El Congo llega a su fin…
En mi día de descanso había conseguido hablar con el bueno de Clement al que la policía había liberado diez días después de su detención pero con las comunicaciones cortadas no nos fue posible comunicarnos hasta este mismo día.
Hice también los apaños suficientes para que la bicicleta aguantara los poco más de 140km que me separaban hasta encontrarme de nuevo con el asfalto.
Miraba el mapa emocionado al ver tan cerca la linea roja sobre la carretera que suele,no siempre, significar asfalto.
Tenía todo a mi favor para salir eufórico de Lubudi.
En mitad de la noche había escuchado llegar a la estación del pueblo al ruidoso tren.Habían tardado unas 35 horas en recorrer los 28km que yo a penas tardé un par de horas en recorrer con mi averiada bicicleta hacía ya dos días.
Al salir por la mañana pasé por la estación para saludar a mis amigos del viaje.
Jean en su camino al funeral de su hermana seguía ahí, con cara de resignado, y me dio un fuerte apretón de manos junto con otras decenas de personas que se habrían subido en esa misma estación y a las que no conocía.
¡Blanco dame dinero!,-decían algunos.
La salida del pueblo fue horrorosa por al barro de la lluvia que había caído durante toda la noche anterior ,pero a medida que avanzaba por el camino encontraba partes de tierra firme por donde poder pedalear bastante rápido.
Hasta aquí ya no llegaba ningún camión aunque me encontré con pruebas de que en un pasado si que lo hacían…
..pero otros sitios hacia que el transporte estrella fueran las bicicletas…
A medida que avanzaba el día unas imponente nubes se formaban a mis espaldas en el norte…
…sobre el mismísimo ecuador, y que con el paso de las horas parecían seguir mi misma dirección hacia el trópico de capricornio.
Hacia un calor infernal pero con la velocidad gozaba de un aire fresco sobre la cara, que desaparecía al detenerme y en un abrir y cerrar de ojos comenzaban a caerme gotas de sudor por todo el cuerpo.En la camiseta solo quedaban las marcas de sal.
Era un día mágico.Había tardado 40 días en cruzar la parte más dura del Zaire, y ahora con la vista puesta en el asfalto corría por mi cuerpo una bonita sensación de haberlo conseguido.¡De verdad que lo había superado!
En los mercados de los pueblos solo había poco más que harina de mandioca…
…y como un espejismo era ver…
…pero ya veía más cerca que nunca Lubumbashi, o la frontera con Zambia, donde sabía que me encontraría con un país más civilizado y moderno, con todo tipo de lujos, como electricidad.
En mis pensamientos soñaba con comerme una chocolatina o algo que no fuera fufu de mandioca.
Al mismo tiempo era imposible que no me recorriera por todo el cuerpo una bonita sensación de melancolía al recordar el camino recorrido y toda la gente que había conocido por el camino.Me acordaba de esos días donde pasaba horas empujando la bicicleta sobre el barro o arena y que sobre el mapa no parecía avanzar.
Y si.El Zaire había sido duro.
Mi presencia en las aldeas debía ser como ver pasar un extraterrestre.Era siempre el centro de atención…
…y me fue casi imposible disfrutar de privacidad.
Para acampar muchas veces prefería un lugar refugiado de las miradas de decenas, o cientos de personas, que no dejaban de gritarme.¡blanco!¡blanco!
Con el paso de los días y el cansancio físico acumulado la paciencia, aguante o tolerancia era inversamente proporcional hacia cierto tipo de cosas.
Una cosa reconozco pudo conmigo fue aceptar la manera de dirigirse hacia mi con el termino “blanco” y la constante demanda de cosas: Regálame la bicicleta. Regálame la cámara. Regálame esto. Regálame lo otro.Dame lo que sea.Dame dinero. Cómprame cerveza.Cómprame tabaco.
Y esto solía ser,tristemente, la mayoría de la gente.No era nada nuevo ya que en África hasta el momento estaba siendo la norma, pero en el Zaire se había acentuado.
Aun así me gusta saber que aquello que perdura en mis pensamientos fue la hospitalidad de aquella gente que me trató como uno más, sin importarle mi color de piel o lo que ello les pueda significar.Muchos piensan que todos los “blancos” del planeta(en esto entran Indios,chinos, japoneses,esquimales u occidentales) somos millonarios y el dinero nos sale por las orejas.
¡Pero si no tengo dinero!,-les decía.
Pero tu gobierno te esta pagando y cuando vuelvas y hagas una película te darán millones.Sino, ¿quien querría hacer esto?,-recibí por respuesta en más de una ocasión.
El original peinado de las mujeres congoleñas, a diferencia del resto de países de África, no llevan pelucas imitando los peinados de las “mujeres blancas”…
…y en las pequeñas aldeas la infinidad de niños la llenaban de vida…
…y en la carretera sábados y domingos la gente de camino a las iglesias vestía sus mejores galas…
Me encontré finalmente con el asfalto y ya echaba de menos todo eso.
¿Dónde estaban ya los pequeños restaurantes de carretera?…
…con un buen plato de termitas…
La carretera era ahora un goteo constante de camiones viniendo o dirigiéndose hacia las minas.Me encontraba en una zona muy rica en minerales como el cobalto, uranio(de aquí salió el uranio de las bombas de Hiroshima y Nagasaki) y por supuesto el bronce, de ahí el original nombre de la región: el “cinturón de bronce”
Fue en esta región donde vi los primeros pozos de agua en todo el país, que habían sido construidos por la Cooperación alemana.
Tardé otros tres aburridos días en llegar a Lubumbashi donde me quedé en un centro de niños de la calle gestionado por los Salesianos.
Les parecía fascinante que yo fuera español.”¡Igual que Ronaldo!¡Igual que Messi! ¿Son amigos tuyos?”
Puse rumbo finalmente hacia Zambia a solo 100km de distancia.Un hilera infinita de camiones hacían cola durante semanas para cruzar aduanas, y que raro, al cruzar la frontera todo el mundo parecía ir en dirección contraria.
Dejaba después de muchos meses la África francófona , y ahora no solo hablaban inglés, también conducían por la izquierda.
Me costaba creer que pudiera sacarme el visado en la frontera,¡y me dieron recibo! ¡y había electricidad!¡y todo era fácil!
Incluso había un cajero donde pude darme cuenta que mi tarjeta llevaba bloqueada más de tres meses ya que la habían duplicado y sustraído mi dinero.
Acaba una aventura y empieza la siguiente.