Los que menos tienen.Los que más dan.
Era el 1 de enero y había pasado la nochevieja más saludable y económica de mi vida. Al amanecer ya estaba sobre la bicicleta despidiéndome del pueblo de Kwamouth, donde todavía había gente saliendo de las iglesias después de una noche en velo rezando por un prospero año nuevo. Algunos por las calles iban dando tumbos y el olor a alcohol se apreciaba desde a lo lejos,y cuando me veían pasar y gritaban: ¡Blanco dame dinero! Tuve la suerte que el jefe…