Amigos del camino
Después de visitar las cataratas salía algo renovado y con algo más de motivación, aunque seguía sin encontrarme con las mismas ganas y pasión como estaba a costumbrado, pero se venían sucediendo momentos que me ayudaban y hacían el camino más fácil.
Ahora tenía por delante cruzar una nueva frontera, no una cualquiera, una frontera tan especial como la de entrar por primera vez en un país como es Argentina.
Del otro lado había quedado con Albert, con el que llevaba tiempo hablando a través de internet y por fin nos podríamos conocer personalmente.
Llegué a Argentina ilusionado y cuando en inmigración me encontré con cuatro mujeres cada cual más guapa,amables y sonrientes,su forma de hablar me hizo una caricia con ese acento tan familiar y que tanto me gusta.
Estaba ya en Argentina, el país de Messi y Maradona, de la Patagonia, de grandes amigos que había hecho por el camino.
Ahora ya podía pronunciar mi nombre tal y como es , sin tener que hacer una versión adaptada fonéticamente al lenguaje que se habla en el país.
En los países de habla árabe me llamaban Kabir, los de habla francés Xavi,los de habla inglés algo que todavía no he conseguido descifrar y ahora por fin…Javier….
Cuando me encontré con Albert fue como ver a un amigo de toda la vida al que no ves desde hace años y te pasas horas y horas poniéndote al día. No acabábamos de hablar de una cosa que ya habíamos empezado con otra.
Seguimos juntos rumbo al sur pero con ritmos tan diferentes estábamos condenados a separarnos bastante pronto. De todas formas yo me dirigía hacia Uruguay pasando de nuevo por Brasil y el a Córdoba, en el norte de Argentina.
El primer día cruzamos la selva del parque de Iguazú…
…y aunque el día amaneció nublado pero sin lluvia,casi sin avisar se puso a llover como no recordaba. La pista de tierra era arcillosa y muy resbaladiza, y el barro se metía entre la rueda y el guardabarros y frenaba la bicicleta.
Mi bicicleta lo llevaba algo mejor pero Albert sufrió mucho más y cuando le vi aparecer una hora más tarde lleno de barro parecía que se había peleado con una pantera dentro de un charco. Le recibí con la comida hecha refugiado de la lluvia bajo el techo de una caseta de unos guardas forestales.
Se nos hizo de noche cuando llegamos al primer pueblo en todo el día y fuimos a una escuela directamente para buscar un lugar donde pasar la noche, pero como es tradición y costumbre en Argentina, había huelga de profesores y la escuela estaba cerrada.
En frente había un pequeño cobertizo y nos dispusimos a montar la tienda a oscuras iluminados con la poca baterías que nos quedaban en las linternas , cuando apareció de entre la nada un niño que a penas tenía 10 años pero se comportaba y hablaba como un adulto. Nos guió y nos abrió una puerta.
El lugar perfecto donde acampar en un día lluvioso.
Protegidos de la lluvia y el viento además tenía luz y fuera una pequeña manguera nos hizo de ducha.
Al día siguiente no paró de llover y adoptamos como nuestro hogar ese regalo caído del cielo, perfecto para seguir poniéndonos al día y compartir historias con otro cicloviajero….
One thought on “Amigos del camino”
Cuando me pilles de nuevo, nos volveremos a poner al día… muy guay que coincidieramos pese a las diferencias! Abrasaken maifrien!