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Que ganas de irse de Ghana

Que ganas de irse de Ghana

Subimos montañas por caminos de tierra para llegar a la desolada frontera entre Ghana y Togo…

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Fue sin duda lo más bonito de Ghana su frontera con Togo.

…y a medida que nos acercábamos al puesto fronterizo florecían innumerables sensaciones contradictorias. Atrás se quedaba un país que nos cargó de contrariedades que enturbiaron nuestro ánimo y nos dejó lleno de decepciones.

Recuerdo todavía la renovada energía con la que entramos en el país desde Burkina, ansiando dejar atrás la tórrida región del Sahel y nos encontramos con las primeras palabras cálidas y amables en inglés con las que nos dieron la bienvenida en la que fuera la primera colonia africana en conseguir la independencia, hace ya más de 60 años: Ghana.

Todavía muy al norte, los “lobi”, el grupo étnico que habita a ambas partes de la frontera, son más parecidos a los burquineses. Amables, simpáticos, afectuosos y hospitalarios no dudaron en ofrecernos cobijo cuando vieron que estábamos montando la tienda en una explanada cubierta de hierba alta.

– “Venir mejor a nuestra aldea, por aquí hay muchas serpientes”-. Declinamos la invitación. Estaba anocheciendo y ya teníamos montado el campamento, y después de un largo y duro día queríamos un poco de tranquilidad e intimidad.

Al amanecer la gente del poblado nos estaban esperando para mostrarnos con orgullo su ganado y su pequeña aldea…

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A medida que nos dirigíamos hacia el sur dejábamos de ver mezquitas, y a su vez echábamos de menos la hospitalidad y amabilidad que nos habían brindado los musulmanes por todos los países que recientemente habíamos cruzado.

Imaginábamos que al entrar en uno de los países más desarrollados del África occidental, y de estar más próximo al Ecuador, nos encontraríamos con una variada alimentación, pero nada más lejos de la realidad fue lo que nos encontramos: “LA PEOR COMIDA DEL MUNDO”.

Suerte que por estas latitudes la fruta es uno de los regalos más habituales de la naturaleza, y en ella encontramos nuestro mejor escape a la desastrosa alimentación de los ghaneses. Sin duda heredaron lo peor que podrían haber heredado de sus colonizadores (los ingleses).

Casi sin darnos cuenta en nuestro camino que nos llevaba hacia la costa por pequeños senderos alejados de las carreteras asfaltadas…

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… dejamos de ver mezquitas a la vez que florecían por decenas en cada pueblo, por muy pequeño que fuera, todo tipo de iglesias cristianas…

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La más modesta de cuantas hemos cruzado…

En su más amplia diversidad y variopintas se anunciaban en un sinfín de innumerables carteles que invariablemente llevaban la foto de su pastor o reverendo y anunciaban las horas del rezo y celebraciones varias.

Todo tipo de sectas del cristianismo: Adventista, Pentecostal, Evangelista, Adventista del 7º día, Apostólica, Protestante, Testigos de Jehová,Luterana, Católica, Metodista,etc., y algunas de las más pintorescas como “la iglesia internacional de los iluminados”, “capilla de los ganadores”, “iglesia de los pecadores”, etc.

Algunos de los reverendos de estas iglesias amasan grandes fortunas, y da la impresión de ser uno de los negocios más rentables del momento.

El nombre de las pequeños negocios siempre tenían un contexto religioso…

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¿Un poquito de cordero?

A la vez que cambiaba la religión, no cambiaba la estampa típica del hombre bajo la sombra de un árbol, o lo que tercie, mientras la mujer trabaja.

Al entrar en un pequeño hotel, le comenté a la mujer que me enseñó la habitación que mi pareja era quien tenía la última palabra.

– ¿Y eso por qué? Pero si tú eres el hombre.

– Ya, pero ella, también, tiene opinión y debe manifestarla.

– Pues no está bien, tú eres superior.

– ¿Y eso? -contesto muy sorprendido.

– La mujer fue creada de la costilla del hombre.

– Bueno…

Ella aprovecha ese momento de aturdimiento que tengo y en el que no encuentro respuesta y   me suelta: – ¿Pones en duda la palabra del Señor?

Fue sin duda el fervor religioso que se respiraba lo que más llamó nuestra atención.

Había más ruido un domingo por la mañana que un sábado por la noche.

Llegamos a la capital, Accra, y en la orilla de carretera nacional vimos un enorme cartel que nos daba la bienvenida, y por supuesto con la foto de un reverendo y un aviso:

¡Arrepentiros! ¡La llegada de Jesús es inminente!

Unos días más tarde comprobamos que no son tan fervorosos a la hora de cumplir con la doctrina de Cristo, pues no es normal que nos hayan robado tres veces en el mismo país y en unos pocos días.

No percibimos la calidez que nos ha hecho sentir siempre bienvenidos, que es lo que más anhelamos en cada país que visitamos. A medida que nos acercábamos a la costa…

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…advertíamos que la gente mostraba sin disimulo su contrariedad y animadversión cuando se encontraban con nosotros.

El único término que usaban para dirigirse a nosotros era “Blooney“, el cual confundí los primeros días con Rooney (algo no muy agradable que te encuentre un parecido con el jugador del Manchester,) pero  resultó ser el significado de “hombre blanco”.

Al contrario que en el resto de países africanos el término “blanco ” generalmente lo utilizan los más pequeños, aunque aquí eran todas personas y de todas las edades las que con un tono burlón  y despectivo lo usaban para referirse a nosotros.

Nos fue imposible establecer algún tipo de relación, pues nos encontramos con gente fría y distante.

Y así, mientras dejábamos atrás Ghana (¡con muchas ganas!), nos encontramos en Togo y como por arte de magia de nuevo con la amabilidad, calidez y hospitalidad de la gente.

Y por muy extraño que parezca, ya que Togo es un país mucho menos desarrollado que Ghana, la alimentación y comida vuelve a ser decente.

Algo positivo que hemos sacado de nuestro paso por Ghana ha sido volver a apreciar aquello a lo que nos habíamos acostumbrado, pues no hay nada más bonito e importante en cada país que llevar consigo la sensación de sentirse bien recibido.