¿Querías nieve?. ¡Pues toma nieve!
Ya hemos cruzado los Pamires, nuestro siguiente destino es la capital de Tayikistán, Dushanbe, donde pasaremos varios días yendo y viniendo a las embajadas de Uzbekistán y Turkmenistán hasta que consigamos los visados de entrada.
Pensábamos en ello como algo bueno, donde podríamos descansar y poner al día entre otras cosas este blog.
Natalia decidió coger un coche para recorrer los 500 Km hasta Dushanbe para empezar con los trámites burocráticos y yo volvería a viajar solo por unos días.
En medio del camino tenía el último gran puerto. Y como era el último, quería que fuera lo más duro posible.
Y así fue.
Al desviarme de la carretera principal, en las inmediaciones de Kalaikhum, me despedí del río Panj que venía acompañándome hacía más de una semana a la vez que me indicaba que a la otra orilla estaba Afganistán…
Dejé la carretera que está abierta en invierno para dirigirme hacia el puerto de Khaburabad, la gente que encontraba me paraba para informarme que estaba cerrada por la cantidad de nieve que había.
Estaba obcecado y seguía con la mente puesta en el puerto, resultó imposible hacerme cambiar de opinión. Durante el ascenso todos los que me encontré intentaron disuadirme.
Al pasar el control militar que hay justo antes de empezar la ascensión al Khaburabad, para que me dejasen pasar tuve que decirles a los soldados que me dirigía a una aldea cercana, a Khost y no a Dushanbe.
La subida comienza en un valle por un camino con una leve pendiente que no tardó mucho en empezar a empinarse más, para acabar convirtiéndose unos cuantos kilómetros más adelante en una pendiente mucho más fuerte y que iba aumentando con el paso de los kilómetros.
Tenía que cubrir un desnivel de más de 2000m en menos de 30 Km; desde los 1000m de altitud en los que cogí el desvío, hasta los 3.300m que me indicaba mi mapa.
Ya se veían las primeras manchas blancas de nieve esparciéndose por la ladera de la cara norte, donde en los cortos días de invierno apenas les da el sol.
Inocente de mi pensé que seria fácil, que habría poca nieve y que en tan solo cuatro horas más llegaría a coronar el puerto.
Detrás de una curva apareció un angosto cañón, y el camino que empezaba a subir serpenteando por una pared casi vertical a la vez que se alejaba del río que corría cada vez más abajo.
El estruendo del agua se dejaba sentir desde lejos…
De frente me encuentro con un coche que se vuelve; sus ocupantes han desistido. No han podido cruzar el puerto, me dicen que lo han intentado. Me aconsejan que no lo intente, que me de media vuelta porque arriba me encontraré con mucha nieve.
Les digo que no se preocupen, que lo lograré. Tratan de disuadirme de nuevo y cuando comprueban que es imposible convencerme, me aconsejan que por lo menos no acampe arriba, que baje lo máximo posible.
Me enseñan un fusil y me dicen que es para defenderse de los lobos. En eso momento me acordé que el día anterior, en el pueblo en el que había acampado, me dijeron que tuviera cuidado con los osos.
A medida que voy subiendo veo sobre la nieve pisadas de lobo, muy parecidas a la de un perro. En ese momento supe que una vez alcanzado el puerto tendría que descender todo lo que pudiese.
La nieve empezaba a cubrirme por encima de los tobillos, y me era ya imposible ir montado sobre la bici. Me tuve que bajar y comencé a empujarla …
Tres horas más tarde seguía empujándola y la nieve en algunos momentos me llegaba a la rodilla.
Era una fina nieve en polvo que se quedaba atascada en los frenos y me bloqueaba las ruedas.
En algunos tramos donde la nieve alcanzaba más espesor, me era imposible empujar la bicicleta, se quedaba clavada.
Intenté caminar con la bici en alto, con sus más de 75 Kg.de peso, pero me resultó imposible. Desde la mañana no había probado bocado y las fuerzas flaqueaban.
Desmonté las alforjas y las desplacé por tramos. Intentaba avanzar allí donde la nieve cubría más.
Me flojeaban las piernas y los brazos de tanto empujar. Cada 50 m. me paraba, estiraba e intentaba descansar un poco.
La sombra empezaba a cubrir todo el valle y la temperatura comenzó a bajar drásticamente. A lo lejos veía el lugar que quería alcanzar. Estaba en la parte donde todavía da el sol.
La nieve llevaba metiéndose un buen rato dentro de mis botas y de tanto frío dejé de sentir los dedos de los pies.
Seguí empujando pero no veía el fin. Miraba el GPS y me desanimaba, ya que apenas había ascendido.
Me preocupaba que la noche me pillara allí en medio, pero en el peor de los casos buscaría un lugar donde montar la tienda y allí había nieve suficiente para derretir.
La luz era de un color cálido allí donde daba el sol, con un color amarillento, que contrastaba con el cielo de color azul oscuro. Y por cálido que fuera el color, mi termómetro marcaba -5ºC y todavía no se había puesto el sol.
Cuando el sol empezó a ocultarse detrás de las lejanas montañas que se divisaban en el horizonte, y el cielo se volvía de color morado alcancé el punto donde los últimos rayos acariciaban la montaña y me indicaban que estaba cerca de la cumbre.
Sin avisar se levantó un fuerte viento que arrastraba grandes cantidades de nieve en polvo que se clavaban en mi cara como si fuesen alfileres.
Al otro lado de una cornisa vi un edificio en ruinas, completamente cubierto de nieve, que en otra época debió ser un edificio militar, uno de los muchos construidos en la época del imperio soviético para controlar la frontera con Afganistán. Entre la nieve sobresale alguna torre derruida y varias almenas.
Intento empujar la bicicleta por la cornisa pero la nieve fina me cubre por encima de las rodillas, y con tan poca fuerza y tanto peso me es completamente imposible.
Decido desmontar las alforjas y llevar todo en varias tandas.
Di tres viajes y ya sin fuerzas arrastré las alforjas por la nieve, y la bicicleta sobre mis hombros.
La nieve seguía golpeándome como alfileres y lo único que sentía de mis pies era dolor al caminar.
Una vez dentro del edificio busqué rápidamente entre mis pertenencias mi linterna frontal para montar la tienda lo mas rápido posible para poder refugiarme en ella. El fuerte viento que hacía circulaba libremente por el destartalado edificio y mi cuerpo estaba completamente destemplado.
Al quitarme las botas los calcetines comprobé que estaban completamente calados y la nieve ni se había derretido. Las botas estaban congeladas, y al quitar los calcetines tardaron pocos minutos en quedarse petrificados por el hielo. Pude ver que mis dedos tenían un color morado.
Mi cuenta kilómetros marcaba nueve horas sobre la bicicleta, pero solo 40 Km. recorridos.
Me metí en la tienda y me sumergí en mi cálido saco para recuperar calor. Mientras tanto intenté escapar del lugar donde me encontraba con el libro Viajes con Heródoto, de Kapuscinsky.
El poco agua que tenía estaba congelada, y el botellín lo metí dentro del saco para tener agua por la mañana. Esa noche no tuve fuerzas para derretir nieve y cocinar. Me fui a la cama sin haber probado bocado en todo el día, solo una mazana helada.
En mitad de la noche el viento entraba por el hueco de las ventanas, puertas y de una parte del techo que estaba caído. Me desperté de sobresaltado. No pude anclar la tienda, el suelo era hormigón, y tuve la la sensación de que en cualquier momento se rasgaría, o que iba a salir volando y yo dentro de ella.
Con lo bien que pensaba que iba a dormir, y casi no pegué ojo. Por lo menos no me visitaron los lobos.
Al día siguiente una ventisca me esperaba por la mañana, pero ahora tocaba bajar y empujar la bici iba a resultar mucho mas fácil.
Que gran despedida de mi último gran puerto….
Después de unas horas bajando vi un pueblo a lo lejos…
…y a dos personas que montaban a caballo y que me invitaron a tomar té en su casa.
21 thoughts on “¿Querías nieve?. ¡Pues toma nieve!”
Vaya locura!!!!!
Qué huevos Kabiki!!!!!!
esa afán de superación!o diríamos mejor afán de de gran exigencia?menos mal que era el último!
andamos cerca, a través de los libros, yo también estoy con Herodoto!
me alegro de que no te visitaran los lobos! 😉
Sin palabras Javi. Brutal!!
Un abrazo
tremendo relato !!. Pensaba que el final, después de montar la tienda, sería aún más trágico; “al día siguiente sucedió la tragedia, se presentó en mi puerta, el secretario judicial, para deshauciarme de la tienda de campaña…no había podido hacer frente, a la última cuota del Decatlón”.
Por lo menos en eso has tenido suerte, y es que te metes en unos berenjenales…
Hace mucho que no te escribimos pero no hemos dejado de seguirte,
¡Que tozudo, Javier!. Todo el mundo te avisaba de que no siguieras y tu a lo tuyo. La verdad es que, como siempre,seguro que ha merecido la pena. Impresionante la cantidad de nieve.
Un abrazo muy fuerte.
Venga Javi, no seas modesto… cuéntanos lo que les pasó a los dos lobos que se vinieron a preguntar si todavía se podía cenar a esas horas 😉 Como siempre e dejas sin palabras…un abrazo enorme y cuidaros mucho!
Bravo hermano!, eres un valiente y tu mujer tambien! Se lo dificil que son ese tipo de situaciones y sinceramente te admiro por tu valentia y por tu capacidad de mantenerte tranquilo a una situacion tan amenazadora. Un abrazo.
Este relato me ha tenido en ascuas!! Ha sido mas emocionante que cualquier interesante libro, menudos “huevos” que tienes para lanzarte al vacío con tu cuerpo de carrocería. Una experiencia única hasta para los que te leemos. Animo y muchisima suerte!!
Nunca dejas de sorprendernos.No son solo los huevos que le echas,si no tu manera de hacernos participes de esta aventura.
Jabalí! mucho animo, te seguimos! Namaste 😉
Que grande!!!! como molan esas fuerzas que no se sabe de donde salen, eh? Pero no he leido en ningun lado nada de que te arrepientas de haber seguido adelante…no que eres mas: cabezota o aventurero, pero me ha encantado leerte de nuevo 🙂 Mucha suerte con los visados! Besos y abrazos para los dos!
vamos ya, todo un survival…Kabir, El Grande!!
Pocas personas harían lo que cuentas. Ánimo y mucha suerte, amigo!!!!
Chapeau! Nadie puede quebrar la voluntad humana. Ánimo.
Primin esto es demasiado!!! Te mucho cuidado y un beso enorme desde León .
Joder Kabiki… se me queda el corazón en un puño… piensa que tienes que acabar el viaje, no arriesgues tanto. ¡¡Eres un crack!!
Quite an adventure; you did not tell us the whole story when you were here! By the way, the house was empty for some days after you left. Adele says hi:)
Hola Javi, eres la hostia, no arriesgues tanto, ve con cuidado, nos tienens sobresaltados con tús hazañas pués eso es lo que eres : un heroe. Animo y con cuidado. Besos de Veguita y Dolores.
Hola Javier,realmente sorprendente parece de pelicula muchisimo animo y suerte que te la mereces.Un fuerte abrazo
uffffff si no te viera en las fotos, diría que estaba leyendo uno de los mejores best seler !!!
….Si no lo leo, no lo creo!!