Llegué, por fín ,a la región de Kasai.
Llegué a Kikwit por una carretera bien asfaltada y sin tráfico, pero dejé la ciudad y desapareció el asfalto hacia mi siguiente destino:Tshikapa, en la region de Kasai occidental.
En los pueblos mi presencia causaba una histeria colectiva.
Los niños se acercaban corriendo gritando: “¡Chino, chino, chinoooo!!”…
-¡Pero si no soy chino!,-les vacilaba yo.
-Los chinos tienen los ojos así…
Entre risas comenté con un anciano cómo era posible que la gente me encontrara algún tipo de parecido con los chinos.
“Es que fueron ellos quienes construyeron esta carretera.Mira, no tiene ni dos años y ya tiene socavones”
Comenzaba la pequeña estación seca, cuando durante unas semanas no se esperaba ni una gota de agua, a la vez que poco más de mil kilómetros al sur ,dirección al trópico de capricornio, comenzaba con fuerza la temporada de lluvias con sus pertinentes inundaciones.
Quería aprovechar ese respiro que me daba el clima para cruzar el corazón de la República Democrática del Congo donde las carreteras desaparecen y hay que abrirse camino entre el barro , arena y vegetación.
Me encontraba a más de 1000 msnm, y el amanecer me recibía siempre con aire fresco y húmedo, bajo una densa niebla que comenzaba a desaparecer a la vez que el sol se alzaba en el cielo…
Echaba en falta los pozos de agua que venía encontrándome en todos los países del África subsahariana, donde fácilmente podía rellenar mi botella . Aquí, sin querer saber de donde sacaban el agua, les daba la botella y esperaba a que me la devolvieran llena.
Un día vi como la llenaban de un barril oxidado de agua recogida de los sucios tejados durante la lluvia.
Al anochecer paraba en la primera aldea y pedía permiso al jefe para pasar la noche en su pueblo.Era siempre para él un honor recibir a un forastero e intentaba mantener alejados a los niños de mi, que resultaba ser tarea imposible…
Cada noche compartíamos un plato de “fufu” bajo las estrellas.
La carretera, por llamarlo de alguna manera, era la N1, que conectaba las dos ciudades más grandes del país.Tan solo unos pocos camiones atestados de gente y mercancía se aventuraban a recorrerlo.El medio de transporte preferido en este vasto país es por sus infinitos ríos navegables.Muy entendible al ver el estado de las carreteras…
Entre pueblo y pueblo la gente transportaba mercancía sobre bicicletas. Solían hacer equipo entre dos.Uno empujaba y el otro guiaba…
…
Con muchos de estos porteadores compartí días en nuestro camino hasta Tshikapa. A todos nos tocaba empujar la bicicleta sobre la arena, aunque en las bajadas ganaba ventaja ya que mi bici tenía pedales y frenos.Les era extraño ver al hombre blanco sufriendo como ellos.
El estado de la carretera principal era lamentable debido al paso de los camiones …
…y la manera más fácil de moverse era por los pequeños senderos que conectaban las aldeas por donde no podían pasar mas que bicicletas…
…
…
Llevaba días viendo la ciudad de Tshikapa sobre el mapa y sobre él parecía nunca avanzar.Había días que desde el amanecer hasta el atardecer a penas había recorrido 20km…
Me sentía como una autentica celebridad.En cuanto paraba me encontraba rodeado siempre de gente…
…
En una ocasión paré a cocinar en una pequeña aldea.Se formó un circulo alrededor mio y en un idioma intangible tan solo podía entender la palabra “satelite” , en una conversación que intuí sería sobre mi.
Finalmente un joven decidió acercarse y preguntarme si había un satélite siguiéndome y vigilándome.
Casi dos semanas tardé en llegar a Tshikapa desde Kikwit, empujando la bicicleta la mayor parte del tiempo.
En los últimos kilómetros me despedía ya montado y pedaleando sobre mi bicicleta de los porteadores que también alcanzaban su destino.Tuve esa extraña sensación de cuando recorres el camino de Santiago y a la entrada a la ciudad vas saludando lleno de felicidad a tantos peregrinos que te has ido encontrando día tras día a lo largo del camino .
Me volvió a parar la policía y me confiscaron el pasaporte.Tenía que mostrar un documento oficial que explicara lo que estaba haciendo.¿Cuál era mi misión?¿Quién me enviaba?
Tenía que pagar también las fotocopias, una carpeta para guardar los documentos, y la gasolina de la moto del jefe de policía que estaba en camino.
Conseguí salir airoso de esa batalla.
“Danos algo.Con 50 dolares nos conformamos”
Quería descansar un día y preparar la siguiente etapa del viaje, que según había escuchado, era la más dura.
5 thoughts on “Llegué, por fín ,a la región de Kasai.”
super.
Menudo relato. Tener un español contando una aventura tan particular y extrema es un regalo!
Tienes tanto arte contando las cosas como en la ciencia de sobrevivir!!
Como me gusta subirme a la bicicleta y mientras tu la empujas viajar por Africa, eres un genio.
Con lo maravilloso que era el relato y unos policías corruptos lo estropearon. Bueno, que todos los males sean esos.
¿Por dónde andas, campeón?