Fronteras

Fronteras

A lo largo de estos últimos años he podido apreciar, mejor que nunca, las transformaciones que consigo traen las fronteras. Esas líneas imaginarias trazadas sobre mapas a lo largo de la historia han ido separando y modelando  a las personas que quedaron a un lado y otro de ellas. Estas fronteras fueron y son principalmente barreras geográficas que antiguamente suponían una defensa natural que actuaban de obstáculo y que evitaban o dificultaban que esas tierras fueran ocupadas o invadidas  por otros grupos de personas que buscaban conquistar tierras y pueblos en busca de más poder y riquezas con la excusa, muchas veces, de propagar una nueva religión con nuevos dioses.

Con el paso del tiempo y el avance de la tecnología esas barreras geográficas se han ido convirtiendo en obstáculos menores, aun así se han mantenido y siguen marcando enormes diferencias a cada lado de ellas. Las fronteras mas antiguas fueron delimitadas por ríos o cordilleras, y las más recientes, que sobre un mapa carecen de sentido alguno, cortan tierras y separan gentes que pertenecen a un mismo grupo.

Imperios, religiones y demás poderes creados por el ser humano las han ido modificando, y muchas de ellas tienen tan poco lógica y respaldo histórico que son el foco de la mayoría de los  conflictos que en la actualidad azotan a la humanidad. Esta entrada al blog la escribo desde Kosovo.

Hoy que vivimos en un mundo global, en que gracias a las telecomunicaciones tenemos la sensación de estar más cerca de cualquier rincón del planeta, esas fronteras son menos fronteras que antes, pero llegar a ellas con esfuerzo v a la velocidad perfecta que te garantiza la bicicleta,  lentamente, y finalmente cruzarlas  te da una interesante y rica visión en el tiempo de lo que hace mucho  fueron esas tierras y en muchos casos resume la situación actual del país.

Existen otras líneas que son invisibles y que no figuran en ningún tratado. Para los viajeros son difíciles de percibir, pero los “forasteros” que viven rodeados por esas líneas las sienten como una pesada losa sobre sus espaldas que les dificultan sus movimientos e incluso expresarse; el “otro” representa miedo, intransigencia y todas las fobias al “extraño”, al no nacido en su comunidad.

Aquí hablo de esas fronteras que más nos han llamado la atención:

La más absurda:

Sin duda una de las fronteras más recientes es la que separa Pakistán y la India. No hace muchos años un mismo país y hoy la misma gente pero en diferentes países. La única diferencia: la religión.

El estado del Punjab fue dividido desde una oficina, por un legislador británico, previo a la independencia del Industán, trazando las fronteras para que ninguno de los dos futuros países fuera beneficiado.

Cruzamos desde Amritsar a Lahore, el trayecto del mundo que más refugiados ha visto pasar y hoy en día una de las fronteras menos transitadas. Cada día al atardecer, al cerrar la frontera los soldados más fuertes y grandes de cada país desfilan ante sus banderas y cada bando dispone de sus “aficionados”, que se reúnen para animar a su “equipo” desde sus respectivas gradas. De un lado gritan: ¡Larga vida a Pakistán!, del otro: ¡Viva la India! Se venden banderitas, palomitas, refrescos, y  videos de la ceremonia.


La más bonita:

Una de las maravillas de nuestro planeta es la gran cordillera del Himalaya. Cruzarla en bicicleta llevó varios días desde la meseta tibetana, atravesando puertos de mas de 5000 metros. A un lado del Himalaya el aire es frío y seco y el paisaje desértico. Al pasar el ultimo puerto completamente nevado, y después de haberme levantado con mi tienda destrozada por una tormenta de nieve, a medida que dejas los siete miles a un lado y empieza a descender, te encuentras con bosques frondosos y cascadas, aire húmedo y cálido, y se disfruta de uno de los mayores descensos del mundo, desde los 5200 metros hasta los 1100, cerca de 70 Km. de bajada.

Un puente hace de frontera, a un lado soldados chinos sujetan sus ametralladoras automáticas, y al otro los soldados nepalíes sujetan sus armas: varas de bambú.

 

La más impactante:

Cruzar el río Aras que separa Armenia e Irán fue impactante, al pasar “al otro lado” percibimos con intensidad el  cambio. Ese río marcaba el límite entre dos culturas tan grandes como imperios.

El imperio persa al sur y el ruso al norte.

Veníamos de Irán, sociedad moldeada por la religión musulmana, y cruzábamos a Armenia, el primer país en adoptar el cristianismo como religión, y uno de los rincones más lejanos del imperio soviético.

Del lado iraní se bebe té, las mujeres van cubiertas completamente, y después de cruzar el puente y despedirnos con pena de Irán, en lado armenio ahora se bebe vodka y vino, las mujeres no tienen que cubrirse y la hospitalidad que veníamos disfrutando desaparece. Ahora ya no hay mezquitas, pero sí iglesias. Todo eso ocurre en un espacio que separa un río de apenas 30 metros de ancho.

¡Por fin, Natalia se pudo quitar el velo y de nuevo mostrar su pelo!

La más difícil (I):

Burocráticamente hablando entrar en Turkmenistán fue una autentica pesadilla. La “Corea del norte” de Asia central, un país blindado por una dictadura, solo nos habían concedido 3 días para cruzar este inmenso y despoblado  país, donde la gasolina y gas son gratis, pero donde se paga un precio muy alto por la libertad, tanto que es inexistente.

El camino hacia el edificio fronterizo transcurre entre alambradas, y allí nos esperaba un soldado que sabía de nuestra llegada…

 

Tres horas de espera para que desde la capital confirmaran que nuestro visado de tránsito de tres días no era falso, y tras sellarnos el pasaporte nos advierten que nos dan dos días para salir del país.

La más difícil (II):

Físicamente hablando pasar de Kirguistán a Tayikistán cruzando por el Pamir, en invierno, fue sin duda el más duro, debido a la altura ( 4120 metros), el frío( -10ºC) y la nieve/hielo que cubría el camino…

 

Llegamos después de que el sol se hubiera despedido hasta el día siguiente y cuando la temperatura bajaba de golpe, pero a pesar de ser una zona militar restringida los soldados nos dejaron dormir en un container para que pudiésemos refugiarnos del frío.

La más fácil:

Despedirse de Turquía y entrar en Grecia nos permitió disfrutar de unas de las pocas cosas buenas que nos ha traído la Unión Europea: la libre circulación de personas.

La más estricta:

Dejamos Pakistán por el paso de Khunjerab, a 5000 metros. Del lado paquistaní parecen tomarse las cosas muy poco en serio, no así del lado chino, donde desmontaron hasta las más minúsculas piezas  de las bicicletas y de una manera ruda y prepotente los soldados chinos humillaban a los paquistaníes que cruzaban a China tratándolos casi como a terroristas.

 

La más agradable (y surrealista):

Tras sellar mi pasaporte a mi salida de la India, cruzo la frontera no sin antes detenerme para que los soldados indios se hicieran unas fotos conmigo.

Me acuerdo del consulado de Bangladesh y de los incidentes que había tenido con el cónsul (aquí la entrada que publiqué en su día...),pero soy muy optimista por los días que me esperan en este desconocido país. Sabía que me encontraría con el país más pobre de Asia, el más densamente poblado del mundo y mucho tráfico en sus carreteras, pero lo que más había oído  era sobre la hospitalidad de los bangladesís.

Ya en Bangladesh y buscando el puesto de inmigración  se me acercan dos soldados y me preguntan si soy español.

Me dicen que les acompañe que su comandante quiere hablar conmigo.

Muy extrañado empujo la bicicleta  guiado por los dos soldados y no tardamos en ver aparecer un militar con un gran bigote y detrás de él decenas de soldados que se dirigen hacia nosotros.

El comandante, me vuelve a preguntar si soy español.

Al confirmárselo  me da la mano mientras un soldado nos hace fotos y el comandante me dice:

– Soy el comandante ‘tal’ y quiero darle la bienvenida a nuestro país. Es un honor tenerle como invitado.

Me pregunta por mi viaje en bici, y sin soltarme la mano y sonriendo a la cámara que nos está haciendo fotos, menciona la copa del mundo de fútbol y me dice que el animaba a España.

No daba crédito a la situación en la que me encontraba.

Estaba anonadado por la bienvenida que estaba recibiendo en este nuevo país.

Un soldado me acerca una libreta y me pide por favor que le firme un autógrafo y que le escriba algo.

“Es la mejor bienvenida que jamás he tenido”, y el soldado lo lee en alto para que lo escuchen los allí presentes.

Finalmente, y con la intención de llegar esa misma noche a Dhaka, a 150km de distancia, me despido.

Había oído maravillas de Bangladesh pero nunca me imaginé una situación así.

Alejándome, feliz después de haber recibido tan increíble acogida, ya por la carretera me doy la vuelta para despedirme por última vez y veo a los soldados allí inmóviles ocupando toda la carretera mientras me ven alejarme…

La más deseada:

Después de un largo y duro invierno, solo teníamos la mente puesta en el Mediterráneo, y su clima.

Asociábamos Turquía a Mediterráneo, aceite de oliva, playas, calorcito y de nuevo hospitalidad musulmana.

Nos encontramos con todo eso menos con calorcito, y esta es la estampa con la que nos topamos tras dejar Georgia y entrar en la cálida Turquía. Nuestros primeros kilómetros en nuestro primer país del Mare Nostrum no eran como hubiéramos deseado…

 

 

3 thoughts on “Fronteras

  1. muy bonito y curioso el post. Recordamos tus sinvivires y es como que fueran los que nos contó un colega, hace muchos, pero que muchos años…

  2. …ya vés! lo que puede legar a cambiar todo un pueblo por las decisiones de unos pocos ignorantes de poder. Marcan líneas imaginarías para separar no se de qué, imponen religiones y leyes absurdas sólo y exclusivamente para su beneficio, pero no se dan cuenta, que por mucho que hagan, la batalla la tienen perdida.

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