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El majestuoso río Congo

El majestuoso río Congo

En el último momento antes de partir se subió a la precaria canoa una madre junto a su hija…

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A Suleiman parecía no costarle mantener el equilibrio,no como yo que casi acabo en el agua mientras subía las alforjas y la bicicleta.

En la orilla a penas se veía movimiento.Tan solo una pequeña base naval donde unos militares veían pasar el día a la vez que el agua del río, y unas cuantas piraguas varadas en las raíces de un árbol gigante que hacía de puerto.

No quedaban muchas horas de luz y una densa nube negra se aproximaba por el oeste adelantando las horas oscuras antes de anochecer, aunque todavía fueran las 3 de la tarde.

Se podía distinguir el pueblo de Kwamouth al otro lado del río,en la RDC(República Democrática del Congo), por el reflejo de los techos de chapa. Nos separaban algo menos de 10km,y aunque hubiera preferido llegar a la RDC con  plena luz del día, con menos luz sería mas difícil que en inmigración se dieran cuenta que la fecha de mi visado había sido modificada.

Junto con Nigeria era uno de los países que más he temido,aunque esta vez me esperaban más de 2000 km por uno de los países menos desarrollados,corruptos,peligrosos y con las peores carreteras del mundo.

Suleiman insistía que en menos de 2 horas cruzaríamos el río Congo, pero las horas en África se miden de diferente manera. Raras veces tienen tan solo 60 minutos.

Conmigo  llevaba una sensación incomoda de miedo,respeto e ilusión, que crecía a medida que avanzábamos contra corriente por la zona pegada a la orilla del río, evitando las fuertes corrientes del centro del río.Pero esos nervios pasaron pronto a ser felicidad…

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Mientras veía las nubes cada vez más cerca  no paraba de achicar el agua que por algún agujero se hacia hueco en la canoa.No solo la inundaba sino empapaba mis alforjas que con tanto agujero dejaron de ser impermeables hace tiempo.

Llegado el momento Suleiman viró la piragua hacia el centro del río, enfrentándose ahora a la fuerte corriente que nos hacían retroceder, cruzando ahora en diagonal.

Remaba con mas fuerza que nunca pero no dejábamos de retroceder a la vez que cada vez estábamos más cerca de la otra orilla.

La anchura del río en esta zona supera con creces los 5 kilómetros,que no es mucho comparado con su tramo más ancho de 35km de orilla a orilla.

Ahora en el mismísimo centro del río Congo sin vegetación que tapara las vistas, la desafiantes nubes negras estaban cada vez más cerca…

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Los primeros vientos frescos anunciando las lluvias llegaron junto a unas olas más grandes.Daba la sensación que la canoa iba a volcar en cualquier momento  pero Suleiman emanaba tranquilidad y hacía que mantener de esa forma el equilibrio pareciera fácil, aunque yo no hubiera aguantado de pie ni un solo segundo.

Una vez alcanzada la otra orilla la luz era tan escasa como las probabilidades de que no lloviera, y se veía mucho más movimiento , con varios pescadores recogiendo sus redes a la vez que remaban de pie…

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Y se puso a llover como nunca antes había visto.

El impacto de las gotas en el agua hacia que lloviera tanto de arriba como de abajo, y los fuertes vientos que preceden a la lluvia desaparecieron por completo,siendo ahora el único ruido el impacto de la lluvia sobre la madera de la canoa y el agua de la superficie del río.

Miraba a mi alrededor y  podía ver casas de barro con  canoas aparcadas en la orilla, niños gritando y chapoteando en el agua,pescadores recogiendo sus redes  ,el torrente de agua que caía del cielo, ya casi era de noche, y encontrarme cruzando el majestuoso río Congo en esas condiciones no hacia más que aumentar las expectativas de lo que sería mi estancia en el país.

Suleiman parecía muy tranquilo manteniendo la canoa a flote sin mostrar signo de cansancio después de casi 3 horas de travesía.

Se escuchaba el ajetreo de un ballenero, que es como llaman aquí a los barcos fluviales que navegan por los más de 13.000km navegables que tiene la RDC…

El tramo más famoso navegable es el que une Kinshasa con Kisangani,relatado maravillosamente por Conrad en su Corazón de las tinieblas.

El puerto del pueblo portuario de Kwamouth no era más que una pequeña playa de barro, donde ahora estaban atracados varios balleneros con cientos de pasajeros y la canoa de Suleiman,que me ayudaba a bajar las alforjas y la bicicleta, mientras un hombre uniformado me estaba exigiendo ya el pasaporte.

Para mi sorpresa  era de inmigración y le habían informado de mi llegada. Un chico joven y amable.

Por su perfil delgado supuse que no era un rango alto,ya que en la burocracia africana uno parece ascender de posición a la vez que el diámetro de la barriga.

Me guió hasta la caseta de inmigración por las caóticas, oscuras y ruidosas calles, que al revés que en el otro Congo, ahora estaban repletas de gente y de vida.

Lo mejor de llegar a un lugar  de noche es que te permite llegar por primera vez dos veces.La de la noche y cuando te levantas por la mañana y lo ves con la luz del día.

La que hacía de caseta de inmigración era ahora también el  refugio durante la lluvia para los pasajeros de los numerosos balleneros.Familias enteras con muchos niños. ¡Muchísimos!

Esta es una de las muchas paradas en sus  varios meses de viaje para llegar a sus destinos.

Más tardé me daría cuenta de por qué el río es el transporte favorito en este país.

Al no haber electricidad en el pueblo( y en  todo el país) me tranquilizaba ya que a la hora de ojear minuciosamente mi pasaporte  sería bajo la tímida luz de una vela y no de una potente bombilla ,haciendo más difícil que se dieran cuenta que el visado estaba falsificado…

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Todo parecía fácil y rápido e incluso pensé ,inocente de mi,que al día siguiente podría hacer los primeros kilómetros en el país.

No pude rechazar la invitación de quedarme a dormir en la humilde caseta que aunque no fuera el lugar más tranquilo,estaba  seco y era tranquilo.

A la mañana siguiente me dijeron que la persona encargada de sellar y autorizar mi entrada, el mismísimo jefe de inmigración, estaba de vacaciones en Kinshasa y no volvería hasta “puede que la próxima semana” .Había dado ordenes de retener mi pasaporte hasta su llegada.

Me armé de paciencia y calma cuando por un momento supuse lo peor.No tenía más opción que esperar.Regresar al otro Congo era imposible ya que había salido ilegalmente,y bajar por el río hasta Kinshasa sin la entrada regularizada era algo impensable.

Me surgió algo de desesperación. No quería volver a quedarme al igual que en Nigeria atrapado en un lado de la frontera durante largas e interminables semanas.

Kwamouth no era el pueblo más agradable de todos pero en la misión católica me recibió con los brazos abiertos el cura, que al igual que yo había vivido unos años en Bélgica.

Su situación geográfica, donde el río Kasai se encuentra con el río Congo,lo convertía en un importante punto estratégico, ya que todos los barcos que salen desde Kinshasa hacia distintos lugares del país tienen que pasar por Kwamouth,siendo un lugar ideal para las autoridades  desplomar a sus ciudadanos.

En un par de ocasiones intenté visitar la playa del río,un lugar lleno de vida donde pescadores y mujeres lavando  ropa se hacen  hueco en las aguas turbias del río.Las dos veces que lo hice unos militares de ojos ensangrentados y con aliento a alcohol me pidieron la documentación, la cual no tenía.Empezaban los problemas en la RDC.

Prefería quedarme tranquilamente en la misión católica leyendo mis libros y charlando con el sacerdote sobre corrupción y los problemas de África, y por las noches cuando un blanco se camufla mejor en mitad de la oscuridad salía a visitar a las numerosas familias que el cura de la parroquia me había presentado, y por supuesto no pude escaparme del estricto protocolo de  presentarme y pedir autorización al jefe del pueblo, que no sin antes mostrar alguna muestra de disconformidad dio el visto bueno.

Estaba atónito de los peligros del viaje.

“Aquí en el Congo no hay peligro.Este es un país muy tranquilo y pacifico, pero el resto de países…”

De Congo a Congo

De Congo a Congo

A toda costa quería evitar cruzar el río Congo por su lado más transitado y hostil.El que conecta las capitales de ambos países,Brazzaville y Kinshasa.

De Brazzaville había escuchado cosas agradables, no así de Kinshasa, una de las ciudades con peor fama de todo el continente, junto con la ciudad de Lagos en Nigeria.

Debido a mi larga e inesperada espera en la frontera de Nigeria,mi visado para la R.D.Congo había caducado hacía varias semanas,  y sin más páginas libres en el pasaporte no tuve otra opción que remover la tinta y escribir  una nueva fecha.

El resultado no fue del todo malo pero cruzar un puesto fronterizo principal con un visado falsificado exactamente donde se encuentra la mayoría de oficiales de inmigración de uno de los países más corruptos del mundo era algo que prefería evitar ,y me decanté en cruzar el río por un remoto e inhóspito lugar unos 200km al norte de la capital,donde las aguas del río Kasai son tragadas por el río Congo.

Me quedaban todavía más de 100km por la impecable  y tranquila carretera donde la selva había desaparecido completamente y la única vegetación ahora eran hierbas altas y escasos arboles…

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El paisaje había cambiado completamente,y paré en un puente a apreciar el paisaje a la vez que hacer unas fotos.

Mala suerte que en ese río debía haber una base militar, y me di cuenta al  escuchar el trote de dos policías con sus kalashnikovs que se acercaban hacia mi de modo muy hostil entre gritos y amenazas.

Me confiscaron la cámara.

“Ahora tenemos que enviarla a la capital para que analicen las fotografías. Esta es un área sensible”

No es la primera vez que sospechan que soy un espía.

En África estoy acostumbrado a ser confundido con las cosas más absurdas. He sido vendedor ambulante,  terrorista de Boko Haram, misionero y un geógrafo trabajando en un experimento de mapas.

Sin darme cuenta acabaron grabándome con su móvil mientras les dedicaba unas palabras de agradecimiento.

La historia de dar la vuelta al mundo en bicicleta suele parecer extraña ,pero si te acaban creyendo suele estar a tu  favor ya que dan por hecho que nuestro gobierno esta detrás de nosotros y nos vigilan con satélites

Al ver también que no tenía intención de pagar ni un solo franco ,decidieron devolverme la cámara entre risas y preguntas sobre el Real Madrid y  el Barcelona o si Cristiano Ronaldo era mi amigo.

También puede ayudar  mencionarles lo mala que es la policía en los países vecinos, no así los del país en el que estas de visita.

En un silencioso cruce sin gente antes de abandonar las comodidades del asfalto y de nuevo sumergirme en la diversión del barro,paré en una casa a pedir agua y terminaron por invitarme a comer…

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Por una terrible pista fangosa  tardé casi 3 días en recorrer los 90 km que me separaban del majestuoso río Congo.

En una pequeña aldea a mitad de camino pasé la nochebuena…

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…y después de una larga jornada sin comer me había reservado el ultimo aguacate para la ocasión.

Macarrones con aguacate,ajo y miel.Una de las cenas de nochebuena más exquisitas,económicas y ,en este caso, única opción en el menú que no fuera mañoca….

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…ademas de apropiada para una persona que se le acaba de caer un empaste y esta a meses de tener acceso al dentista.

El día del encuentro con “El Río” (en francés Le fleuve, que es cómo se le conoce aquí)sentí esa sensación de haber hecho algo que verdaderamente merece la pena y gratificante,  justo en el momento que a la vez que el camino se convertía en un barranco, a lo lejos pude ver por primera vez el segundo río más grande del mundo.

Tan grande que diez kilómetros mar adentro en su desembocadura el agua del mar todavía es dulce.

Pero no es solo en lo geográfico que este río es  grandioso.Es un lugar que al mismo tiempo evoca pasión y respeto.Vida y muerte.

La cuenca del río Congo con su diversidad y sus riquezas.Las guerras interminables que azotan sus tierras.

La oscura y triste historia de la colonización  tuvo  origen en sus aguas.

Y después de toda la literatura que había leído sobre “El Río”,encontrarme frente a él fue saber de antemano con lo que me iba a encontrar, Aunque la imagen que tenía de él era algo tenebrosa,fue  como si de  un río grande cualquiera se tratara.Un río más.

No fue hasta más tarde  que vi la vida de “El Río” que entonces aprecié su verdadera majestuosidad.

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A lo lejos pude ver el reflejo de los tejados de chapa de Ngabe, ante el  río Congo, y en la otra orilla uno de los países que más fascinación y respeto ha despertado en mí: La República Democrática del Congo.La que no es ni democrática ni república.

Recorría los primeros metros en el pueblo empujando la bicicleta sobre una fina arena ante la atenta mirada de los paisanos cuando un hombre se acercó corriendo  indicándome  que con urgencia debía presentarme ante   “El policía”.

Me señaló un edifico medio en ruinas  donde pude ver a un hombre levantando la mano.

“¿Que hago ahí?¿Por que no quiero cruzar por Kinshasa?¿Que motivos han traído a este hombre blanco en esta extraña bicicleta al pueblo de Ngabe? Algo raro esta tramando este hombre blanco…”

A lo largo del camino me habían informado de la facilidad de cruzar el río por Ngabe, donde había un enorme mercado plagado de aguacates y pescado.

En el mercado no vi mas que pasta de dientes, montoncitos de sal y mucha mañoca, y lo más parecido a un vegetal fue un tomate arrugado y podrido.

-¿No teneis aguacates?

-No, en este pueblo no hay.

El policía me informó que la frontera estaba cerrada y me iba a ser imposible cruzar.

En el último encontronazo diplomático ambos países expulsaron a los ciudadanos del país vecino de muy malas maneras y muchos murieron en las aguas del río.

Pero en África siempre hay una solución. Solo tienes que buscar y tener mucha paciencia para que aparezca. En mi caso no tardó en aparecer. Se llamaba Suleiman,era pescador y  la única persona que se atrevía a cruzar el río.

Una vez encontrado transporte solo tuve que prepararme para el siguiente problema: Formalizar la salida.

Tardé un par de horas en encontrar al oficial de inmigración, y este tardó otra hora en encontrar las llaves de la oficina…

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…un pequeño cuarto detrás de la única tienda que, al igual que en toda África del oeste ,suele ser regentada por un mauritano…

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Después de escribir mis datos sobre una hoja arrugada y sucia,ya dentro de la oficina…

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…abrió el cajón de la mesa y exclamó:

-¡Otra vez!

-¿Qué pasa?

-¡Qué se ha vuelto a llevar el sello!

-¿Quién?

-El Jefe, que se ha ido de vacaciones a Brazzaville.

-¿Y no hay otro sello?

-No.

-¿Y sus hijos o mujer están aquí? A lo mejor saben dónde tiene el sello ¿No podemos llamarle?

-No tengo saldo.

Compro saldo en la tienda de Abdul,el mauritano, y entonces cae en la cuenta que  no tiene batería.

Mandamos a alguien para que nos presten  una batería cargada.

Por fin conseguimos contactar con el jefe de inmigración que disfruta de unas vacaciones junto con el sello y su familia  en Brazzaville.

Le explico mi situación a lo que me contesta con toda serenidad.

-No hay problema. Espera que en dos semanas estoy de vuelta y así puedo conocerte.

 

¡Perfecto!Ahora tenía que salir clandestinamente de un país, con un visado falsificado para entrar en otro, y no hablamos de un país normal, sino de la República Democrática del Congo.

“¡¡¡Vámonos Suleiman antes de que se haga de noche o nos pille la tormenta!!!”

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Happy cycling people

Happy cycling people

“En África, la bicicleta es considerada un medio de transporte para pobres. Es un continente muy clasista, donde se clasifica a las personas por su modelo de teléfono móvil, y por eso mucha gente prefiere caminar durante horas antes que pedalear para no dañar su imagen. Pero, al saludarles y bajarme de mi bici para fotografiarles, muestran sorpresa y felicidad. A veces posan serios, pero orgullosos. Y  es imposible que luego, al verse en la pantalla de la cámara, no sonrían”

 

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De la selva a la sabana.

De la selva a la sabana.

Seguía avanzando por la selva disfrutando de la sombra de sus árboles y el ruido del viento sobre sus ramas más altas.

Tardé varios días más en alcanzar la carretera principal.Un oasis de tierra roja prensada todavía en construcción -por una empresa china- por donde avanzar era tan fácil que los kilómetros parecían más cortos, aunque los días más largos.

La distancia que me separaba de la vegetación no eran más que unos pocos metros, pero esa plena armonía con la exuberante naturaleza de los últimos días había desaparecido casi por completo.

Se agradecía de todas formas avanzar más rápidamente.

Con intención de llegar a  la Cuvette occidental,la región más inhóspita de la República del Congo(no confundir con el otro Congo, el que se hace llamar democrático y no lo es.) ,  mi mapa señalaba un pequeño sendero que por unos 200km recorrería paralelo la frontera con Gabón hasta llegar al parque nacional de Odzala.

Una región donde el ébola es endémico y  en una de las últimas epidemias redujo las poblaciones de gorilas en un 90%, con su posterior contagio a la población humana….

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Tuve la suerte de cruzarme con unos eco-guards,un grupo paramilitar que lucha contra la caza furtiva de varias especies protegidas, especialmente  elefantes y primates, me avisaron que por ese sendero “ya no pasan ni los pigmeos”

No tuve más opción que continuar  unos 700km por esa nueva y recién estrenada carretera la cual disponía entera para mi.

Los pocos vehículos que pasaban por ellas eran de trabajadores chinos, que no saludaban  pero me guiñaban con los dos ojos al verme pasar.

En un país algo más grande que España y con tan solo 4 millones de habitantes, de los cuales casi la mitad vive en la capital Brazzaville, las distancias entre poblaciones eran enormes.

La gente en los poblados era agradable ,muy respetuosa y muy hospitalaria.

Por la desértica carretera podía escuchar el canto de los pájaros  y en una ocasión el grito avisando de mi presencia por un grupo de chimpancés, que desde un árbol contestaban a mis gritos en un intento de comunicarme con ellos. Sobre el asfalto pisadas, y boñigas, frescas de elefante.

El paisaje selvático después de algo más de 1000km recorridos comenzaba a hacerse  monótono y aburrido,pero fue cruzar la línea del ecuador y el paisaje cambió drásticamente.

Llegaba así a la sabana ecuatorial…

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…donde los espacios cerrados  de verde oscuro de la selva eran ahora  grandes espacios de verdes claros…

Desde los altos volvía apreciar la inmensidad del paisaje al no estar escondida por la vegetación…

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No había sombra que protegiera del sol ,y con el paso de los días la humedad se acumulaba al igual que el calor, hasta que un gran torrencial de agua volvía a bajar las temperaturas y así vuelta a empezar.

Me despedía así de los ultimos pueblos de pigmeos.Este fascinante grupo étnico capaz de vivir en uno de los terrenos más hostiles del planeta:la selva.

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Han sido capaz de resistir casi intactos a la influencia de otras culturas.

Cazadores y recolectores han sabido mantener su amplio conocimiento de la selva generación tras generación, aprovechando así toda la riqueza de su entorno: desde medicinas tradicionales a técnicas de caza.

Otros han sido absorbidos poco a poco con la llegada del “progreso”, y han dejado la vida tradicional por vidas más “modernas” abandonando su rica cultura.A estos no es difíciles verlos desde por la mañana completamente ebrios trabajando en la recolecta del cacao.

Fácil de reconocer no solo por su pequeña estatura , sus manos y pies enormes, sino por sus afilados y limados dientes perfectos para comer carne.

Llegué al cruce donde debía girar al oeste con intención de rodear el parque nacional de Odzala con la esperanza de cruzarme con algún animal salvaje.

Los precios del parque quedaban fuera de mi alcance. Una noche alojado dentro del parque suponía mi presupuesto de medio año:1000 euros.

Aquellos turistas que pueden permitírselo suelen ser los que llegan en avioneta, no en bicicleta.

A medida que avanzaba hacia el parque por caminos de tierra y arena volvía a cruzar  la línea del ecuador, y la sabana se repartía mis horas del día  con espacios de selva.

Por estas tierras la dieta se limita a  mañoca. No es que en el resto de África haya mucha variedad, pero era ahora el único alimento disponible en muchos días este insípido tubérculo cocinado en hojas haciendo una especie de masa dura que funciona como  tapón intestinal. En los pueblos en vez de pedirme medicamentos para malaria u otras enfermedades me pedían para el estreñimiento.

Más tarde vi en un taller como también lo usan para reparar  neumáticos.

Pedaleando lentamente sin perder el equilibrio sobre la arena eché de menos mis días en Londres donde en cada esquina había un lugar donde comerse un grasiento kebab.

En ese momento noté una mancha negra en medio del camino y cuando levanté la vista de frente me encontré con un gorila que intentaba cruzar el mismo camino, y al igual que yo parecía sorprendido y asustado.

¡Quien es ese tipo tan blanco sobre esa moto que no hace ruido!

A escasos 5 metros  cruzamos las miradas mientras empezaba a gritar a la vez que salía corriendo para escabullirse en la vegetación.

En un suspiro regresé  del restaurante de kebabs de Londres donde se encontraba mi mente.

Me costaba entender la situación. ¿Un gorila?¿Me acabo de cruzar con un gorila?

Si hubiera sido en bajada con más velocidad me hubiera chocado con él.

Y me entró la risa.

Desde la vegetación escuché el movimiento de las ramas mientras el sonido del gorila desaparecía entre la selva.

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Al rato llegué al pueblo donde se situa la entrada y oficinas del parque y tuve la gran suerte de conocer a Erik,el director, que  desde  el primer momento  no dudó en ofrecerme su ayuda.

Al día siguiente estaba durmiendo en uno de los hoteles dentro del parque…

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Mi primera noche en una cama en los últimos dos meses.

Lo que mas llamó mi atención no era el diseño ni la localización insuperable, sino cosas tan sencillas como el agua corriente y una bombilla encendida iluminando la oscuridad.

En la noche se podían distinguir a los elefantes junto a sus crías acercarse a unas salinas a beber agua.

Para volver  por el camino me crucé con una hiena y varios búfalos salvajes.

¡Bienvenidos al Congo!

¡Bienvenidos al Congo!

La barca se balancea de un lado a otro mientras ayudado por otras dos personas cargo la bicicleta.

La tierra anaranjada se mezcla con el agua marrón y verdoso del río, mientras mis pies descalzos se hunden en el barro a la vez que hago el ultimo esfuerzo para subir la bicicleta.

Inhalando el humo que sale  del ruidoso motor nos ponemos en marcha esquivando las ultimas ramas antes de llegar a las aguas más profundas del río…

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…navegando contra corriente buscamos la otra orilla,  del lado del Congo, para llegar hasta Bolozo, donde se encuentra la caseta de inmigración.

Las vistas del río son impresionantes…

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En los países de África central , o África en general, las personas que trabajan con la burocracia suelen ser los obstáculos más grandes con los que hay que lidiar.El oficial de inmigración en Camerún  hacía unos minutos me había exigido los papeles de la bici, un certificado del ébola y dinero para sellar el pasaporte.Me fue difícil, pero conseguí salir del país sin aportar un solo céntimo a la corrupción.

Del otro lado de la frontera la historia fue bien diferente.

Después de sufrir para subir una empinada rampa de arena arcillosa, el oficial de inmigración vestido con la camiseta del Barcelona me esperaba con una gran sonrisa.Sorprendido al verme llegar en bicicleta me guía hacia una caseta que hace de oficina de inmigración.

Dentro,una enfermera se acercó con una pistolita-termómetro y tras tomarme la temperatura me dio el visto bueno.

-Estas bien.Tienes 24 ºC.

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Mientras apuntan mis datos sobre un papel arrugado y bajo la atenta mirada del presidente en un poster medio caido,me indica cuidadosamente por el camino que no debo tomar ya que en época de lluvias es intransitable.

Nos despedimos y sin más me encontraba ya dentro de la República del Congo con la que puede haber sido la frontera más agradables y fácil  en mucho tiempo.

Me dirijo por el camino que me había indicado de no ir, y rodeado de naturaleza paro a hacerme unas fotos con los primeros charcos.

¡Que bonito!-pienso para mis adentros.

A medida que avanzaba en el camino la vegetación se volvía más densa y el camino más estrecho…

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No dejaba de llover y el barro hacía ahora de suelo en el camino. Resbaladizo como la arcilla mojada en más de una ocasión fui a parar de cabeza en la vegetación.

Después de cada caída tocaba levantarse con cada vez más arañazos.

Pasaban las horas y comenzaba a anochecer pero yo seguía sin ver una sola aldea.

Cerca del ecuador no existen esas horas  de transito entre el día y la noche.En un abrir y cerrar de ojos uno se encuentra sumido en la oscuridad cuando minutos antes todavía era de día.

Con la luz de la bicicleta seguía avanzando en la selva y en el cielo podía ver ahora algunos claros con estrellas.

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Los ruidos se multiplicaban y sin saber muy bien la procedencia de entre la oscuridad llegan sonidos muy extraños.

Uno  especialmente desagradable acompañaba las primera horas de la noche.Un grito terrorífico.

Tengo que tener mucho cuidado con los animales e intentaba hacer el mayor ruido posible para mantenerlos alejados y evitar un encuentro fortuito con alguno de ellos.En esta parte del Congo abundan los elefantes, los gorilas, las panteras y las serpientes.

Dos horas mas tarde me encontré con las primeras casas.Estaba exhausto.

Me di cuenta no por la luz sino por la música proveniente de una de ellas.A esas horas todavía no se habían agotado las pilas del radiocasete.

Después de una larga jornada pude así descansar.Había recorrido desde la mañana tan solo 30km!

Ya por la mañana había amanecido lloviendo   y me avisaron que el camino que tenía por delante era mucho peor que el del día anterior.

Pregunto por los gritos provenientes de la selva durante la noche y me dicen que son los espíritus malignos.El diablo.

Días más tarde me enteré que es un marsupial que hace esos ruidos tan desagradables y aterradores cuando baja de los árboles.

En el camino me encontré con algunas personas…

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…y varias aldeas de pigmeos…

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…pero llevaban razón en que el camino estaba en mucho peor estado…

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Con tanto barro las zapatas de los frenos se habían consumido y en las bajadas  tocaba bajarme de la bicicleta y frenar con las piernas.

Sin darme cuenta llegué a un punto con arenas movedizas…

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Sacar la bicicleta de ellas me fue tan difícil que cada intento de levantar  la bici lo acompañaba de un grito de desesperación.

Finalmente pude avanzar dejando el camino y atrevesando por  la vegetación cortando las ramas, y quitando las alforjas pude avanzar por partes.

Al dejar atrás ese tramo no pude evitar reírme y sentir plenitud en estado puro.Me imaginaba desde arriba,yo allí en medio, rodeado de la más frondosa vegetación, en la selva de la cuenca del río Congo…

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Me costó pero finalmente llegué al tramo donde el camino parecía más transitable y las aldeas eran más grandes.

A llegar la aldea miré mis pies y parecía que acaba de salir de un Spa en el que te cubres de barro y esperas a que se seque para tonificar la piel…

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La gente se quedaba atónita al ver a aquel blanco cubierto de barro y sudor ,empujando una bicicleta aparecer entre la selva.

Pedí permiso al jefe de la aldea para dormir en su aldea y sin ningún problema me buscó un sitio donde dormir y un poco de agua para lavarme.

Me trajeron mañoca para cenar, y pusieron la radio a todo volumen con música lingala hasta que se agotaron las pilas de fabricación chinas,que por suerte no fue mucho tiempo.

Al día siguiente con un brillante sol en el cielo pude lavar la ropa y secarla al sol, mientras los niños me mostraban orgullosos sus bicicletas “Made in la selva”..

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Tragando polvo

Tragando polvo

Después de una jornada de trabajo los taxi motos de Batouri habían cambiado su color negro de piel por un naranja arcilloso.

Durante la temporada seca del año, la cual parece no terminar de llegar,el polvo en la carretera comienza al mismo tiempo que desaparece el rocío africano con los primeros rayos del sol al amanecer.

Con un ajetreo constante de motos,camiones y 4×4 de diferentes ONG´s, una nube de polvo se adueñaba de la ciudad.

Salí hacia el sur por un camino poco transitado para evitar el tráfico y el polvo…

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…pero inevitablemente días más tarde me volví a encontrar con la carretera principal, en la  cual era imposible mantenerse limpio…

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Lo que pensaba sería un bonito trayecto atravesando esa zona verde oscuro sobre el mapa se convirtió en una auténtica pesadilla.

Con cada camión tenía que parar y mientras me tapaba la cara esperaba a que la nube de polvo desapareciera. Así encadenaba camión tras camión y los días se volvían interminables.

Al mismo tiempo que a medio día el sol se volvía más duro e insoportable…

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…con el paso de camiones la fina tierra se convertía en tierra batida y el verde de la vegetación desaparecía bajo el polvo.

Con la cercanía al ecuador dejaba atrás la temporada seca (en estas latitudes seca significa que llueve un “poco” menos)y me adentraba en zonas más húmedas a la vez me encontraba con tierras despobladas y de entre la selva aparecían los primeros poblados de pigmeos…

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Estaba rodeado de naturaleza pero era casi imposible disfrutar de ella a la hora de acampar ,ya que hacerlo alejado de la escasa civilización  suponía un riesgo, y  a toda costa quería evitar un encuentro ,por ejemplo,con alguna serpiente escondida en la densa vegetación o filas de hormigas que arrasan en su camino.

Todo era tan frondoso que no había espacio alguno para montar la tienda.

En cuanto el sol se escondía en el horizonte …

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…había buscado ya un sitio donde montar la tienda,como en este hospital abandonado…

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…y comenzaba el festival de mosquitos e insectos.

En Guinea tuve que sacarme un gusano que se había instalado debajo de mi piel, y en estas latitudes existen todo tipo de enfermedades, y la que menos me preocupa es sin duda la malaria.

Por la mañana siempre amanecía con una preciosa niebla que me hacia recordar la ya tan olvidada sensación de frío…

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…pero a lo largo del día con el calor, polvo y humedad hacía que el momento más esperado fuera la hora de encontrar un río donde darme un merecido baño…

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…que no era tarea fácil, ya que los ríos tienen muchos usos…

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Las mujeres realizan todos los trabajos…

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…y los hombres disfrutan viendo pasar la vida mientras se beben todo liquido fermentado.

La cantidad de gente borracha era directamente proporcional a las horas del día.

Al medio día no exagero si digo que la mitad de los hombres iban borrachos y al acercarse  notaba desde varios metros su olor a alcohol.

Si se acercaban era no más que para pedir dinero o regalos.

“Dichosos los cameruneses para los que vivir es beber”

A pesar de vivir en una de las tierras más fértiles y ricas del planeta , uno de los problemas más importantes es la malnutrición infantil…

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Me impactó en esta parte de Camerún que los niños comen solo aquello que les sobra a los mayores, mientras que cervezas y un generador para poner  música a todo volumen nunca falta en los pueblos.

Paz y hospitalidad la encontraba cada vez que me cruzaba con  algún camerunés musulmán del norte, siempre tan amables y respetuosos me brindaban un momento en el que me hacían sentir bienvenido, algo que el viajero suele extrañar a su paso por este país.

En caravanas desde el extremo norte pastores fula…

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…se dirigen hacia el Congo para vender el ganado…

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Una travesía que dura más de 4 meses desde el Sahel hasta el sur del ecuador, hacia la capital del Congo, Brazzaville.

Al verme pasar invitaban a pararme y tomar  te con ellos.

De los pocos encuentros donde la conversación no terminaba en un :-regalame tu bicicleta,dame dinero o comprame una cerveza…

El único interés detrás de esta conversación no era más que la amabilidad.¡Y cuanto lo agradecí!

Se notaba que venían del norte.

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En lo que a personas se refiere Camerún ha sido una gran decepción.Ya venía avisado de la hostilidad de su gente pero lo he intentado  compensar con los paisajes y la naturaleza, aunque lo más bonito de viajar…. siempre serán las personas.

Pero no perdía la ilusión porque me encaminaba hacia la República del Congo, y tenía la sensación(muy acertada) que allí iba a a ser todo muy diferente.

 

 

Huérfanos de tierra

Huérfanos de tierra

Me encontré con la carretera principal a tan solo 20km de Batouri, una ciudad cercana a la frontera de la República Centroafricana con más parecido a  un polvoriento pueblo del lejano oeste que a uno en mitad de la selva.

Tenía planeado pasar unos días no solo para descansar de la bicicleta sino para visitar junto a UNHCR,(Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) algunos de los campos que actualmente acogen a miles de refugiados huidos de las guerras del país vecino…

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No hay tragedia más grande para el ser humano que ser víctima de una guerra, y de eso saben mucho en la República Centroafricana, donde llevan décadas encadenando guerras, sin ver todavía una solución duradera a tanto conflicto.

El día a día en el campo de refugiados no es muy diferente a la vida en cualquier pueblo centroafricano. Todo transcurre con aparente normalidad…

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Las mujeres preparan para comer…

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…recogen el agua…

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…cuidan de sus hijos…

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… sus hijos de sus hermanos…

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… mientras los hombres charlan…

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Uno de los temas más importantes es conseguir la aceptación, por parte de las comunidades locales, ante la llegada de miles de  refugiados, donde un ambiente hostil puede convertir en un caos un tema  de por si tan delicado, y en eso ACNUR ha hecho un enorme trabajo para que los pueblos no vean la llegada de estos “intrusos” como un problema, mejorando la vida no solo de los refugiados  sino de los pueblos de la zona, creando así un ambiente de paz entre comunidades, el pilar principal para la vida.

La mayoría de los refugiados en el este de Camerún son musulmanes de la etnia fula…

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…huérfanos de tierra al ser perseguidos en su país por milicianos cristianos-conocidos como los anti-balaka- que asesinan indiscriminadamente a civiles musulmanes.

Una guerra inter-religiosa donde algunos de los métodos usados van desde las violaciones sistemáticas al canibalismo, siendo casi siempre las victimas de estos horrorosos crímenes la población civil.Como de costumbre.

Encuentran refugio al otro lado de la frontera, dejando atrás familiares que no tuvieron la misma suerte que ellos…

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Se ve la fragilidad en sus ojos.

Pasé por el colegio y podía escuchar las vocecillas de los más pequeños recitando al mismo tiempo. Parecía un coro de tonos agudos.

Me asomé sin que se dieran cuenta y veía la ilusión que ponían en aprender. Para muchos era la primera vez que iban a la escuela, y esa oportunidad llegó al tener estatus de refugiado, no antes, al igual que el acceso a sanidad y  agua potable…

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Me emocioné al ver a media clase contestando con tanta ilusión las preguntas del profesor…

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Vi por un momento ese mundo desde fuera, y di las gracias por  haber nacido donde he nacido.Cosas tan básicas como ir a clase es para muchos un autentico privilegio.

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Los hombres me saludaban poniéndose la mano en el corazón.Todos me saludaban.Me sonreían.

Cuando me di cuenta detrás de mí tenía un numeroso grupo de niños siguiéndome a todas partes.

Mostraban orgullosos sus juguetes…

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…y aun con su edad, sus miradas reflejaban más de una vida vivida…

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A muchos se les priva de su dulce infancia y desde que son pequeños cargan con trabajos de  mayores…

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Una dosis de felicidad vino como el viento. Sin avisar.

Veo una fila de niños alborotados…

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¡¡Vienen los Payasos Sin Fronteras!!- me dice un niño ilusionado.

Al principio los más pequeños no parecían entender que hacían esos hombres blancos de nariz roja actuando de esa manera pero todos rompieron a reír.

No fue tarea fácil,pero consiguieron con creces que se olvidaran por un rato de sus problemas.

Eso es hacer magia.

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Hacia las puertas de la selva

Hacia las puertas de la selva

Sin muchos problemas recogí la bicicleta en el puerto de Limbe, en el litoral de Camerún.Después de explicar que la bicicleta no necesitaba papeles me dejaron salir del viejo puerto y conseguí hacer los primeros kilómetros en Camerún del otro lado de la frontera nigeriana.

En el horizonte se podía ver la isla de Malabo, en Guinea Ecuatorial…

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Ahora solo estaba a 5 días de conseguir la más plena libertad: conseguir el visado de la República del Congo, y así no tener que volver a pisar una ciudad hasta llegar a Zambia, que no será antes de cuatro meses.

Pero por delante me queda cruzar ese verde oscuro que cuando uno mira un mapa llama la atención en la parte central de África…

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Un nombre que evoca respeto a la vez que admiración mientras hace volar mi imaginación cuando  con mi dedo dibujo  los caminos que quiero seguir sobre ese verde oscuro ,que  hasta hace no mucho era en los mapas un espacio por rellenar. Obsesión de muchos exploradores la de descubrir y trazar aquello que  quedaba dentro de lo desconocido,hoy con el nombre de “La cuenca del río Congo”, que empieza exactamente aquí, en el este de Camerún.

A medida que salía de la caótica ciudad de Yaounde  con mi nuevo pasaporte de la República del Congo y con 150 Euros menos en el bolsillo, avanzaba por una carretera perfectamente asfaltada hacia el este de Camerún.

Un asfalto inmaculado con no más trafico que las motos que conectan los pueblos vecinos…

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…un vaivén de coches de la ONU  desde y hasta la frontera con la República Centroafricana,  y centenares de camiones en su camino hacia la la costa cargados desde la selva con enormes troncos.Antes árboles y ahora madera  se dirigen en nombre del desarrollo hacia un futuro mejor en un país desarrollado, con gente civilizada, que da uso de esos majestuosos árboles como muebles en alguna cocina o en la mesa de un salón.

A orillas de la carretera vendían carne de animales salvajes.Desde monos a pequeños tigres…

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Dos días fue lo que tardé en dejar el asfalto en busca de aventura  y casi sin darme cuenta estaba rodeado de naturaleza en su estado más puro…

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…pero el camino no era tan fácil como bonito…

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Cargado el paisaje con abundante  agua por la cercanía del ecuador…

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…creaba un clima perfecto donde florece la vida…

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Los caminos se convertían en una pasarela por la que transcurría la  vida sencilla de las personas…

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Por la mañana  los más pequeños caminaban hasta  la escuela más próxima…

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…y por las tardes regresaban a sus casas después de recoger agua en los ríos…

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Al parar en las aldeas no me era difícil encontrar  de comer aunque esta fuera casi siempre carne de mono o antílope, encontrando también gran variedad de comida comparado con el resto de países africanos donde hay poca variedad y de muy mala calidad.

Desde mandarinas…

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…a setas silvestres…

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Mi llegada parecía alterar la tranquilidad en los pueblos y  la gente se acercaba curiosa para dar la bienvenida al forastero…

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-Eres turista.¿Verdad?Es que te he reconocido desde lejos ¿Te puedo hacer una pregunta? Si quiero ser turista.¿Que tengo que hacer?-me dice un hombre  compartiendo el mismo techo de bambú mientras nos refugiamos de una  tormenta.

Y así, por fin, volvía a disfrutar al viajar…

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Bye bye Nigeria

Bye bye Nigeria

 

A la mañana siguiente cogimos un coche que nos acercaba directos hasta la frontera. Ese tramo es malamente conocido por tener a la policía más descaradamente corrupta del país.

Veo Lagos de día y me parece más feo que de noche pero el ambiente parece menos hostil. Al pasar un puente se pueden observar unas fabelas sobre el agua.Lo  llaman la Venecia africana.

Como un bebé en una mecedora se me cierran los ojos y los vuelvo a abrir cuando un policía de malas maneras golpea la ventanilla.

-¡Documentación!

Maldito cabrón, -pienso para mis adentros deseando que me hubiera despertado con un zumo de naranja recién exprimido

Le enseño el pasaporte y al ver que ha caducado mi visado se le iluminan los ojos.

-Estás en un serio problema. Tu visado ha caducado.

-No, en la página de atrás esta la extensión -digo con toda serenidad mientras noto su desilusión.

-Bueno, ¿no tienes un regalo para mi?

Mientras,  ordena parar al conductor que tenía ya intenciones de seguir.

Parece que ha sido fácil pero 20 metros después otro policía al ver a dos blancos dentro del coche parece abalanzarse sobre nosotros para darnos el alto.

No somos  los únicos y hay muchos coches parados con sus conductores fuera negociando con alguno de los policías detrás de un camión.

Ven que tenemos todo en orden pero han encontrado algo que el conductor no tiene en regla.

Lo bajan del coche mientras un policía que hace de bueno nos dice que no tiene los papeles en orden y es peligroso. Están ejerciendo su labor.

Se sienta un policía al volante y se pone a conducir. Estamos completamente asombrados al ver que ha dado media vuelta y estamos volviendo hacia Lagos.

¡¡¡Noooooooo!!!¡¡Esto una pesadilla!! ¡¡Nigeria es como un agujero negro imposible salir de él!!

-No os preocupéis, vamos a comisaría y en un rato vuelve vuestro conductor  y podréis continuar.

En frente de la comisaria buscamos otro coche que nos acercara de nuevo a la frontera.

Tendríamos que volver a re-negociar precios desorbitados

Pero nos paró una persona normal. Era honrado.

Nos dijo el precio justo y parecía imposible que fuera todo tan fácil.

Volvimos a pasar el mismo control y saludamos al policía como si fuéramos amigos del “cole”.

Ahora la mayoría de controles parecían estar en la otra dirección. Suerte que nuestro viaje era solo de ida para no regresar jamás.

Pasamos otro control y parecía que no nos iban a dar el alto hasta que en el último momento uno de los policías nos ve a dos blancos sentados dentro del coche, y en un movimiento torpe levantando su kalashnikov mientras parece que baila la jota, nos da el alto en el último momento.

Comprueba todos los papeles del coche y parecen estar en orden.Comprueba el numero de serie del motor y los parabrisas no sea que no vayan a funcionar.

Abre el maletero y me hace abrir la caja donde tengo metidas las alforjas, las cuales me hace vaciar.

Al ver mi ordenador me pide el recibo.

-No lo tengo  -digo confundido por no entender muy bien la situación-.Lo compré hace ya mucho en España.

Se echa el portátil bajo el brazo mientras se aleja.

-Tampoco tengo el recibo de mi camiseta -digo en tono humorístico para intentar negociar.

-Ya, pero sin el recibo no te puedo dar el ordenador.

Entonces, saco LA CARTA DEL OBISPO, que esta vez parece no funcionar.

Octavi sale del coche y otro policía barrigón le pregunta en un inglés poco entendible por qué los católicos rezan a la Virgen María y que Jesús tiene que estar enfadado.

De repente veo a Octavi rezando en catalán el Padre nuestro.

La situación es del todo surrealista.

Estamos a tan solo 10 km de la frontera pero da la sensación que está el atlántico de por medio.

Saco el móvil.-Un segundo, que llamo a la embajada y ellos mandan alguien para que vengan a solucionar esto.

-No, no hace falta. Os dejamos ir porque somos buenos cristianos.

Subidos en el coche el conductor muestra su indignación.

-Son unos ladrones -dice.

Siento pena por los pobres ciudadanos que tienen que lidiar con esto cada día y digo:-Tienen que ser ricos con todo el dinero que roban a la  gente.

-Esa gente nunca será rica. Nunca verán el verdadero valor de las cosas  cuando se lo ganan de esta manera. Una persona rica es aquella que con su propio sudor se gana honradamente la vida y conocen el verdadero valor del dinero. Ellos nunca estarán satisfechos ni felices.

Estas son las palabras de la última persona que iba a conocer en Nigeria. Algo que hizo acordarme de toda la gente maravillosa que me he cruzado en este país, donde lo más bonito ha sido sin duda haberlos conocido. Desgraciadamente no todos fueron buenos, pero si la gran mayoría.

Finalmente llegamos a la frontera mientras se abalanzan todo tipo de personas sobre nosotros para llevar nuestro equipaje.

No quería saber nada de nadie y salir de esta pesadilla que se estaba haciendo demasiado larga.

Me echo la caja de cartón sobre la cabeza y con bastante menos estilo y equilibrio que los africanos, camino los últimos dos cientos metros ante la atenta mirada de los allí presentes, que parecen no entender muy bien la estampa de un hombre blanco pasando la frontera  a pie mientras carga con una caja sobre la cabeza.

Fue cruzar a Benín y todo había cambiado. El aire parecía ser diferente y el ambiente más relajado y agradable.

Cambié las últimas Nairas a un hombre que tenía cara de tan buena gente que me dieron ganas de darle un abrazo.

Algo había cambiado drásticamente de un lado a otro de la frontera.

De nuevo en un coche y al pasar el primer control en Benin fuimos recibidos por un policía normal que tan solo comprobó nuestros pasaportes y nos los devolvió sin más.

Entonces pude resoplar fuerte y  disfrutar de esa hermosa sensación al quitarte un gran peso de encima.

Disfrutaba  al mirar atrás y ver que acababa de pasar la última página de este  capítulo que  en algún momento, reconozco, se me hizo interminable.

Bye bye Nigeria.

 

 

Dar las GRACIAS a toda la gente que me ha ayudado en Nigeria.Desde el obispo a los sacerdotes que me acogieron en las parroquias, la gente que me invitó a sus casas,a los que me ofrecieron agua,al policía que me salvó de la paranoica muchedumbre, y a todos aquellos que  sintieron la obligación de protegerme y así lo hicieron.

Especialmente a mi gran amigo Babson, que sin conocerme me acogió en su casa  más de un mes durante mis estancia en Calabar y desde el primer día me hizo sentir como en casa.

Y por supuesto dar las gracias Ambro,qué desde Jaén(ahora en Colombia) y  desde que se encontró con mi blog no ha dejado de mostrarme siempre su apoyo y ha sido gracias a su empujoncito que  el billete de avión de Benin a Camerún no ha sido un problema.

 

 

¡¡Que paz!!

DCIM100GOPRO