De vuelta al ruedo
Esos dos maravillosos meses varado en la orilla del lago se esfumaron en el mismísimo instante en el que volvía a encontrarme sobre la bicicleta pedaleando puerto arriba seguido por dos perros que en ese tiempo me habían aceptado como su dueño y decidieron seguirme por más de 15 kilómetros.
Volvía a sentir la necesidad de estar en movimiento, de seguir conociendo y buscando , de mover mi hogar día tras día.De aprender, conocer y compartir.De viajar.
Tardé poco en volver a apreciar de la calidez y hospitalidad de la mayoría de las gentes que habitan África, cuando al caer la noche y bajo una incomoda pero refrescante lluvia un hombre me invitó a pasar la noche en su muy humilde hogar.Un pequeño cubículo de hormigón y techos de zinc con tan solo dos cuartos, el de los padres y el salón que hacia de cuarto para los hijos.No tenían nada pero me ofrecieron todo…
Esa noche tuve que compartir cama con el hijo mayor.Fue una situación un tanto incomoda para una persona que acostumbra a pasar noches y días en solitario, más si el compañero de cama es un negro de casi dos metros de altura.
El lago pasaba lentamente a mi derecha, con las montañas Livingstone del lado tanzano…
Su color azul invitaba a bañarse pero el asfalto hacia el norte parecía susurrarme que no parara.
Me encontraba fuerte mentalmente como físicamente, a pesar de haber castigado un poco al hígado con ron y cerveza las ultimas semanas, y desgraciadamente si noté que había perdido mi tan trabajada resistencia al sillín.
Me dirigía hacia Tanzania, el que sería mi primer país de África del este, y en algunos tramos se me unían los paisanos que viajaban en mi misma dirección haciendo un agradable y social pelotón.
Volvía, con el paso de los días, a encontrarme con la rutina de avanzar lentamente sobre el mapa, de vivir sobre la bicicleta,de saludar a todo aquel que me cruzara por el camino ,de buscar un sitio donde acampar, y por las noches,bajo las estrellas, volvía a sentirme en casa…
Después del parón en el Lago Malawi , aires frescos corrían por mi mente y volvía a apreciar aquellas cosas a las que me había acostumbrado y dejado de apreciar, como los típicos paisajes de aldeas tropicales africanas…
Abandoné tan rápido como pude la comodidad del asfalto y sin darme cuenta volvía a estar perdido por caminos de tierra…
…entre aldeas…
…y como en toda África,niños por todos lados…
Quería llegar a la costa sin hacer kilómetros por la terrible carretera atestada de camiones proveniente de varios rincones del continente,incluidas las minas de cobre del Congo, hacia el importante puerto de Dar es Salaam.
Me perdí por plantaciones….
….en bosques sin salida…
….montañas…
….donde los aldeanos se preguntaban ,¿que hace este tipo y aquí?…
…y disfrutaba de la increíble hospitalidad de los tanzanos, donde cada saludo era un “karibu”, – bienvenido.
Me habían hablado mal de este país, y me encontré justamente con todo lo contrario.Al preguntar en las aldeas o casas en mitad del campo por un lugar donde montar la tienda, siempre me ofrecían un humilde cuarto donde pasar la noche protegido del frío de estas tierras altas por las que estaba atravesando el país.
Era la primera vez que por el idioma nos era imposible entendernos.El el resto de países de África la lengua colonial , y ahora oficial,suele ser hablado por la mayoría de la gente, mientras que en Tanzania raro era quién hablara inglés.
A diferencia también de otros países ,no son decenas o cientos de lenguas las que se hablan en todo el país, sino una sola, el swahili, lo que me motivaba para esforzarme y aprender un idioma que no dejara de hablarse en la siguiente aldea.
Y sin poder entendernos nos entendíamos perfectamente,gracias a la calidez y hospitalidad de los tanzanos no se me hizo nada duro volver a viajar solo, ya que al final y al cabo,no viajo solo…
Estaba feliz.Me volvía a sentir pleno, más aun sabiendo que en apenas unas semanas volvería a ver a mi madre, que desde hace años guarda la buena costumbre de ir a visitar a su hijo coincidiendo con algún lugar apto para una persona que no esta acostumbrada a viajar, y en vez del Congo o Nigeria ,tuvimos la suerte de tener a la vuelta de la esquina a Zanzibar.
4 thoughts on “De vuelta al ruedo”
Grande, Kabir! Cada vez más lejos…. y más cerca! Un abrazo!
vamos! me gusta mucho eso de ir cruzándote con las aldeas y la hospitalidad de la gente, buena onda!
Saw your incredible story on Carte Blanche tonight. I’m sure it’s sometimes tough, but I believe it’s also a wonderful experience. I will follow you from now on. You are an inspiration! All the best, go well, be safe.
15kilometros
¿qué fue de los perros?