasar un pequeño pueblo veo a unos hombres fuera de una casa.

Les explico de donde vengo, y me dicen que a 20 Km. hay un hotel.No se ofrecen a darme ni agua(ni vodka).Los armenios no brillan por su amabilidad y hospitalidad.

¿Dónde queda la hospitalidad de los iraníes?

Ahora, recuperándome en un modesto hotelillo, con tal dolor en el cuerpo no puedo  apoyar la planta de los pies del dolor, ni cerrar la mano con fuerza.

Mirando hacia atrás ha sido una experiencia única  de las que si no te matan te hacen mas fuertes, la cual no la borraría pero sin duda nunca la repetiría.