…después del Atlas
Con el paso de los kilómetros me di cuenta de que el último pueblo (con mercado) lo había dejado 4 días atrás. Me parecía recordarlo como si hubiera sido una gran ciudad, pero no había sido más que un pequeño pueblo que tenía sólo una vía principal que además de polvorienta estaba mal asfaltada y que a lo largo de la calle se esparcían un sinfín de tenderetes en los que se podía comprar desde gallinas hasta pasta de dientes, pasando por una amplia selección de productos “made in China”.
El mercado suele estar cerca de la parada de “grand taxis”, y normalmente atestado de los clásicos mercedes de la serie 200, que son sin duda la especie dominante en las carreteras marroquíes, y mis grandes enemigos a la hora de circular por estas carreteras.
Pero ahora este no era el caso, porque estaba en algún remoto lugar del Atlas pedaleando por alguna carretera apenas transitable por la cantidad de nieve acumulada y que apenas la dejaba ver, y donde las únicas personas que me encontré a lo largo del día seguían siendo los pastores…
…
Cuanto más me adentraba en el alto Atlas, los paisajes que me encontraba se volvían mucho más áridos…
…y con gente muy humilde, con una dura vida a sus espaldas…
… pero cuanto más humildes son, más generosos y amables se muestran. Nunca me ha faltado un techo cuando lo he necesitado…
No pasaron ni 100 Km. cuando me di cuenta que dejaba atrás el medio Atlas para adentrarme, puerto tras puerto, en el alto Atlas. El paisaje había cambiado por entero.
Poco a poco había subido por valles…
… y por las montañas que hacen de barrera de los vientos húmedos provenientes del norte, y que son los que traen las lluvias. Al mirar atrás, a lo lejos veía las montañas nevadas…
…hasta que al coronar el Tizi Nouano, el puerto más alto de Marruecos con casi 3000 m. el panorama que se descubría ante mí se transformaba completamente…
…entonces supe que me encontraba en la cara sur del alto Atlas, a las puertas del desierto.
No solo me adentraba en un clima más cálido. Ahora me tocaba bajar…
… y cada vez que giraba la cabeza se me ofrecían magníficos paisajes que eran como un regalo con el que me deleitaba …
…
…pero sin perder de vista la carretera, porque había otros usuarios de la vía …
Al final me había vuelto a encontrar con el asfalto, con los “grand taxis” y con todos los “todo terrenos” de Marruecos atiborrados de turistas. En estas fechas de navidad todos los pueblos del sur de Marruecos están plagados de forasteros.
Cuando pasaba por los pueblos los lugareños ya no me saludaban, eran los niños los que salían a mi encuentro y me pedían “dirham”, “boli” y caramelos.
Estaba ya en las gargantas del Dades, y aunque en lo personal estaba un poco defraudado, los paisajes me seguían impresionando. Esta es la razón por la que tantos excursionistas deciden pasar por este lugar, y que aunque no sea el más admirable ni el más auténtico, bien merece la pena…
…y casi sin darme cuenta…
4 thoughts on “…después del Atlas”
Hola,
Parabéns e boa sorte hermano.
¡Que bonitas las fotos! Un placer pasar por esas carreteras, yo bien cómoda en un coche, para entender mejor todo el esfuerzo que tu viaje conlleva ¡Valiente!
Kabikiii!!!! Mister Mister!!!! Dale canya broder como quedan las fotos enmarcadas en la pared!!!! Un abrazo y mucho animooo!!!!!
Hola Javier, que bonitasl las fotos y los paisajes
pero que dura la carretera , sobre todo el puerto.
Que esta etapa del viaje sigas(ais)disfrutando de todo.
Un fuerte abrazo para los dos.