Hace un año, más o menos…
Comenzó el mes de abril en la India y los cambios que deja el monzón ya comenzaban a sentirse. Estaba todavía en Calcuta y por delante tenía un camino que me llevaría desde el este de la India hacía el oeste, a la frontera con Pakistán.
Era consciente de que tendría que soportar un grado de humedad y temperaturas que irían aumentando día a día, pero no me preocupa porque sabía que tenía que sufrirlo para volver a encontrarme con el Himalaya. Solo pensar en ello hacía que me olvidara de donde estaba y de lo que me quedaba por recorrer.
Tenía ya puesta mi mente en la alta montaña, aunque mi cuerpo estuviera cubierto en sudor y el sol apretara tanto que parecía que estaba dentro de mí. Hacía mucho que soñaba con ese reencuentro y en volver a recorrer, ocho años más tarde, la carretera de Manali a Leh, donde me esperaban, entre otros, los tres puertos más altos del mundo, en la provincia de Ladakh. El pueblo de Manali está a las puertas del Himalaya, y Leh en la meseta tibetana. Pero para llegar allí tendré que pedalear más de 5000 Km y que los haré con mi nueva bicicleta Orbea.
Empezaba a montar antes del amanecer, tenía que evitar las horas más calurosas del día. Al mediodía buscaba una sombra para disfrutar de una larga y reparadora siesta. Al despertar y casi bostezando tocaba continuar para aprovechar que el sol aprieta menos; los primeros momentos me dejaban la sensación de que los colores volvían a aparecer y de que podía apreciarlos en todos sus matices sin que la intensa luz del gigante sol me cegara. Aunque los índices de humedad fueran incrementando día a día, el paisaje por el que transitaba era seco y árido.
Me costaba imaginar que con la llegada del monzón, que traerá lluvias torrenciales durante meses, todo lo que me rodea estará anegado. Aun así, intentando tomar todas las precauciones posibles en mi lucha constante contra el sol, a la salida de Varanasi, y a a mitad de camino hacia el Himalaya, sufrí una insolación y mi cuerpo empezaba a flojear a medida que pasaban los días. Era casi imposible recuperar todo el liquido perdido durante el día, incluso bebiendo más de doce litros de agua diarios. Las temperaturas seguían subiendo. Apenas me quedaban 700 Km para empezar a subir y encontrarme con temperaturas más frescas. Al ritmo que iba, recorriendo una media de 120 Km diarios, en menos de una semana me encontraría con mi tan deseado primer puerto de montaña.
Empezaba a aborrecer la India y a sus carreteras atestadas de camiones, pero a lo lejos ya percibía las pequeñas colinas que preceden a los primeras montañas que hacen de contrafuertes de la cordillera del Himalaya. Con tanto calor y humedad solo podía disfrutar del espléndido paisaje durante las primeras horas del día. Casi sin darme cuenta me encontré pedaleando de pie y tirando de mi bicicleta por pendientes con un 10% de desnivel. Mi cuerpo no se adaptaba, tenía que acostumbrarlo de nuevo porque en muchas ocasiones me dio la impresión de que mi caballo de aluminio pesaba mucho más de 70 Kg. Disfruté de las primeras lluvias, que nunca llegaban de imprevisto.
Todos los días se repetía el mismo ritual en el que la lluvia acompañada de fuertes ráfagas de viento que azotaban el terreno todavía seco y árido que me rodeaba. La temperatura descendió bruscamente y la presencia de insectos se multiplicó.
Lo que antes era un secarral, ahora era un barrizal. A medida que subía y me alejaba de la planicie india, la llanura por la que transcurren grandes ríos, como el Ganges, las temperaturas se volvían más agradables, y a la hora de encontrar un lugar donde acampar tenía incluso donde elegir.
Las montañas vuelven el terreno en lugares menos habitables, y entre pueblo y pueblo había espacios enormes en los que conseguía estar un tiempo sin divisar a una sola persona, algo inimaginable semanas atrás, en la sobre poblada India. Y así, ya estaba en Manali, donde empieza la famosa carretera que llega hasta Leh. El ejército acababa de abrir la carretera hacía apenas unas semanas y me encontré en los puertos con paredes de hielo con más de cuatro metros de altura por los que pasaba con mi bicicleta y por los que me alejaría de la verdadera India
Hoy, poco más de un año más tarde, nos encontramos en Turquía, y desde entonces mucho ha llovido (o nevado).
Todavía en el continente asiático aunque a tiro de piedra de Europa ya que tan solo nos separa el estrecho de Dardanelos, en el mar de Mármara.
Aquellas imágenes y sensaciones que nos brinda la India me parecen muy lejanas, y aquellas cosas que recuerdo me irritaban, ahora las recuerdo con dulzura. La India era lo extremo de la espontaneidad, donde todo es posible y cada momento se convierte en algo extraordinario.
A medida que nos acercamos a la vieja Europa, el viaje va perdiendo intensidad en las sensaciones cotidianas y los encuentros con la gente son más impersonales.
Todo esta demasiado ordenado, planificado, limpio y perfecto.
La gente es mas individual, menos personal, y tenemos la sensación de que las personas son menos personas.
A medida que entramos en el mundo de ”occidente” notamos como la gente sonríe menos y buscan la felicidad de las maneras más tontas…
Las carreteras son cada vez más transitadas por coches de alta gama y más modernos, pero a la vez nos encontramos con menos sonrisas.
Vemos menos niños jugando en las calles. Deben de estar en sus casas jugando con los últimos modelos de las videoconsolas que han salido al mercado.
¿Es la felicidad directamente proporcional a la cantidad de dinero que fluye en una economía?
¿Es positiva la relación que nos sugiere el sustantivo ”desarrollo” ? ¿Qué connotaciones tiene lo que nos venden por ”mundo desarrollado”?
9 thoughts on “Hace un año, más o menos…”
Ahí queda expresado en forma de preguntas. Ahora que cada uno reflexione.
Gracias Javi porque ya empece a reflexionar de nuevo
Gracias, cuidaros
pero cómo no vamos a estar contentos si nos tocara aguantar a la rubia de la foto????.
Aquí, cuando salgo por el campo en bici, es como si estuvieras fuera; nadie habla. Si no saludas tú primero, nadie te saluda. Y aun saludando tú primero, es raro que la gente te devuelva el saludo.
En fín, seguro que me conocen y no quieren aguantar la chapa que le doy a la gente.
Quizá somos más dentro de nosotros mismos
y menos en la colectividad, en lo común, en las sonrisas o en un cielo azul.
Quizá somos más egoístas.
Desarrollo solamente es un sustantivo positivo cuando no se deja a nadie atrás…
Si, realmente, esas sensaciones que tu recoges al acercarte a Europa son muy valiosas. Yo las he sentido cuando viajo aunque teniendo en cuenta que para mí, con el avión, son un corte. Para tí son sensaciones de cambio que van ganando fuerza día a día.
Interesante.
Te parecerá mentira lo largo que puede llegar a ser 365 días y lo corto que se hace en la rutina diaria de ésta maldita vida consumista en la que como siempre unos pocos nos imponen y de la que muchos de nosotros no sabemos salir. Tú eres uno de los que lo ha conseguido y no me extrañaría que en cuanto termines esta experiencia, comiences otra. Disfruta de la vida que elegistes,, que seguro a más de uno de los que te leemos nos empujará a acompañarte. Gracias por lo que haces.
Que gran razón tienes!! aunque siempre se dijo que el dinero no da la felicidad, parece que por nuestro occidente, esto se nos ha olvidado. O nos invitan cada día a olvidarlo.
Recuerdo hace mucho tiempo, en un viaje a Marruecos, a un niño que jugaba horas y horas con un alambre en forma de rueda. No necesitaba nada más para jugar y sonreir.
Quiero felicitarte por tu enorme viaje( o forma de vivir), porque cada vez que vosotros pedaleáis, hacéis que se mueva nuestra imaginación y deseo.
un abrazo
Aupa Javier
que tal va eso hombre
parece que vas de vuelta para europa, ya nos toca no
yo estoy esperando la visa de iran y arrancare palli tambien
me dijo Inhigo que andabas con companhia, me alegro por ti
el hermaniko que te escribio unos mails en verano
que se ha pegau un pedazo de hostion escalando
y esta en el hospi recuperandose
parece que ira bien
le dedico unas fotos de los anapurnas
las estoy subiendo ahorita mismo
ke he estau de paseo de despedida
te traeran buenos recuerdos me imagino
y se agradece el comentario profesional tambien
estan en www,pato.in
esoty empezando en estos mundos de mentira
buen camino hermano
el aire nos guia y nos protege
La vieja Europa es eso un poco vieja y se le olvida de vez en cuando que le hace feliz de verdad… eres muy afortunado por poder ver lo que has visto y somos afortunados por poder compartirlo a través de tus ojos… nos encanta que viajes y nos lo cuentes… nos emociona pensar en cuando podremos volver a darte un abrazo y disfrutar de tu sonrisa.
Estupendas reflexiones que nos hacen pensar en la vida que llevamos y, lo que es mejor, en la que deseamos que lleven nuestros hijos. Un besazo y ánimo, que ya queda muy poquito para llegar a la meta de este gran viaje. Bss